Al taller nos deja entrar ni mucho menos hacer fotos de las obras en las que se está trabajando, "Se tiene que preservar el secreto, sino esto seria past de los chismes". Pere Casanovas no nos permite pasar del despacho que le hace de antesala de la gran nave industrial al Plan de en Boet donde ejerce desde hace décadas "de escultor de los escultores". Al taller de este mataroní ha concurrido algunos de los mejores artistas del país de los últimos 50 años. Tàpies, Palazuelo, Oteiza, Llena, Mariscal, Plensa... han traído sus ideas porque él y sus técnicos los ayudaran a dar la forma definitiva. Un 90% de las esculturas públicas que hay en Barcelona han pasado por sus manos.
"Cuando un artista es bono se pone a disposición tuya y te escucha", relata Casanovas. El mataroní sólo trabaja con los creadores que lo entusiasman y con quien conecta. "Si no, no serás capaz de escuchar su obra, entender qué te dice y hacia donde tiene que ir". Para Casanovas, hacerse "corresponsable" de esculturas como 'Nube y silla' de Tàpies, o 'David y Goliat', de Llena implica debatir con el artista si las formas, al agrandarlas, ganarán o perderán poesía, misterio e intensidad, o si los espacio se vacían o se llenan. "El lenguaje artístico no se expresa en palabras, es como la música, abstracta y con misterio, pero también con sentido armónico", afirma el artista, algo que también aplica a sus propias esculturas, que ahora muestra al Museo Archivo de Llavaneres.
Ha trabajado con los mejores artistas. Con quien ha disfrutado más?
Seguramente con los pintores, a quién yo he ayudado a acontecer escultores. Al contrario que los que ya lo son, que venden con ideas preconcebidas fruto de la experiencia, los pintores llegan tan sólo con un concepto a la cabeza, sin límites, sólo con la voluntad de crear una ilusión y un sentimiento. Y yo los ayudo a obtener la tercera dimensión.
"Cuando un artista es bueno, siempre te hace caso, se pone a disposición tuya y te escucha"
Usted se considera artista o artesano?
Yo respeto la condición del artista, soy un artesano que pone todo su conocimiento al servicio del autor. Puedo mejorar el lenguaje del artista, pero siempre respetarlo, sin traerlo a mi terreno.
Este respeto sólo es posible conociendo en profundidad el artista y su obra.
Es fundamental. A menudo el autor no sabe expresar en palabras su lenguaje, porque ningún autor lo entiende al 100%, pero la obra en sí es el que permite leerlo. Fíjate que Joan Miró a menudo dejaba obras que había empezado abandonadas, de cara a la pared. Y no era hasta después de unos años que las recuperaba y entendía qué había hecho, cuál era aquella emoción que le había salido de manera espontánea pero que cerebralmente no podía procesar. Las obras de arte son emociones, no una ciencia exacta. La ciencia y el arte son la punta de lanza que abren el mundo, la parte racional y el espiritual del ser humano. El arte explica el alma de la persona, y esto es el que intento potenciar siempre en las esculturas, la parte espiritual y poética.
Qué relación tienen las esculturas públicas con su entorno?
No pueden contradecir el lugar donde se sitúan, hay de armonizar y poetitzar-lo, sin competir. No siempre se consigue, hay esculturas que envejecen muy bien en un espacio público, que cogen valor, y otros que acaban siendo repudiadas, que hacen que la gente se pregunte que demonios hacen allá. 'Nube y silla' de Tapias da modernidad y dignifica la calle Aragón, por mí lo más feo de Barcelona. O la pieza de Antoni Llena ante el Hotel Artes, que contradice, incluso riéndose, el entorno tan frío donde está situada, pero a la vez le mujer un escalf.
"Las esculturas no pueden contradecir el lugar donde se sitúan, hay de armonizar y poetitzar-lo, sin ánimo de competir"
Barcelona es un museo al aire libre de escultura pública.
Pasqual Maragall entendió que le daban puntos de encuentro referenciales, algo que toda ciudad necesita. Y cada barrio se acaba abanicando de sus esculturas. Me he encontrado más de un golpe colocando una pieza en una plaza y que me dijeran de todo: que qué mierda estoy jodiendo allá, que el que hacen falta son árboles y escuelas y no aquella porquería... Y a la cabeza de unos años, vuelvo y los mismos vecinos me dicen que ni se me acuda sacarla de allá, que esta es nuestra escultura, nuestro símbolo.
"No tengo ningún sentimiento de orgullo y pertenencia mataronina a nivel cultural e intel•lectual. Es una ciudad acomplejada, que no ha entendido nunca nada"
Y de Mataró, qué podemos decir?
A los años 70 fui uno de los organizadores de las Semanas Culturales, y fui al patronato de Cultura con el alcalde Joan Majó, el mejor que hemos tenido porque todo el resto han sido mediocridades. Pero hoy, a pesar de que vivo y trabajo en Mataró, no participo de la ciudad. Mi taller es aquí como podría estar en Vilassar o Premió. No tengo ningún sentimiento de orgullo y pertenencia mataronina a nivel cultural e intelectual. Es una ciudad acomplejada, que no ha entendido nunca nada. Un buen amigo mío, el escultor Moisès Villèlia, decía que en Mataró toda la clase dominante, todas las grandes familias, eran hijas del mismo cura. En su momento propuse a los artistas con los que trabajaba si cederían una obra en la ciudad de Mataró, con el objetivo de convertir el Paseo Marítimo en un museo al aire libre. Y ninguno de ellos me dijo que no. Hoy podríamos tener una colección importantísima, pero nadie en el Ayuntamiento me hizo caso. En esta ciudad la mediocridad a menudo es la que gana.