El pasado 13 de octubre, miles de personas salieron a las calles de Madrid para dar voz a un malestar social que ha llegado a extremos intolerables. La subida histórica de los precios de la vivienda que hemos vivido en los últimos años, y con especial intensidad en nuestra comarca, constituye en la práctica un retroceso radical en el poder adquisitivo y las condiciones de vida de la clase trabajadora. Precisamente en Mataró conocemos demasiado bien las expresiones más duras del problema: precios inalcanzables, abusos sistemáticos, hacinamiento en pisos diminutos o habitaciones, infraviviendas en locales o trasteros, desahucios, chabolismo, etc. Y estas son solo las formas más sangrantes de un problema que afecta al conjunto de la clase trabajadora. A las personas que, de repente, se ven obligadas a abandonar su barrio de toda la vida. A los jóvenes que no pueden emanciparse hasta los treinta años. A todos los trabajadores que dejamos más del 60% de nuestro sueldo en el alquiler.
El 23 de noviembre nos toca a nosotros. Desde el Sindicato de Vivienda Socialista de Cataluña convocamos, junto al resto del movimiento por la vivienda, una gran manifestación en Barcelona, que ya se prevé multitudinaria.
Basta de falsas alternativas
Estamos hartos de que los políticos profesionales, de derechas e izquierdas, no ofrezcan más que promesas vacías, gestos simbólicos o falsas alternativas. Hablo de las supuestas prohibiciones de los desahucios, que de facto no prohíben nada. Hablo de la ley de regulación de los alquileres, que, en el mejor de los casos, solo cronifica y normaliza precios exorbitantes. Y hablo también de las promesas de construcción masiva de vivienda pública.
Construir más viviendas es sencillamente absurdo en un país donde hay 450.000 pisos vacíos y 100.000 pisos turísticos. Devolver a estas viviendas su función social es cien veces más rápido, eficiente y ecológico que construir viviendas nuevas. Cabe recordar que España es uno de los países de la OCDE con una de las proporciones más altas de viviendas construidas por habitante. Cuando los gobiernos reproducen al pie de la letra el argumento preferido del lobby inmobiliario (que falta oferta y hay que construir más), lo que realmente les preocupa es hacer un favor a sus amigos, las grandes promotoras inmobiliarias. Tal como anunciaba Salvador Illa hace unas semanas, quieren dar un empujón al negocio inmobiliario mediante una fórmula que ya es clásica: socializar pérdidas, privatizar beneficios. Regalar suelo y financiaciones públicas, a cambio de precios ligeramente más bajos.
Tres medidas urgentes
Lejos de gestos simbólicos y atajos que no llevan a ninguna parte, nosotros proponemos tres medidas urgentes para aliviar de inmediato un problema social insostenible:
- Reducir los alquileres, como mínimo, a la mitad. Duración indefinida para todos los contratos de alquiler de residencia habitual.
- Expropiación de todos los pisos vacíos y de uso turístico. Es completamente incomprensible que, en medio de una crisis de vivienda como la que estamos viviendo, haya cientos de miles de pisos desaprovechados.
- Desarticulación inmediata de las empresas de “desocupación”. Es inaceptable que existan escuadrones parapoliciales ejecutando con violencia todo tipo de desahucios extrajudiciales, con total impunidad o incluso con la colaboración de las fuerzas de seguridad.
Ahora bien, debemos ser honestos. El 23N puede llegar a ser un punto de inflexión para el problema de la vivienda, pero no la solución. Hace tiempo que vivimos crisis cíclicas de vivienda y no es casualidad. El mercado, como sistema de provisión de vivienda, no funciona. Ha fracasado, una y otra vez. Más allá del 23N, necesitamos construir una fuerza sindical propia, para plantar cara a los rentistas a la hora de la verdad. Necesitamos construir una alternativa de la clase trabajadora que señale la verdadera raíz del problema y nos haga avanzar hacia un modelo nuevo, donde no nos encontremos eternamente con el mismo problema cada cinco o diez años. Tenemos que avanzar hacia una sociedad donde no se pueda hacer negocio con un bien de primera necesidad como la vivienda. Debemos apostar por una vivienda gratuita, universal y de calidad, bajo el control de la clase trabajadora.
Si a ti también te preocupa el problema de la vivienda, ¡ven a la manifestación de este sábado, 23 de noviembre, a las 17h desde la plaza Universidad de Barcelona!