Tocadas pero no hundidas. Dani Ballart tenía un plan para superar los cuartos de final del Eurolliga pero el CN Mataró Goufone no ha sabido o no ha podido aplicarlo. Las mataronines se han complicado la vida de lo lindo en el partido jugado al Sorrall y necesitarán poco menos que un milagro en el retorno, en Budapest, donde los tocará remontar el 9-12 de la ida.
Se sabía que el USVE Budapest es uno de los mejores equipos del continente. Nadie lo tenía tanto claro como la plantilla (es el tercer golpe que se juegan los cuartos y el quinto golpe que se enfrentan los últimos seis años) y el propio Dani Ballart que no paraba de repetir a las previas que sobre todo había que encajar pocos goles (menos de 10 especificaba como umbral a la televisión) para salir de la ida con esperanzas. Si se tiene que aplicar este teorema, el propósito se ha ido a pique. El Budapest ha hecho 12 de goles al Sorrall y el CN Mataró Goufone se ha quedado en 9.
Ha habido muchos partidos diferentes dentro del mismo partido pero en cabeza de ellos se ha podido imponer el equipo local. Durante los tres primeros cuartos la igualada entre los dos equipos se ha codeado con la ventaja mínima de las magiars. El partido era un tira y afloja donde las mataronines se capficaven y conseguían reducir las revoluciones del juego de las húngaras pero en cambio no sabían imponerse ellas. Ha sido durando buena parte del partido un catálogo de defensas y a las de Dani Ballart las ha penalizado sobre todo la incapacidad de metabolitzar las superioridades numéricas en goles, las han desaprovechado todas menos una en los dos primeros periodos y después lo han echado de menos. Mientras Anni Espar se prestaba a hacer de abanderada del ataque de las locales, por el lado de las húngaras lucían de lo lindo nombres que ya se saben de memoria las personas que siguen el waterpolo de la última década. La imponente y exquisita Edina Gangl no sólo bajaba la persiana de la portería sino que era a la vez un tipo de rótula comandando de la defensa. Y Gaby Szucks y Rita Ketszhely han demostrado porque son dos jugadoras de las que te recuerdas sobre todo cuando las tienes que sufrir.
De la igualdad a dos crisis locales
El juego de equilibrios entre unas y otras ha caducado después de un 4-4 hecho con toda la calidad y el coraje que caben a manos de Marta Bach. Entonces se ha fuera de golpe el CN Mataró Goufone y como una serpiente la USVE ha escupido veneno tres golpes. 4-7. Crisis. Ha sido entonces cuando ha salido la furia local con dos goles y cuando se ha llegado al momento clave del partido. El tercero de los cuartos acababa con 6-7 y con este marcador las mataronines han tenido tres pelotas por reinstaurar la igualdad y hacer cambiar el guion del partido. La defensa húngara, la omnipresència de Gangl y seguramente una selección mejorable del arco de tiro ha acabado sin éxito en las tres ocasiones y la serpiente magiar ha volver a hacer acto de presencia. Tres goles más, el umbral de los 10 goles a hacer puñetas y un CN Mataró Goufone con todas las alarmas encendidas.
El último cuarto ha sido un tipo de acelerador de partículas, desde este esvoranc al marcador abierto por el equipo que es media selección estatal húngara hasta los chispazos de orgullo local que con goles de Cambray, Lloret y Bach lo han intentado hasta el final. De una posible pelota para reducir a un gol se ha pasado al duodécimo gol en contra y ni la última acción con la portera haciendo de boya no lo ha enmendado.
El retorno espera el día 13 en Budapest. Hace falta un milagro. Y no de los que se piden a Santa Juliana y Santa Semproniana, no. De los que saben hacer Santa Marta, Santa Helena, Santa Anni, Santa Clara y todas las santas de la estol del Centre Natación Mataró.