El desplazamiento de la fiesta de Sant Jordi al mes de julio supondrá una caída importante de la producción local de rosas. La mayoría de flores que se regalan tradicionalmente el 23 de abril ya son normalmente de importación, especialmente de países como Colombia o Ecuador, y sólo el 5% sale de viveros del país, mayoritariamente del Maresme. Este año, con el cambio de fecha, la producción local de rosa será todavía menor y se pasará de las 200.000 unidades que se cultivan habitualmente a unas 100.000, según cálculos del Mercado de Flor y Planta Ornamental de Cataluña. "Ya no es época: el calor y la poda no es la misma que en su momento óptimo", explica al ACN el portavoz del Mercado, Ignasi Ruiz.
En total la previsión del sector por julio es de entre tres y cuatro millones de rosas, una cifra que "no se puede improvisar" y que dependerá, fundamentalmente, de las importaciones del mercado colombiano, detalla Ruiz. Desde el Mercado esperan que al mes de julio no haya problemas en el tránsito de mercancías, como sucede actualmente.
Según Ruiz, para la "versión reducida del Sant Jordi de abril", con la venta de rosas online, ya hay dificultades de suministro porque "sólo llega un avión de carga a la semana" y la producción local existente es mínima, una problemática que ya es estructural. "Quedan tres roseristes contados", se lamenta.
La situación de la producción local se agravará al mes de julio, cuando libreros y floristas proponen celebrar ahora la fiesta de Sant Jordi, si las autoridades sanitarias acaban dando el visto bueno en la nueva fecha. "Quizás hay sólo 100.000 unidades", explica el portavoz del Mercado, que atribuye el descenso a condiciones climáticas.
Con todo, pero, el sector ve "muy necesaria" la celebración en julio para dar un empujón económico a un sector que lo está pasando muy mal con la parada total de su actividad. "No se está facturando ni un euro y esta oportunidad se tiene que aprovechar", asegura Ruiz.