Cien años son mucho tiempo. Siempre en la misma casa. Carme Lluch Novel nació y no se ha movido nunca. Habitando la casa, viviendo de la tierra, subiendo los animales, trabajando al hogar todo el día. Cómo se hacía antes; de hecho, fines hace muy poco. Era la media entre dos chicos, en Joan, más grande, y en Josep. En Joan se casó con Anita Majó, de Hace falta Negro del Plan del Castillo, que tuvieron Montse y Andreu. Carme hasta el 14 años estudió a las monjas de Sant Josep y después aprendió de coser con las hermanas Boix al Camino real.
Can Bernadet, al Plan de Santo Simó, cerca de la N-II y el mar. Una casa que ahora luce espléndida: muy emparejada, en buen estado, dos plantas y fachada amarillo terrós. Tres altas arcadas dan al breve porche y una balustrada cierra el balcón del piso. Los Novel están desde hace unos 130 años, primero como masovers. El que los costó tener la casa en propiedad, en ochenta! Cuando desearon comprarla toparon con los amos, que tenían otras expectativas de cariz especulativo.
Al Plan de Santo Simó, tienen como vecinas Can Roca (o Parara), Can Pulga, Can Puig, Can Grau, Hace falta Valenciano, Can Llopis, Can Floriach, ... Más allá, las Cinco Sènies y las masías del Plan del Castillo, al pie del cerro de Onofre Arnau. Ella y su familia explican que esta zona no forma parte de las Cinco Sènies, a pesar de que últimamente se tiende a considerarlo todo integrado. Su madre, Pepeta Novel Bertran, a los tres años bajó con sus padres, de Can Serrucho a Can Bernadet. Se casó con Andreu Lluch Dorda, nacido a Can Rogent de Llavaneres y que vivía al Correo, entonces la casa más cercana. Trabajaban la finca, dos hectáreas, con cultivos que fueron cambiante con el tiempo. A la época buena de la exportación de las patatas había una gran actividad, por el buen clima de la zona las arrancaban en abril. Se tenían que cosechar, preparando los paners (después los sacos), facturarlos por tren para ser embarcado hacia Inglaterra. En otros momentos, hicieron cebollas, apios, siembras de temporada, de todo. Y los tomates en sus variedades, del copollet, la pometa, palosanto, de colgar, temprano. Y guisantes bajos e indians. Tenían la tierra muy muy trabajada. No quiere decir nombres, pero se ve que alguno de los vecinos no la dirigía tan bien. Faenaban la gente de la casa y algunos trabajadores. Y cuando se iba al Borne a vender el producto, se salía con el carro a las 7 del anochecer y se volvía a las 9 del dematí. Con las pausas correspondientes porque el caballo, comiendo del morralet, pudiera rehacerse. Más adelante, los transportistas Serralta, Busqué o Redéu los iban a recoger el producto. A los años sesenta, con la salinización de los pozos dejaron el cultivo de huerta y se dedicaron al clavel, que veían directamente al Mercado de la Flor de Vilassar.
Durado un tiempo también habían traído una viña, que era de los Montasell. Venían el vino que producían, muchas cargas, a la calle de Media Mejilla y los productos de temporada a la Plaza Grande. Por la Guerra Civil los hicieron ir a vender en Santa Maria, convertida en mercado. Precisamente los tocó el altar de Santo Isidre, patrón de los labradores. Carme regentaba la parada con en Josep, los decían "los dos hermanos". En un cacheo encontraron patatas en la casa y los obligaron a venderlas en la plaza de Cuba al precio tasado de 2 ptas/kilo.
Pasaron la guerra en casa. Con la entrada de los "nacionales" tuvieron que socorrer un soldado enfermo. La retirada de los republicanos se produjo por la carretera y a campo traviesa. A unos soldados los dieron cenar y se quedaron a dormir dos días al porche. Otros también fueron acogidos, mataron unos conejos y se los cocieron. A un comisario no lo entendían, los pedía "candela"; no quería luz, quería bebida.
Carme nació cuando Mataró y el mundo eran muy diferentes de ahora. Y las familias, las formas de vivir y el campesinado también. El trabajo era poco mecanizado, se labraba con caballo y se cosechaba a mano. Y no había horarios ni descanso. Después de toda una jornada, todavía quedaba trabajo para hacer. Los hombres, dar comer al ganado; las mujeres, coser y hacer media. Por la noche y de día a Can Bernadet. Hoy ella tiene un buen estado de salud, la cabeza clara y buena memoria, que le permite utilizar una moderna tablet, regalo de aniversario. Cien años, hasta hoy, que vive en casa con los sobrinos. Y que dure.