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"La gente tiene que saber qué es un buen pastel y que no"

Luciera Crusellas, el catalán que se ha convertido en el mejor maestro xocolater del mundo, habla de cómo tenemos que identificar los buenos pasteles.

El osonenc Rebrote Crusellas está asimilando haber sido proclamado mejor maestro xocolater del mundo en el prestigioso concurso internacional World Chocolate Masters que se ha celebrado a Pariera. Cree que la clave ha sido el trabajo en equipo. "Con 26 años, se llega aquí gracias a la gente que tienes alrededor y dejándote ayudar", explica en una entrevista a la ACN. Otro aspecto que tenía muy claro es que quería aportar cosas nuevas al sector, cómo son las texturas y los colores orgánicos y el mensaje que hay que cuidar más el planeta. Ahora quiere aprovechar este altavoz para hacer pedagogía. "Que la gente sepa qué es un buen pastel y que no. Hay mucho trabajo a hacer, que haya más cultura pastelera cómo la que tienen países cómo Francia".

El mejor maestro xocolater del mundo y su equipo formado por una quincena de trabajadores – la mayoría jóvenes cómo él - descargaban este miércoles por la mañana todo el material al obrador que el grupo PaVic tiene la capital de Osona. Como cabo de pastelería del Carme de Vic este es su centro de trabajo y también el laboratorio de pruebas que le ha permitido erigirse como ganador del concurso internacional de pastelería. "Estoy asimilándolo todavía", ha explicado con una sonrisa.

Llegar hasta aquí no ha sido fácil. Detrás hay mucha preparación, incluso en la manera en que se transportaba el material. "Contaba cada detalle, desde que abríamos el camión en el momento de la descarga ya había el jurado", recuerda. Aspectos cómo la orden, la limpieza, la disciplina y la actitud también eran aspectos a valorar, además del producto, que era la esencia de todo. "Han sido un conjunto de cosas y en todo momento me he sentido acompañado por el equipo, ha sido muy importante que todo el mundo tuviera un rol a cuidar", añade. Y es que la clave ha sido que "todo el mundo se haya sentido suyo el proyecto".

Aportar cosas nuevas al sector

De pequeño quería ser ciclista profesional si bien con los años ya vio que la gastronomía le interesaba. Su primo le propuso hacer unas prácticas en verano al restaurante de Can Jubany a Calldetenes y aquello lo hizo decidir. "Allá vi que era el que quería ser porque la pastelería tiene una parte muy creativa, te permite ir hasta el límite que tú quieras", recuerda.

Crusellas tenía claro que iban a la competición a aportar cosas nuevas y está muy satisfecho que así lo hayan valorado los miembros del jurado. El día de la entrega lo definieron como "símbolo de una generación de pasteleros técnicos, creativos e innovadores", una descripción que, por la osonenc, "es un honor".

Cuando se le pregunta por su sello lo tiene claro: las texturas orgánicas y los colores naturales. "A la pastelería ha habido épocas de muchos colores brillantes y fluorescentes", remarca. Su apuesta se centra, en cambio, en la natura como fuente de inspiración, al emular formas cómo las semillas y la tierra seca y con el mensaje que hay que ser más consciente del que tenemos alrededor y que hay que cuidar el planeta.