Haciendo memoria quizás alguien no atina a pensar, pero hubo una pequeña porción de 2020 que no estuvo contagiada por la Covid-19. Esto no saca, pero, que a Mataró y en el Maresme los meses AD (antes del Coronavirus) tuvieran la más mínima placidez. De hecho estuvieron marcados por un trance meteorológico de grandes dimensiones que malogró, literalmente, media comarca. Fue el 20 de enero cuando Gloria dejó de ser el nombre de mujer o la proclama preferida hacia Las Santas por devenir el nombre propio del temporal más fuerte de los últimos años.
El temporal Gloria fue muy violento con prácticamente toda la costa catalana y en nuestra comarca ya se sabía que éramos propensos a recibir de lo lindo ante fenómenos meteorológicos como estos. En el Maresme, la borrasca se llevó por adelantado la carretera y el puente ferroviario que atraviesan el río Tordera, que no se pudieron recuperar hasta diciembre. Aquello fue lo más visual, pero los desperfectos fueron como el Gordo de Navidad: muy repartidos. Playas, puertos y paseos marítimos también sufrieron los efectos devastadores de Gloria, así como el campesinado, que en algunos puntos de la cuenca del Alto Maresme perdió prácticamente todas las cosechas.
A Mataró, más allá de dejar la playa y el Paseo Marítimo impracticables, la factura en forma de reparaciones de todo tipo fue altísima: de más de un millón de euros.
Las lecciones de Gloria
1. La vulnerabilidad del litoral
Se conocía que la orografía de la comarca es propensa a ser víctima de los temporales. De hecho las llevantades son habituales y con ellas la aparición y desaparición de playas enteras. También es ancestral que el Maresme vea bajar las rieras, su fenómeno pluvial más idiosincrásico.
Reparan el rompeolas de Arenys de Mar malograda por Gloria
Aquel 20 de enero, pero, el que pasó responde a la definición tòpìca de "tormenta perfecta" y demostró que la pinza entre el agua que bajaba por rieras o la propia Tordera, desbordando los cauces y el embate del temporal marítimo tenía en el litoral maresmenc, el gran escaparate que hace única la comarca, su punto más débil. Hicieron falta recursos, jornadas voluntarias e inversiones para recuperar un litoral presentable.
2. El cambio climático ya es emergencia
Los meteorólogos levantaban la voz aquellos días de enero. Gloria había sido un fenómeno meteorológico corriente de cantidades extraordinarias. Los cerca de 250 litros por metro cuadrado que llovieron son muchos, pero temporales o borrascas ha habido y habrá más.
El tren a su paso por el Tordera, durante el temporal
El fenómeno del cambio climático, que ya es una emergencia, hará más frecuentes nuevos episodios como el de este 2020 y es por eso que lo Maresme se presenta como una zona susceptible de recibir de lo lindo que tendrá que intentar operar localmente tanto como se pueda para mitigar y adaptarse a los nuevos condicionantes. O se apuesta por la sostenibilidad o se condena el territorio.
3. La insostenibilidad del tren de la costa
Para el Maresme, tener las vías del tren a tocar del mar siempre ha resultado problemático. Pero la situación se ha vuelto insostenible en los últimos años con unos temporales de levante cada vez más frecuentes y nocivos que malogran la infraestructura e interrumpen el tráfico de los convoyes. Los destrozos provocados por Gloria han posado de manifiesto que hace falta un trazado alternativo, puesto que las vías a raíz de costa no son seguras ni fiables.
El tren por la costa
Los alcaldes del Maresme reivindican que las vías se trasladen en el interior, un proyecto que hace años que está contemplado y que comportaría muchas ventajas para el territorio, pero por el que nadie ha decidido apostar firmemente. Sacar las vías de la costa, además de mejorar la seguridad y la fiabilidad del servicio de Cercanías en el Maresme, se tendría que sumar a la conversión de la N-II en un paseo ciudadano.