La Cabalgata de Reyes ya ha terminado. Los niños ya están dormidos o se han ido tarde, y Sus Majestades y sus séquitos ya deben estar trabajando. Esta también es la magia de cada 5 de enero: que después de todo un año sale el acto con más seguimiento de todo el calendario mataronense y que cuando este se acaba, todos a cumplir. Antes de que unos cierren los ojos y otros llenen los salones de regalos, se ha visto una Cabalgata multitudinaria y con varios elementos novedosos. Y también una Cabalgata de despedida con el Avión, el Tren y el Barco que Josep Ciudad hizo hace más de medio siglo y que siempre nos han acompañado dando la vuelta por la capital del Maresme por última vez. Gracias por los servicios prestados.
Con una precisión horaria digna de los relojes más reputados, la Cabalgata ha invertido cuatro horas exactas entre el punto de salida en la plaza del Pintor Cusachs y la llegada al Ayuntamiento, donde como marca la tradición Melchor, Gaspar y Baltasar se han dirigido a las familias desde el balcón del edificio del Ayuntamiento.
Allí coincidieron en sus discursos tanto el Alcalde David Bote como los propios Reyes. Bote tuvo un recuerdo para los afectados por la Dana del País Valenciano y también para los niños de países en guerra. “Solidaridad, paz en el mundo y mucha comprensión”, pidió el alcalde a los Reyes en un discurso quizá demasiado largo. Al micrófono el Rey Blanco elogió la Cabalgata calificándola de “maravillosa” y a ver quién le lleva la contraria a todo un Rey. El Rey Rubio pidió a los niños que se fueran a dormir pronto y que tuvieran muchos sueños. El Rey Negro remató diciendo que lo más importante –dirigiéndose a los pequeños– es que han sido “buenos niños y buenas niñas durante todo el año”.
Las cuatro horas de la Cabalgata han visto desfilar a la Polaris y su nueva carroza, ciertamente disruptiva y –nunca mejor dicho– estelar. También se ha visto a la carismática Oca como corresponde, con pajarita y gafas, y a cientos de voluntarios dejándose las piernas y las fuerzas para que todos pasaran un buen rato.
Cerraba la comitiva la ‘carroza dulce’ que más que nueva es la adaptación de la antigua de los mensajeros reales y que era la única que dispensaba caramelos. Iba al final y los lanzaba de toffees a un ritmo de ‘dame, dame’. Unos dirán que demasiados pocos y otros que demasiado concentrados. Da igual. Lo dulce del día es que ha hecho buen tiempo, que Mataró ha salido a la calle y que su idilio con los Reyes se ha renovado conscientemente… en espera del mejor despertar del año, cuando ya es 6 de enero.
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