Después de casi medio siglo formando generaciones de músicos, el Aula Masafrets de Mataró cierra una etapa importante y emprende este curso 2024-25 un camino que quizás no es tanto nuevo: volviendo a los orígenes. Fundada en los años setenta en el barrio de Peramàs, la escuela, gestionada como cooperativa cultural y de educación musical, ha sido un referente tanto en la vertiente pedagógica como en la cultural de la ciudad.
En su espacio se han formado muchos alumnos, "hemos llegado a tener hasta terceras generaciones de una misma familia", explica Alba, una de las dos fundadoras y profesoras de la escuela. "Somos una familia, el alumnado ha crecido con nosotros, el equipo docente hemos crecido con las familias", haciendo que el perfil de la música fuera desde un enriquecimiento personal a formar músicos profesionales. Así, el Aula Masafrets ha ido más allá de la formación, acogiendo pequeños y grandes en un entorno próximo y enriquecedor, donde las curas y el aprecio por el proceso de aprendizaje es el centro.
La nueva etapa supone una vuelta a los orígenes. "Actualmente, en la ciudad hay propuestas con valores muy potentes, con muchos más recursos para poder mantener una oferta variada de instrumentos. Ariadna, profesora y socia también de la cooperativa, continúa diciendo "nosotros, pero, creemos que necesitamos decrecer, apostando por la formación del piano, el violín y la viola, con el lenguaje musical, para así también tener tiempo para tejer nuevas alianzas". En el Aula siempre había tenido un peso muy grande la escuela de música, y actualmente la rama de la gestión cultural y los proyectos a la comarca va cogiendo más importancia.
El local donde estaba la escuela hasta ahora, inaugurado el 2003, dejará de ser la sede del proyecto y está a la venta. Esto no quiere decir que se pare la actividad musical y pedagógica.
Hacen falta espacios de pausa
"La práctica de la música, la cultura de abrazar el estudio, la concentración, el recogimiento, la atención, todo el que va del brazo con el hecho de tocar un instrumento clásico, continuará. Ahora más que nunca, necesitamos espacios de pausa, de escucha activa hacia procesos de largo recorrido, como es el hecho de aprender un nuevo lenguaje, tocar con otra gente y estar atentas al colectivo". Este objetivo comenta la Pepita, co-fundadora del Aula, deja claro que no puede pararse. Con proyectos como intercambios de Erasmus+ con jóvenes, acercar la música a residencias y espacios de curas a la gente mayor, participar dentro de las fiestas mayores de los barrios, colaborando con otros espacios educativos, tienen que suponer crear un contexto para el alumnado del Aula: continuar con un acompañamiento que mantiene la esencia destacada de hace tantos años de la escuela. La escuela tiene previsto mantener una presencia cultural en la ciudad, con proyectos puntuales o conciertos más regulares como el ciclo La Modesta (un ciclo de más de tres años de vida, con una programación periódica y feminista de música de cámara, una mirada tan necesaria actualmente en espacios públicos) con el apoyo del tenor mataroní Amadeu Casanovas.
Decrecer como evolución
"Decrecer como término de evolución, de aprecio hacia querer hasta donde podamos y no forzar estructuras, de ser críticas con la sociedad y la precariedad en que nos encontramos los espacios educativos, culturales y musicales, tanto por las trabajadoras como por el fuerte impacto económico que supone por las familias. Despacio, abrazando la proximidad, el hacer nunca por encima de cuidarse, tanto en la vida como en la música, nuestro refugio", concluye Ariadna.
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