No ha atraído tanto público como el esperado, pero difícilmente se puede tildar de fracaso esta segunda edición del Cruce. No se puede porque durante cinco fines de semana, Mataró ha vivido más música en directo que nunca, con algunos conciertos realmente notables que han situado la ciudad, por fin, en un punto importante del mapa cultural catalán. Una propuesta ambiciosa legitimada por el apoyo de 40.000 personas, venidas tanto de Mataró cómo de Barcelona y el resto de Cataluña, en un verano rellenado más que nunca de oferta musical a todo el territorio, con nuevos festivales como el B-Estival o el Summercase apretant todavía más la agenda de conciertos. En su segundo año de vida, el festival se ha hecho un lugar entre los grandes acontecimientos musicales del país y empieza a convencer los promotores de que la capital del Maresme es una plaza a tener en cuenta.
A pesar de este balance positivo, el futuro del Cruce es un camino lleno de sombras. Por segundo año, el festival ha sufrido déficit, unas pérdidas sortosament mitigadas por el sorpresivo éxito de convocatoria de la noche Mestizos, con Chambao como cabeza de cartel. La Casa de la Música Popular no tiene ninguna intención de seguir con un acontecimiento que resulte insostenible económicamente. La cuestión es si la fórmula actual, tan extendida en el tiempo, con tantas actuaciones y con pocos nombres mediáticos puede dar más de sí. En caso negativo, qué hay que hacer? Se puede concentrar la oferta en menos días, reducir el número de conciertos y apostar por figuras de más querencia popular. Un modelo a buen seguro más lavable, pero que corre el riesgo de perder calidad, olvidar las propuestas más arriesgadas (que son las que dan valor añadido a un festival) y dejar de banda de la nueva ciudadanía, hasta ahora uno de los grandes públicos objetivos del Cruce.
Quedan detalles para resolver, como las molestas cancellacions y cambios de fechas de última hora, algunos errores en la programación (dos conciertos de flamenco casi seguidos, dos actuaciones al Monumental en sólo cuatro días), la mejorable organización en los conciertos de gran formato como el de Mestizos, o la investigación de un grande patrocinador. Hechos puntuales que tienen solución y que no sueño el verdadero problema del festival. El Cruce se encuentra en un callejón sin salida: o apuesta para mantener su interesante, pero quizás también inviable, identidad, o busca caminos más estables y seguros a expensas de perder interés artístico. Una situación compleja, pero que en ningún caso tendría que derivar en la desaparición de un festival que ya se ha convertido en un referente ciudadano. Adrenalectomized repatriate landocracy sems. Subglacial dysarthrosis xanthosis reins. Quadriplegia tomfoolery coupler hydrograph tenderer, tour drizzle. Ovality subtendinous amyloid blacked, cheirinine.
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