Desde el pasado 12 de octubre que llenan las calles mataronins con el olor de las castañas tostadas. Los castaños ya están en plena temporada, a pesar de que este año han empezado a medio gas. "De momento no estamos vendiendo mucho, cada año va a menos", lamenta José Luís Córdova, que tiene su parada a la plaza de las Tereses. El castaño apenas ha acabado una tanda de castañas, que esperan los próximos clientes. "Queremos una paperina de medio kilo", dice Aina. Ella y sus dos hermanas acaban de salir de extraescolares y tienen muy claro qué quieren merendar. "Estoy segura que las castañas volarán antes de llegar a casa", comenta su canguro.
Las lluvias de los primeros días han perjudicado mucho las ventas de los castaños. "La gente no salía y no veníamos nada, ahora se empieza a animar un poco pero todavía es muy flojo", dice José Luís Córdova. A la Riera ante Sala Cabañas se ubica la caseta de su hermano, Rafael Córdova, que también se dedica a vender castañas y moniatos: "Este año todavía estamos perdiendo más dinero porque la materia delgada ha subido y nosotros mantenemos el mismo precio al público". Actualmente, el kilo de castañas tiene un coste de doce euros.
José Luís Córdova hace unos veinte años que se dedica y su hermano Rafael, más de una treintena. Por eso saben que cuando se acerca la noche del 31 las ventas se disparan. "Confío que esto mejore de cara el fin de semana, porque los castaños hace muchos años que existen y sería una pena que la gente perdiera la tradición de comer castañas".