14 de julio de 2024. Los mataronenses se preparan para disfrutar de un soleado y caluroso día de verano. Este, sin embargo, no es un día cualquiera: es la final de la Eurocopa y la selección española intentará ganar el cuarto trofeo de su historia, esta vez con un mataronense de diecisiete años recién cumplidos en su once titular y como una de las grandes estrellas del equipo nacional y, permítanme decirlo, del fútbol mundial. En Mataró, son muchos los que cuentan las horas para la final, ya que el fútbol, y en particular la selección, tiene numerosos seguidores en la ciudad. Muchos se acercarán a la pantalla gigante que el Ayuntamiento ha instalado en la explanada del Parc Central viejo, sobre todo gente joven. Y es que la iniciativa municipal se prevé un éxito rotundo, todos hablan de ello y seguro que habrá un ambiente extraordinario (como así fue). La fiebre Lamine Yamal, si hay un lugar en el mundo donde ha calado, es en la ciudad de Mataró, la "ciudad rota" a la que se refería Huertas Claveria en un memorable reportaje de marzo de 1968 en la revista Tele Estel, haciendo referencia al nombre arcaico de la villa, Civitas Fracta. Rota o no, lo cierto es que este chico de Rocafonda, orgulloso de su barrio y de su ciudad, hace que se hable de Mataró por todas partes. También de sus problemas, porque no podemos negar que los tiene.
La final terminó con un 2-1 a favor de La Roja, que se impuso a Inglaterra en un partido que ya ha pasado a la historia. Miles de mataronenses lo celebraron, algunos en casa y otros saliendo a la calle. La explanada del Parc Central se llenó a rebosar con 5.000 personas y, después del partido, los alrededores de la Plaça Itàlia fueron una auténtica fiesta, con muchos jóvenes vistiendo la camiseta de la selección y, cómo no, el dorsal 19 con el nombre de Lamine Yamal. También ondeaban flamantes banderas españolas recién compradas en los bazares chinos de la ciudad, que hicieron su agosto con la Eurocopa. Porque no podemos negar la realidad: una de las consecuencias del extinto "Procés" ha sido la desinhibición de la gente a la hora de mostrar su sentimiento nacional, el que sea, que en el caso de nuestro país es mayoritariamente dual, es decir, la mayoría de catalanes se sienten, en mayor o menor medida, catalanes y españoles a la vez, con total normalidad. Esto es algo fácil de percibir en los barrios populares de Mataró y de toda Cataluña. ¿Querían banderas? Pues dos tazas.
Lo que muy pocos sabían la noche del 14 de julio era que el joven delantero mataronense luciría, durante la celebración de la victoria sobre el césped del Estadio Olímpico de Berlín, la bandera de nuestra ciudad. Adoptada formalmente por el Ayuntamiento en 1985, se trata de la contraseña naval de la antigua provincia marítima de Mataró, una bandera apaisada de proporciones dos de alto por tres de largo, azul marino, con una cruz roja centrada en el medio, de brazos de anchura 1/5 de la altura de la bandera, según la descripción de la Associació Catalana de Vexil·lologia. Aunque es un emblema cada vez más popular en nuestra ciudad, no cuenta con el conocimiento general de la población.
Como decíamos, durante la celebración de la Eurocopa muchos se sorprendieron de que Lamine Yamal luciera orgullosamente, atada a su cintura, la bandera de Mataró. Muchos la identificamos de inmediato, pero fuera de la capital del Maresme la gente se preguntaba qué representaba aquella enseña. Lo cierto es que, a partir de ahora, muchas personas de fuera de nuestra ciudad reconocerán uno de nuestros principales símbolos. La pregunta es: ¿cómo llegó la bandera a manos del joven futbolista? ¿Quién tuvo la brillante idea de hacerle llegar? ¿Cómo se desarrolló todo esto? Lo explicamos a continuación.
