Sencillamente espectacular. El 27 de este año, la jornada central de la Fiesta Mayor, la fiesta de Las Santas acabó con una de las estampas por las que se recordará esta edición condicionada: un quadruple castillo de fuegos.
Cómo si fuera una oferta comercial en formato de 4x1, en su punto de las once de la noche empezó en paralelo y en sincronía el mismo castillo de fuegos disparado desde cuatro puntos de la ciudad. La playa del Varador, el Velódromo, la escuela Vista Alegre y el instituto-escuela Mar Mediterránea eran los espacios desde los que se buscaba que el máximo de vecinos tuviera al menos uno de los castillos de fuegos a la vista.
La gente a los balcons y a las terrazas acabó aplaudiendo el espectacular castillo de fuegos de 19 minutos. La disparada en paralelo era especialmente vistosa y sorprendiendo si se disfrutaba de perspectiva sobre más de uno de los castillos. Los más privilegiados, quizás los veían los cuatro. El ritmo de disparar era frenético y no faltó ninguno de los momentos clásicos, de color, de palmeras, de xiuladors o de la marronada final.
Sincronía de luz, canon de chasquidos
Especialmente juguetón era el hecho que la conocida diferencia de velocidad entre luz y sonido propiciaba que así como la pirotecnia iba sincronizada, los chasquidos hacían un tipo de canon entre los diferentes puntos. Una aparente pregunta-respondida entre zonas de la ciudad. A carencia de poder llenar el paseo marítimo, en aquel hormigueo clásico de los 27, la solución se puede dar por buena y sugerente.
Al frente del espectáculo, la conocida Pirotecnia Tomás de Benicarló , ya casi más santeros que la receta de la Juliana. El despliegue, con sincronía completa a cuatro puntos, vale la ovación que sonó. Tocaba estar en casa, todo sigue siendo sensorialmente extraño, obviamente no hubo 'Gloria a Las Santas'. Pero fue un castillo de fuegos quadruple para recordar durante tiempos.