Carregant...

Manuel Cusachs

Carles Maicas: El teatro, toda una vida

Recientemente ha salido publicado el libro autobiográfico Carles Maicas: el teatro, toda una vida, editado por AISGE (Artistas, Intérpretes, Sociedad de Gestión), en catalán y castellano, donde su autor nos explica qué han sido los condicionantes, las circunstancias, las personas, que lo trajeron a dedicarse en cuerpo y alma a su gran pasión: el teatro. Es un libro muy interesante especialmente por los mataronins pues Carles Maicas nos describe a través de su vivencia personal el mundo de la farándula a casa nuestra y más concretamente el de la posguerra que él vivió intensamente. salen decenas de nombres de actores y actrices, de compañías y entidades que han configurado el mundo del teatro local. Y describe las circunstancias que propiciaron una profunda renovación del teatro a casa nuestra y de la que él es el artífice.

El prólogo del libro, de Josep A. Codina, es bien il•lustratiu de la personalidad de Maicas cuando describe la calle de San Juan, donde vive, y, sobre todo, la casa del protagonista: “así que cruzáis la puerta se abre, ante vuestros ojos, un montón de maravillas inesperadas. Te viene a la memoria el cuento de Häns und Gretl, con la diferencia de que aquí, las golosinas son adentro. A continuación que os acostumbráis a la media oscuridad, empezáis a descubrir una muchedumbre de objetos heterogéneos y mezclados: sombreros, máscaras, teatrins, casetas de muñecas, vestidos exóticos, una túnica de cardenal, jarrones, cuadros pintados...”.

Y después del prólogo nos adentramos al relato de su vida donde Maicas nos explica en primera persona sus propias raíces personales y familiares: “Nací en Mataró el 4 de octubre del año 1935, pero mis abuelos y mis padres eran valencianos”. Los decían “la casa de los valencianos”, donde criaban vacas y venían la leche al por menor. “Yo – confiesa – me crié en el entorno del ambiente del campo”. Dice que su padre dirigía una tierra de secano “lleno de almendros, propiedad del señor Esteve Albert y Cuervo”. Carles Maicas explica que su obsesión por el teatro fue debido “con toda seguridad a la influencia que tuve de dos señores, no hay ningún tipo de duda: Esteve Albert y mi maestro de catalán, Jesús Isla y París.” Y el primer contacto con el público fue cuando Esteve Albert hacía conferencias en todo el país hablando de padre Cinto Verdaguer y él recitaba fragmentos del sacerdote y poeta.

A continuación el relato del libro lo trae a hablar de la estimación que verso el teatro profesional tenía aquel Mataró del primer cuarto de siglo XX con “Los amigos del Teatro”. Nos descubre que su primer contacto con una compañía de aficionados fue con la de Rufí Isla y Miquel Comas, que actuaba al teatro del café Nuevo de la Unión de Cooperadores, haciendo de apuntador, de la mano de Antònia Espejo, vecina suya. Y su primer papel en un escenario fue a la obra “La Nodriza” de Frederic Soler Pitarra con el papel de galan joven. Y de la compañía Isla-Comas pasó a la de jóvenes de la misma Unión de Cooperadores comandada por Josep Diamante, de quien hace grandes elogios.

Entra a trabajar en el Banco Hispano Americano. Y en Josep Reniu lo hace entrar a la compañía de Radio Maresma (1951), que disfrutó de una enorme popularidad. Con 16 años se presenta a un concurso al Teatro Borràs “Grandes Concursos de Arte”, se decía, donde se puso el público al bolsillo recitando la “Leyenda del Timbaler del Brezo”. Ganó el concurso Antonio Ruiz “un invidente que poseía una extraordinaria voz de barítono y que recitaba extraordinariamente bien poemas en castellano” y que acabó siendo un buen amigo suyo.

Resiguiendo el texto encontramos a Marià Patuel, y su hija Angelina, de “Can Patuel” de la calle Isern, donde Maicas iba a buscar obras de teatro y nos describe el mundo mágico de aquella casa de visita obligada por los aficionados del teatro no sólo de Mataró sino de medio Cataluña. Cuando venían compañías de fuera a hacer zarzuela o ópera en Mataró “contrataban personal autóctono como figurants” y él lo aprovechaba pues “a la vegada que pisaba el escenario con gente profesional, cosa que me encantaba y me hacía presumir ante mis compañeros, además me daban una pequeña cantidad de dinero por nuestra col•laboració y además el poder entrar a todos los espectáculos sin pagar”.

Sus compañeros de trabajo al banco Miquel Gurri y Joaquim Parra le propusieron integrarse al Patronato de Sant Josep, del Centro Católico, dirigido por Jaume Colomer de quien dice que fue “mi maestro de teatro”. Y ya lo tenemos en el Centro Católico montando un grupo de teatro. Y participa a Los Pastorcillos y a La Pasión. Y nos habla de actores míticos de la Sala Cabañas como Pere Peradejordi, Eusebi Vidiella, Jaume Cusachs, Ernest Comas. Jaume Colomer y otros.

