"Liquidación total por cierre". El cartel que cuelga en el icónico escaparate de la calle Barcelona no deja lugar a dudas. Calzados Castellsaguer, la histórica zapatería de Mataró, bajará definitivamente la persiana en los próximos días, poniendo fin a una trayectoria de más de 145 años. La imposibilidad de hacer frente a la competencia online, los outlets y las grandes marcas, junto con los cambios en los patrones de consumo, han sido factores clave para que los propietarios tomen esta decisión".
Calzados Castellsaguer se había convertido en un referente del calzado de calidad para hombres y mujeres, ofreciendo marcas reconocidas como Geox, Clarks y Panama Jack, así como una amplia gama de complementos como bolsos y accesorios. Pero sus propietarios, la quinta generación de la misma familia que lo gestiona desde el año 1879, se despiden. "El pequeño comercio como el nuestro no funciona", reconoce Nacho Itoiz Castellsaguer, gerente de la tienda.
El tataranieto del fundador de Calzados Castellsaguer apunta a diferentes causas. Por un lado, reconoce que no han sabido "adaptarse a la situación actual", ya que "La competencia mejor preparada, Internet, los centros comerciales y La Roca Village han sido mucho más fuertes y competitivos que nosotros". Esto se ha notado, destaca, en un descenso continuado de la clientela, sobre todo en el sector más joven, que ha encontrado "nuevos canales de consumo" y también otros intereses. "Para las nuevas generaciones, y yo mismo lo noto con mis propios hijos, cuestiones como el ocio pesan mucho más", destaca.
Los carteles lo dejan bien claro
Críticas al Ayuntamiento
Desde Castellsaguer, sin embargo, tampoco escatiman críticas al Ayuntamiento de Mataró por la falta de políticas de apoyo al comercio, especialmente en términos de movilidad. "Esta área superprotegida de vehículos que han hecho en el casco antiguo no tiene ni pies ni cabeza", asegura el comerciante, que entiende que calles como Barcelona sean exclusivamente peatonales. "Pero no tiene sentido que la Muralla sea una trampa para conductores despistados a los que les cae una multa, se enfadan y ya no vuelven", concluye.
Cinco generaciones de zapateros
Los propietarios aún no saben qué día bajarán definitivamente la persiana. Dependen de cuándo podrán terminar la venta del stock restante, aunque los escaparates ya están vacíos, y de poder traspasar el local, que ocupa dos casas en los números 7 y 9 de la calle Barcelona. En la planta baja de una de ellas se fundó, a finales del siglo XIX, la primera tienda Castellsaguer, de la mano del tatarabuelo de los actuales gerentes, que llegó a Mataró procedente de Vallgorguina para trabajar como zapatero. De lunes a sábado arreglaba zapatos y los domingos se instalaba en la plaza de Santa Anna para limpiar botas. El negocio prosperó y pudo abrir la tienda en el actual local centenario. "Aquí es donde empezaba la historia de las cinco generaciones de Calzados Castellsaguer, y hoy con mi esposa Laura, mi hermano Joaquim, mis padres Joaquim y Margarita y yo es donde termina", reza el escrito que Itoiz Castellsaguer está entregando a los clientes a modo de despedida.
Crisis en el sector de las zapaterías
Con el cierre de Calzados Castellsaguer, Mataró pierde otro establecimiento emblemático que formaba parte de la identidad comercial del centro de la ciudad. Un adiós que se suma a una tendencia preocupante en el sector de las zapaterías en Cataluña, que ha experimentado una caída significativa en los últimos años.
Proximidad y calidad como factores de supervivencia
En esta línea reflexionaba en Capgros.com Joan Tolrà, propietario de Pell Tolrà, que mantiene su tienda de zapatos y complementos en La Riera a pesar de haber tenido que cerrar recientemente las de Sant Cugat del Vallès y Granollers. "Hay un cambio en los patrones de consumo muy grande, la gente no tiene problemas en gastarse 1.000 euros en un móvil y le cuesta mucho más gastarse 100 euros en unos zapatos", reconocía, agregando que los jóvenes apuestan sobre todo por las "experiencias". "Prefieren vivir las cosas, más que poseerlas". Ante esto, como receta para la supervivencia de un comercio tradicional, Tolrà considera que "la proximidad" es el factor clave. "Conocer al cliente, tratarlo de manera personalizada y con calidez humana, asegurándose de que se vaya satisfecho, es básico".