Los profesionales vinculados a la organización y celebración de casamientos han vuelto a poner en marcha la maquinaria después de meses con la actividad parada casi del todo. El sector aglutina desde las empresas encargadas de organizar la fiesta hasta los restaurantes, pasando por profesionales cómo fotógrafos, animadores, sastres o joyeros. Con el alivio progresivo de las restricciones para evitar contagios aseguran que empiezan a ver la luz después de un año y pico en que la parálisis de los negocios se ha llevado por ante varias empresas y ha hecho tambalear muchas más. Ahora trabajan con la perspectiva de retomar el vuelo poco a poco, a medida que se vayan aligerando las medidas que restringen parte de su funcionamiento habitual.
En marzo de 2020 los profesionales vieron cómo el estallido de la pandemia hacía parar toda la actividad que tenían programada, un hecho que llevó a que las parejas que tenían previsto casarse se vieran obligadas a suspender a aplazar la celebración o suspenderla hasta que la situación no mejorara. Todo y el levantamiento del estado de alarma en junio de aquel año, las pasas atrás hechas con nuevas restricciones o confinamientos territoriales hicieron que muchos de los enlaces reprogramados también se tuvieran que cancelar, cosa que ha comportado una acumulación de citas por encabir de nuevo en el calendario y que ha agravado la situación económica de las empresas que participan en todo el proceso.
"El contacto entre las empresas que participamos en la celebración de un casamiento es cómo una telaraña, hay planificadores de casamientos, restaurantes, empresas de càtering, joyeros, agencias de viaje, animadores o músicos, que permiten que un acontecimiento se prepare, empiece y acabe", explica Pep Minguell, presidente de la Asociación de empresas de Acontecimientos y Casamientos de Cataluña (AEGECat) y propietario de la firma La Cumbre Acontecimientos, de Castellar del Vallès. Esto hace que una parada en el sector tenga una afectación en empresas que ofrecen diferentes tipos de servicios y que tienen como pieza importante de su actividad los casamientos y otras celebraciones.
Uno de estos sectores es lo vinculado a los trajes de casamientos, sobre todo los de novia. La pandemia frenó encargos ya en marcha, también aquellos que habían encargado invitados en la fiesta: "En nuestro caso también nos encontramos con que algunas tiendas a quienes suministramos nos empezaron a cancelar los pedidos hechos", explica Maria Roch, propietaria de un negocio centrado en los trajes de ceremonia con el mismo nombre a Barcelona.
En junio de 2020 se vivió un repunte de optimismo con el levantamiento del estado de alarma y la previsión de recuperar el que se denominó la "nueva normalidad". No obstante, pasado el verano el regreso de medidas restrictivas volvían a cancelar contratos y pedidos firmados con empresas vinculadas al transporte de invitados, fotografía o càterings hasta nueva orden; una orden, pero, que ha llegado demasiado tarde para parte de los sectores implicados.
Así, la duración y la intensidad de las restricciones ha llevado a muchas empresas a no soportar económicamente la situación y tener que cesar el negocio, entre ellas tres restaurantes, tres organizadores de casamientos y un fotógrafo del AEGECat. "Nosotros reunimos un centenar de empresas de diferentes ámbitos, pero a Cataluña hay entre 3.000 y a 4.000 empresas que se dedican", detalla Minguell, posando de manifiesto que la afectación es más elevada al conjunto del país.
Reactivación del sector
Con el progresivo levantamiento de las restricciones, pero, han ido viendo la luz al final del túnel. Un golpe llegada la autorización porque la restauración pudiera abrir hasta la medianoche, se empezó a poner en marcha la rueda: "Empezamos a liberar casamientos que estaban bloqueados, y avisar que a partir de junio los novios se podían casar, porque tuvieran tiempos de volver a grabar las sortijas, hacer nuevas pruebas de trajes, o avisar los invitados", explica Minguell.
En el caso de los trajes también se ha notado un regreso de la alegría. "La sensación es que la gente ha salido de casa a último momento, que necesita un traje por pasado mañana, he notado una prisa en la invitada porque ha apurado en último momento", relata Roch, que por otro lado mantiene que la novia suele ir con la previsión habitual.