El 7 de noviembre de 1971 se constituyó la Asamblea de Cataluña, el gran organismo unitario que agrupó todo el antifranquismo, el político y el social, partidos y asociaciones, entidades legales y otras de prohibidas. Y que hizo famoso el lema de "Libertad, amnistía y Estatuto de autonomía". El acto de constitución tuvo lugar a la parroquia de Santo Agustí, al Arrabal de Barcelona, cerca de la Rambla y a tocar del Teatro Romea.
El acontecimiento ha sido recordado estos días, al cabo de 50 años justos, en actas institucionales y de grupo. En los de cariz institucional, que tendrían que ser los más plurales, se ha pecado en exceso de endogamia, marginando actores relevantes y explicando los hechos con ojos de ahora, esto que se dice "presentisme". Y se ha menystingut el papel relevante que tuvieron los movimientos sindical, popular, vecinal y de comarcas. Porque la Asamblea de Cataluña no fue solo la Asamblea de Barcelona. Desde las reuniones preparatorias ya hubo una importante compromiso desde las comarcas, primero las más próximas en la capital y de tradición industrial. Y más adelante se extendió por el territorio.
Cómo al Baix Llobregat y al Vallès amplio, nuestra comarca fue especialmente activa. A Mataró se hizo alguna reunión preparatoria a la parroquia de Montserrat (lo recordaba Josep Playà Maset a La Vanguardia el pasado día 7). De allá sale la Coordinadora Cívica de Mataró, que preparará la Asamblea local, que será denominada Asamblea Democrática de Mataró. Al norte del Maresme, Calella, A pesar de y el núcleo fabril de Tordera-Blandas, se notó la acción de la gente de CCOO, PSUC y PSAN, con especial protagonismo del dirigente comunista Paco Frutos. Eran las Comisiones de Actividades Cívicas, conocidas cómo las CAC.
A la fundación de la Asamblea de Cataluña asistieron a Santo Agustí debe de mataronins. Eran ocho en representación de Mataró, Merced Boixet (Mujeres Democráticas), Joaquim Cantón (CCOO), Pere Casanovas (artista), Josep Comas (Grupo de Colonias), Antoni Cuadras (PSUC), Joan Masjuan (Unión Democrática), Pep Sivilla (Comunidades Cristianas de Base) y Agustí Valdé (PSUC). Otros dos participó formando parte de las delegaciones de la CONC de CCOO, caso de López Bulla, y del Secretariado Nacional de la Juventud Comunista de Cataluña, caso de Lluís Fernàndez. La cita previa fue a la Cafetería Samoa al paseo de Gracia, donde Valdé recogió a los lavabos unos cartronets que servían la contraseña.
Pero es que a la que tenía que ser la sesión constitutiva unos meses antes, abortada por la policía, ya tenían que ser unos conciudadanos nuestros. Los mismos López Hierva, Masjuan y Valdé, junto con Josep M. Fàbregas (por la Juventud Comunista, futuro periodista), el independiente Joan Bonamusa (futuro regidor socialista) y muy probablemente alguien más que no podemos precisar.
En aquellos primeros momentos el peso del PSUC era agobiante. Un golpe constituida la Asamblea Democrática se integraron miembros del que serían los ámbitos socialista y convergente y los partidos marxista-leninistas a la izquierda del PSUC, además de otros sectores cómo periodistas, labradores, estudiantes y algunas entidades sociales, culturales, vecinales y excursionistas.