Cuando España se clasificó para la final tras vencer en semifinales a Francia, el alcalde de la ciudad, David Bote, tuvo la idea de que Lamine Yamal luciera algún símbolo de Mataró durante la celebración de la Eurocopa, en el caso de que España se proclamara campeona. Cuando marca un gol, el jugador suele hacer el ya famoso gesto del 304 con sus dedos, en referencia al código postal de varios barrios de la ciudad, entre ellos Rocafonda. Pero el alcalde quería que el futbolista mostrara algún símbolo que representara a toda la ciudad. Lo comentó con su equipo de Presidencia y se llegó a la determinación de hacer llegar al hotel de concentración de la selección española una bandera de la ciudad. Se trata de uno de los símbolos principales y, si tenía un tamaño adecuado, sería fácil de ver y reconocer por televisión. El equipo se puso a trabajar y, tras hablar con el departamento de Protocolo, encontraron una bandera de tamaño ideal. Si conseguían que llegara a manos de Lamine Yamal, la selección ganaba el campeonato y el jugador decidía mostrarla durante la celebración, Mataró estaría presente en un evento deportivo de primer orden internacional como la Eurocopa. Pero ahora había que hacer realidad la idea. Inmediatamente se pensó en la Oficina de Oportunidades del Ayuntamiento, que depende del Área de Presidencia y Estrategia, para pensar en cómo llevar a cabo la iniciativa del alcalde. Quedaban solo dos días para la final y la primera idea fue enviar la bandera (junto con una camiseta de Les Santes y una tarjeta con un mensaje de felicitación y ánimo del alcalde) mediante una empresa de mensajería. Pero surgieron dos problemas: el primero, que no se aseguraban de que el paquete llegara en mano a Lamine, ya que tenía que pasar varios filtros entre el personal de la Federación Española de Fútbol, como es lógico, y el segundo, que el coste del envío ascendía a 1.440 euros más IVA, una barbaridad. Se intentó llamar por teléfono al hotel de concentración de la selección, situado en la Selva Negra, pero aunque la responsable de la Oficina de Oportunidades se defendía en alemán y logró dialogar con la recepción, surgieron otros dos problemas: primero, que al día siguiente el equipo viajaba a Berlín para disputar la final, y segundo, que el personal del hotel tenía órdenes estrictas de no molestar a los futbolistas. Paralelamente, desde Presidencia se logró establecer contacto directo con el jefe de prensa de la Federación Española de Fútbol, que en todo momento se mostró amable y receptivo, y a partir de ahí todo fue más fácil. Esta persona se comprometió a hacer llegar la bandera a Lamine, pero alguien tenía que llevarla a Alemania, más concretamente a su capital.
Entonces surgió la idea de enviar directamente a alguien del Ayuntamiento a Berlín para entregar el paquete en persona. Buscando billetes de avión, se encontraron unos para el sábado día 13, día previo a la final y decimoséptimo cumpleaños de Lamine, a través de la compañía de bajo coste Ryanair, por 760 euros, casi la mitad de lo que costaba el envío por correo. Dicho y hecho, la responsable de la Oficina de Oportunidades se ofreció para hacer personalmente el viaje, saliendo a las 5 de la mañana de Barcelona, haciendo escala en Múnich y llegando a Berlín a primera hora de la tarde, para presentarse en el hotel donde estaba concentrada la selección española. El jefe de prensa de la Federación se había comprometido a recibir el paquete y hacer que llegara al joven futbolista mataronense, a quien ya habían transmitido la idea y que se mostró ilusionado y absolutamente dispuesto a colaborar. La trabajadora municipal llegó al hotel a tiempo para entregar el paquete en mano al jefe de prensa y, minutos después, éste confirmaba vía WhatsApp a la responsable de Presidencia que Lamine tenía la bandera y que, si ganaban la final, la luciría orgullosamente sobre el césped del estadio.
El día de la final, tanto el alcalde como la responsable de la Oficina de Oportunidades siguieron el partido en directo desde la sala de prensa internacional situada junto a la pantalla gigante del Parc Central. Cuando el partido terminó con la victoria de España y con Lamine Yamal recogiendo el trofeo que le acreditaba como mejor jugador joven de la Eurocopa, ellos dos, y también otros empleados municipales que estaban al tanto de la idea y del proceso para hacer llegar el paquete a Lamine, estaban expectantes, y en el momento en que vieron al joven futbolista mostrando la bandera de la ciudad sobre el césped del estadio, estallaron de alegría. La audiencia media del partido por televisión, solo en España, fue de 13,5 millones de personas (15,6 millones en el momento de máxima audiencia). A nivel mundial, no se conocen datos oficiales, pero en la edición anterior del torneo fueron 328 millones de espectadores los que siguieron la final por televisión en todo el mundo. Esto puede dar una idea de la magnitud que alcanza un evento deportivo como este, y podemos imaginar la cantidad de personas que se preguntaron qué representaba aquella bandera que Lamine Yamal llevaba atada a su cintura durante toda la celebración. El impacto a nivel comunicativo es innegable: sin ir más lejos, el tuit que se publicó desde la cuenta corporativa del Ayuntamiento haciendo referencia a la bandera de Lamine tuvo un alcance de 136.000 usuarios, y nadie puede negar que Mataró estuvo presente en la final de la Eurocopa: porque todos saben que es la ciudad de una de las estrellas del equipo campeón, porque éste reivindica sus orígenes siempre que tiene ocasión, en este caso luciendo la bandera de la ciudad. Como decía aquel tuit, "Lamine, ¡enhorabuena y gracias por llevar Mataró al mundo!".
Finalmente, una buena idea del alcalde Bote pudo hacerse realidad gracias al trabajo de un puñado de personas de su equipo en el Ayuntamiento. Porque aunque a menudo hay quien, por supuesto desde el anonimato, esparce comentarios negativos para desprestigiar a Mataró en las redes a la mínima ocasión y se alegra de las malas noticias que genera la ciudad, porque éstas existen, los mataronenses tenemos sobrados motivos para sentirnos orgullosos de nuestra ciudad. ¡Viva Mataró y viva Lamine Yamal!