Esta semana empieza el Ramadán, la festividad más importante para la comunidad musulmana. Por segundo año, este mes de dejú, plegaria, reflexión y celebración se verá del todo condicionado por las restricciones establecidas contra la Covid . La mayoría de ellas, en especial el toque de queda nocturno, imposibilitan llevarlo a cabo según los preceptos tradicionales, en especial las plegarias colectivas matinales o nocturnas, pero los musulmanes mataronins aceptan, resignados, que este será un Ramadán vivido en la intimidad del hogar.
"Rezar no es una cuestión de vida o muerto, la pandemia sí. No pasa nada porque hayamos de rogar en casa". Así de claro se muestra Abdessamad El Bakali, presidente de la asociación Al Ouahda, entidad gestora de la oratori de Rocafonda. El Bakali se muestra del todo contrario al posicionamiento hecho público estos últimos días por asociaciones cómo la Federación Española de Entidades Religiosas Islámicas (FEERI) que ha pedido a las autoridades flexibilizar el toque de queda para poder cumplir con el Ramadán.
"Me parece totalmente fuera de lugar hacer esta petición, que puede dar pie a muchos malentendidos y percibirse cómo un trato de favor hacia nosotros", destaca El Bakali. La petición de entidades cómo FEERI viene motivada porque las horas de algunas de las plegarias que los musulmanes tienen que cumplir durante el mes de Ramadán coinciden con las franjas del toque de queda; en concreto la del amanecer (conocida como 'Fasr') y la de la noche ('Isha').
La FEERI pedía a la administración que coordinara posibles aperturas y cierres excepcionales para permitir que estas plegarias se pudieran hacer colectivamente a los oratoris, pero la mayoría de comunidades musulmanas, cómo la mataronina, no lo ven adecuado. "Nosotros, cómo todo el mundo, nos tenemos que adaptar a las normas que dictan las autoridades sanitarias", resuelve el presidente de A el Ouahda. Esto implica que las plegarias en horas de toque de queda tendrán que ser individuales o con la burbuja familiar a casa, y el resto se harán en el centro religioso siguiendo las normativas establecidas por estos espacios, sean del culto que sea (mascareta, distancia, aforo restringido, etc).
Es evidente, en todo caso, que las restricciones actuales imposibilitan celebrar el Ramadán con normalidad. No tan solo por las plegarias; en este mes es muy habitual que los musulmanes residentes a Cataluña vayan a ver sus familiares que viven en todo el país, algo que este año no podrán hacer debido al regreso al confinamiento comarcal. Tampoco habrá cenas colectivas ni la habitual presencia en la calle cuando se pone el sol (algo que, por otro lado, ha generado en otros años tensiones y problemas de convivencia a barrios como Rocafonda y Cerdanyola, donde se concentra buena parte de la población musulmana). Pero el colectivo se lo coge con filosofía. "El año pasado no vamos ni poder ir a la mezquita, todos cerrados a casa; este año sí que podemos, y lo hacemos alegres y contentos", resuelve El Bakali.
Desde Al Ouahda aseguran que son plenamente consciente de los riesgos que comporta la Covid. "Durante este último año hemos perdido cinco miembros de la asociación debido al virus, esto te hace tomar mucha conciencia; hoy y eres y al día siguiente, ya no", asegura El Bakali, que constata que la comunidad musulmana de barrios como Rocafonda "se ha familiarizado mucho con las normas y las intenta cumplir". En especial durante el Ramadán, un mes sagrado que posa sobre la tabla, entre otros valores, la importancia de tener presente y pensar en los demés. "Con el Ramàda pasa cómo con la Navidad, no será una buena celebración si, por culpa de habernos reunido, un familiar acaba en el Hospital", resuelve El Bakali.