Segunda etapa
Y llegó un momento en que la Sala Cabañas se le hizo pequeña: “sentí la necesidad de ir más allá en el que hacía referencia al teatro, porque las obras que estaban representando los grupos amateurs y nosotros mismos no salían del que denominábamos “Teatro de Centro Parroquial” y Carles Maicas dice que aquí empieza su segunda etapa. “Llegó a mis orejas que en Barcelona se había abierto una nueva escuela de teatro” promover por el grupo “Los Juglares” y con profesor como Josep Montanyès y Maria Aurèlia Capmany. Y ninguno allá se va. Y conoce Josep A. Codina, Jaume Vidal Alcover, Albert Boadella, y otros. Era un mundo muy diferente del que había vivido. “La formación que recibí de aquellos profesores de teatro fue extraordinaria, el trabajo de máscaras, las improvisaciones, la acrobacia...” y con este bagaje devuelve a la Sala Cabañas y “los propósitos teatrales que traía “in mente” eran todo otros. Había que preparar a los actores técnicamente y hacer cursillos aunque pequeños de varias materias. Sorprendentemente representamos “La cantante calva”, de Ionesco y en contraposición, dentro del mismo programa “El oso” de Txejov.” Reproduce un fragmento que Jaume Calsapeu había escrito al libro Sala Cabañas. 75 años (1916-1991) y dónde dice que: “Su nivel de exigencia (lo de Maicas) iría además, después de completar su formación teatral a los Estudios Nuevos de la calle Aribau, suyo de los Juglares, y no tardaría al impregnar de método su trabajo en Mataró, dispuesto a erradicar conformismos y actitudes viciadas de los ui sólo querían hacer teatro para divertirse y pasar el rato, dando a entender que la función educadora del teatro respondía a planteamientos más profundos e coherencia ideológica.” Aquello era demasiado por una Sala Cabañas que seguía con su “teatro de Centro Parroquial”. Y Maicas se pasó con actores e ideas renovadoras al Casal Mutual de la Alianza de la calle Bonaire donde montó la compañía Siroco (la primera representación fue repetir “Un viento de garbí y un poco de miedo”, con asistencia de su autora Maria Aurèlia Capmany). Y el escenario de la calle Bonaire se convirtió en “un auténtico motor de la oferta teatral de avanguarda. Como aquellas semanas internacionales de títeres, los magníficos espectáculos de “Goliardos”, “Los Juglares”, “Grazna”, “Catarsis, “Comediantes”, “Tábano, “Esperpenmto de Sevilla”. “La Cuadra”, “Ditirambo”... Hasta que tuvo algunas discrepancias con la Junta. Maicas no se rinde y Siroco se convertirá en Colax “que cómo se puede observar es Siroco a la inversa”. Él, su hijo Moisès y en Feliu Plasència crearon el aula de Teatro al redós del Teatro Monumental. La nueva etapa ante Colax “fue muy intensa y enriquecedora”, dice Maicas a su libro. Pero tampoco se para aquí y organiza un montaje nuevo: “Los Negros”, interpretado con actores de raza negra, que tuvo una gran resonancia en el mundo teatral y cultural.

Otro secreto que el libro nos desvela es cuando Maicas confiesa que “Yo personalmente cuando más disfruto es a las primeras lecturas de la obra y el trabajo de mesa. Es cómo si estuvieras haciendo una autopsia a un cadáver, una disección del texto entre tú y los actores para llegar a entender las múltiples cuestiones que este compuerta.” Y es que Carles Maicas trae el veneno del teatro a su ADN.

Un archivo valioso
Y todavía un último secreto y una nueva faceta desconocida para el gran público de Carles Maicas cuando nos descubre que: “Yo, ya hace muchos años, que he ido recopilando, críticas, entrevistas por todos los medios y hoy dispongo de un archivo, correctamente catalogados por orden alfabético de más de 50.000 documentos y fotografías.” Un auténtico tesoro documental. “El que haría falta es que el Ayuntamiento o las entidades oficiales mataronines le facilitaran medios modernos, local, un equipo de col•laboradors y una ayuda económica”, como escribe al prólogo Josep A. Codina. Pero todavía dice más: “Y haría falta, finalmente, que lo nombraran mataroní il•lustro como reconocimiento de toda la tarea por él realizada. Porque en Carles Maicas es una persona única e insustituible.”

Este es Carles Maicas y Vallès, un mataroní enamorado del teatro. Un enamorado pero también un estudioso y un renovador que abrió las ventanas por donde entrara el aire fresco que buena falta hacía en el mundo teatral de casa nuestra.

Gracias Carles Maicas por tu enorme aportación personal como actor, director, e historiador y sobre todo, como renovador del teatro en Mataró