A partir de mayo empieza la temporada de fresas hechas al aire libre
A los cuentos y a las películas, sobre un mapa aparentemente mudo hay una X que marca la ubicación concreta del tesoro. Al Maresme no podríamos aplicarlo a la realidad porque gracias al clima y nuestra tierra tendríamos que rellenar buena parte del mapa de muchas X. A menudo hablamos con grandilocuencia (justificada, que quede claro) del guisante cómo nuestra perla verde pero justo después, de temporada, no se tiene que menystenir ni la fresa ni la cereza. Y pasas las hojas del calendario y llegamos a la época despuntando de la fruta roja que en el caso de las fresas tiene un elemento añadido que hace especiales las nuestras: no son ningún secreto pero nos las cultivamos prácticamente por nosotros mismos.
Poca gente al Maresme conoce el detalle de frutas y verduras y en habla con el conocimiento de causa de en Dídac Valera, del Huerto de en Dídac. Él es el que nos explica esta característica diferencial de la fresa desde el punto de vista del consumidor. Del mismo modo que los irlandeses dicen que la cerveza Guinness no tiene el mismo gusto fuera de la Isla Esmeralda, la fresa del Maresme pierde si viaja. Y si se come directo del labrador, mejora. "La fresa del Maresme tiene que pasar por pocas manso: del labrador al consumidor en un día o dos. Como máximo un comerciante con tacto de intermediario. Se tiene que recoger en su punto y para saberlo se lo tiene que conocer, por eso es una fruta que básicamente disfrutamos nosotros, los maresmencs. Y somos especialmente capriciosos!", explica en Dídac.
Pero qué vigencia tiene, esto de las temporadas de las frutas, en tiempos en que prácticamente puedes encontrar de durando todo el año? "La fresa se planta entre agosto y el septiembre, depende del calor y es hacia final de enero y hasta abril que cosechamos la que hacemos bajo plástico. Ya hacia final de este mes y mayo y junio viene la de aire libre. La clave de nuestra fresa, quien la hace buena, es el labrador que tiene cura y la sabe interpretar y cosechar. Es una fresa que a su punto de maduración es buena, muy aromática pero que se echa a perder rápidamente. Por eso el consumidor del Maresme sabe valorarla, y la busca", explica en Dídac.
Un tesoro efímero
La fresa del Maresme se cosecha en su punto. "Mujer por un viaje corto, es efímera y excelente, si pasan tres días como máximo mermelada", sentencia Valera. Por lo tanto hay que posarla en valor y no confundirla con la fresa que viene onubense, procedencia preeminente a la mayoría de tiendas y mercados. "La andaluza aguanta bien la cámara de frío, puede hacer viajes más largos pero la nuestra no. Incluso a nivel de variedad son fresas diferentes", explica. Eso sí, conviene no posarnos estupendos: la fresa del Maresme, protegida, es una variedad de origen francés. La que mejor se adapta en la tierra y el clima nostrats y aquella que tenemos que identificar en plaza y celebrar a cada queixalada dulce.
Fresa, fresón, maduixeta
Con la nomenclatura a menudo hay un aiguabarreig que puede generar confusión. En Dídac Valera nos lo posa fácil. "La fresa suele ser la que hacemos bajo plástico, la primera que llega al mercado y en cambio el fresón, algo más grande y más ácido se suele hacer al aire libre y llega cuando hace más calor". No hay que escoger, las dos variedades son buenísimas y todavía una tercera menos conocida: la maduixeta. Especialmente apreciada en restauración, por medida y dulzura. Tres tesoros diferentes!
Un muy buen año de fresas
A pesar de que la situación climática este año es alarmante por la sequía, no todo son malas noticias o (dicho de otro modo) la bonanza que ha hecho y las temperaturas altas han propiciado que sea una muy buena añada de fresas. "Las fresas necesitan buen tiempo y a pesar de que el otoño demasiado caluroso las desatinó un poco, el buen tiempo que ha hecho el marzo garantiza que las de este año sean unas fresas de mucha calidad. Quién coma lo notará".