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Plaza de Cuba y Plaza Grande: compras con espíritu mediterráneo

La oferta de producto fresco, de proximidad y a un precio razonable son los principales argumentos de venta de los dos mercados municipales mataronins

Los mercados municipales de la Plaza de Cuba y de la Plaza Grande nadan a contracorriente, y por eso disfrutan de muchos adeptas. En un momento en que se impone la compra en supermercados y grandes superficies comerciales, teóricamente más cómodas y prácticos, los mercados se ofrecen como una alternativa fuerza más atractiva. Porque comprar no tiene que responder tan sólo a la necesidad de alcanzarse de productos, sino que también puede ser una experiencia placiente, un paseo al aire libre en busca de productos exclusivos y de proximidad, arraigado al carácter mediterráneo de este territorio. Tanto los mercados como sus respectivos entornos comerciales se presentan hoy en día como dos zonas llenas de vida, a pesar de que los tenderos también reclaman inversiones y mejoras.

La personalidad de estos dos mercados se basa en buena parte en su larga historia, que en ambos casos se remonta en el siglo XIX. El mercado de la plaza de Cuba inició la actividad a tombants de siglo, a pesar de que la imagen que presenta actualmente data de 1936, gracias al proyecto de Lluís Gallifa. Pero si hay un punto de inflexión en el mercado es la reforma integral a que se sometió en 2010. Un proyecto que sirvió para adecuarlo a los nuevos hábitos de los consumidores. Los principales cambios fueron la introducción de un supermercado, un aparcamiento gratuito, la reforma de las 36 paradas y los espacios de dinamización, como por ejemplo el Espacio Juego o el Espacio E-Ágora, o el aula de cocina.

Actualmente, el mercado de plaza de Cuba es un espacio que combina la tradición de los mercados típicamente mediterráneos con el comercio moderno. Las mejores carnes, el pescado más fresco y las frutas y verduras de kilómetro cero conforman una atractiva oferta de productos gastronómicos. "El cliente puede encontrar una gran diversidad de alimentos, de mucha calidad y a precios razonables", explica Teresa Codina, de Pescados Teresa, una parada de las de toda la vida al mercado. Codina considera que la reforma de la Plaza, ahora hace tres años, fue muy positiva. "Tanto para los vendedores como para los clientes, todo el mundo está mucho más cómodo, tenemos más espacio y el ambiente y la temperatura es mucho más agradable que antes". La presencia de un supermercado en el interior del mismo edificio ha resultado positiva, según la propia peixatera. "Los comerciantes hemos quedado contentos, porque de este modo los clientes pueden hacer toda su compra en la Plaza", asegura. El que sí echa de menos son "más plazas de aparcamiento", puesto que asegura que hay muchos clientes que provienen de fuera de Mataró, atraídos por la oferta de producto fresco del mercado.

Pero la actividad no se centra tan sólo en el interior del mercado y a su perímetro más inmediato. A los entornos del edificio hay una potente actividad comercial, con tiendas de todo tipos donde se pueden encontrar las mejores marcas y calidades. Alimentación, moda y complementos, peluquerías y salones de belleza o artesanía conforman la oferta. "Si tengo que destacar algo de la Plaza de Cuba y de sus entornos, es la diversidad de tiendas y de productos que encuentras", explica Oriol Floriach, gerente de la tienda de ropa Rosita. Según Floriach, los establecimientos cada vez están más especializados y ofrecen productos muy exclusivos. "Aquí podrás encontrar cosas que es muy difícil que puedas comprar en grandes superficies o en franquicias", apunta. También menciona el trato, cálido y familiar, propio del comercio de proximidad y de toda la vida. Los comerciantes del mercado y de los entornos consideran, pero, que necesitan un golpe de mano por parte del Ayuntamiento. "Ya sabemos que hoy en día no hay dinero, pero nos gustaría que se involucraran más en nuestra tarea, sobre todo en tema de promoción", constata Floriach.

Esperando la transformación
La historia del mercado de la plaza Grande se remonta a 1893. Precisamente este 2013 se celebra el 120 aniversario de la construcción de La Ringlera, el edificio central, obra del arquitecto mataroní Puig y Cadafalch. Se trata de un mercado modernista y muy singular, sobre todo debido a sus pequeñas dimensiones. Actualmente cuenta con 8 paradas fijas, y además hay las paradas de los marchantes que venden fruta y verdura fresca de lunes a sábado. Así, a pesar de compartir similitudes con el mercado de plaza de Cuba, también presenta un perfil bastante diferente.

Así como en 2010 la Plaza de Cuba se sometió a una amplia reforma, el mercado de la Plaza Grande todavía resta a la espera. A pesar de que conserva su encanto, tanto por la ubicación a la parte más antigua de la ciudad como por el producto de proximidad que se puede adquirir, necesita una transformación urgente. Así lo explica Sebastià Asturgó, gerente de Carnes Asturgó, a la plaza Grande. "Es un mercado bonito pero está bastante obsoleto". Asturgó recuerda que el Ayuntamiento aprobó el proyecto de reforma en 2006, con un presupuesto de un millón de euros. "Pero desde entonces no sabemos nada". El comerciante se muestra de acuerdo con las líneas maestras de aquel proyecto, tanto a nivel arquitectónico como de visión comercial. "La Ringlera tendría que derivar hacia el producto de degustación, como una forma de diferenciarse del resto de mercados de la ciudad", explica. De hecho actualmente al mercado ya hay establecimientos que van en esta línea de ofrecer platos preparados y productos para llevar en casa o para comerlos allá mismo. "El que no podemos hacer es un mercado como el de la Plaza de Cuba, tanto por nuestras dimensiones como por los hábitos de consumo actuales de la población", destaca Asturgó.

El proyecto que quería impulsar el Ayuntamiento preveía reducir el número de paradas de las doce que existían a tan sólo cuatro, especializadas en productos ecológicos, tanto de fruta y verdura como carne y pescado. También incluía la adecuación arquitectónica del edificio de Puig y Cadafalch y de sus entornos. Pero nunca se ha llegado a concretar. "Al final el que pasará es que, en ninguna parte de aplicar el proyecto, la administración dejará que sea el propio mercado quien evolucione por sí solo", sentencia Asturgó.

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