“Llevo 40 años viviendo en el barrio. Ahora es el peor momento para vivir aquí.” Contundente y sin tapujos. Es Aurora Gironès, antigua presidenta de la Asociación de Vecinos del Palau y persona muy vinculada al tejido social de este barrio de Mataró. Gironès reconoce que “si pudiera, me iría del barrio y de Mataró.” Cree que la situación es especialmente caótica en el Palau pero que algunos de sus problemas tienen réplica en buena parte de los barrios de la ciudad: “Mataró está dejada de la mano de Dios. Está hecha una pena esta ciudad.”
Aurora Gironès enumera los problemas del Palau: “Inseguridad, delincuencia, ocupaciones... El otro día quemaron cuatro coches a la una de la madrugada. Coincidió cuando la policía no hacía el turno de noche. Tengo 68 años y nunca había tenido miedo. Ahora es terrible. En según qué horas no te atreves a salir a la calle.” Y todavía menos cuando no hay luz; el jueves por la tarde una nueva averia eléctrica dejó sin suministro a las calles del barrio. La antigua presidenta de la Asociación de Vecinos del Palau destaca que ha hablado del tema con el alcalde, David Bote: “Dice que están haciendo cosas, pero yo me pregunto qué hacen exactamente. Tenemos la sensación que no hacen nada. Nos sentimos indefensos.”
Indefensión y dejadez por parte del gobierno local son sensaciones que, en cierto modo, comparte la actual presidenta de la asociación de vecinos, Vanesa González: “Hace poco estuvimos con los semáforos sin funcionar durante tres días.” De todos modos, ella se lo toma con más resignación que la antigua presidenta de la asociación: “Supongo que con la pandemia tienen cosas más importantes que hacer. Nosotros mantenemos reuniones con el alcalde y otros miembros del equipo de gobierno. Nos dicen que hacen todo lo que pueden.”
González apunta que “la policía de barrio funciona bien”, pero añade que “hacen falta más efectivos. Necesitamos más policía”. También hace referencia a la ocupación de pisos como un problema ya sistémico del barrio y habla de un grupo de jóvenes que genera problemas de convivencia: “Son niños de 12 a 16 años que van sin mascarilla y que tienen todo tipo de comportamientos incívicos.” Vanesa González también dice que “es uno de los peores momentos para vivir en el barrio” y tiene la sensación que “la gente joven no quiere venir al Palau.” Más allá de policía, la presidenta de la entidad que agrupa diferentes vecinos del barrio reclama un plan global de reconstrucción del Palau.