A un mes de nuestra fiesta mayor y en una situación de reanudación de la actividad, muchos mataronins estamos asistiendo con estupefacción a como el gobierno municipal de la ciudad ha decidido borrar (literalmente) del calendario Las Santas de este año.
Hace un par de meses, el Alcalde de la ciudad decía exactamente que "antes de cancelar la fiesta mayor se tiene que intentar buscar el equilibrio entre la exigencia sanitaria por la crisis de la covid-19 y la necesidad de los ciudadanos, especialmente de los niños, para disfrutar de una celebración que es en el ADN de los mataronins", y que "después de tantos días cerrados sin ver los amigos, tocarse ni relacionarse, me cuesta de imaginar no poder darlos una respuesta".
Además, emplazaba la ciudadanía a participar en la decisión de cómo tendrían que ser Las Santas de este año. Una supuesta participación que incluía también la implicación de todo el consistorio municipal (predispuestos a sumar desde el primer momento), las pandillas institucionales de la ciudad y las entidades y voluntarios habituales de la fiesta mayor.
Pero a la hora de la verdad, nada de nada. El gobierno del PSC y del Comunes (más difuminados que nunca) en una nueva gran dosis de populismo, ha decidido anular unilateralmente la Fiesta Mayor de Las Santas (sin la participación ni el acuerdo del resto de fuerzas políticas, económicas, culturales y sociales), evidenciando así una falta de respeto hacia los impulsores y todos los voluntarios que durante años han gestado la fiesta, y también verso la festividad de cariz más religioso.
Ninguna capacidad para consensuar entre todos los agentes implicados cómo tenía que ser la fiesta mayor de este año, ningún esfuerzo de imaginación y ninguna voluntad de encontrar soluciones enmarcadas dentro de las medidas sanitarias.
La propuesta: inventarse un festival alternativo con nombre ("Mataró se eleva"), imagen gráfica y presupuesto propio (250.000 euros), distribuido en 3 días y 8 puntos de la ciudad.
Que las actividades culturales tengan una mayor distribución territorial y que no sólo queden concentradas al casco antiguo es una buena noticia, sí, pero no si esto es en detrimento y sustitución del programa "clásico" de Las Santas.
Todo el mundo sabía desde el inicio de la pandemia que este año habría muchos actos multitudinarios que no se podrían hacer, es de cajón, pero han quedado también cerrados bajo siete llaves multitud de actas que también dan sentido en nuestra fiesta y que con un poco de inventiva y sobre todo voluntad política, se podrían haber llevado a cabo (siempre cumpliendo las recomendaciones sanitarias del momento).
Pero no, el gobierno ha decidido prescindir de la esencia de la fiesta (cartel incluido), que ha quedado relegada a "La Vallamos", las "Madrugadas" y la "Misa" (que todo sea dicho de paso, no está organizada por el Ayuntamiento).
Pero es que además de haberse "cargado" directamente el programa de Las Santas con todo su ritual (portal, llamamiento, vigilia, fiesta y epílogo), las figuras festivas de la ciudad no tendrán ninguna presencia, más que una simple exposición a Can Marfà, que es donde duermen el resto del año.
Cuando las poblaciones de todo Cataluña (incluida Barcelona) encuentran soluciones en la aparición, ni que sea simbólica, de sus gigantes, enanos y bestiario festivo en general, Mataró (y sobre todo, las criaturas de quienes hablaba el Alcalde) se quedará sin ver su estimada familia Robafaves, las diablesas, los dragones, las momerotes y tampoco el águila, como representante de la ciudad. Por más Inri, no se los mujer ni la oportunidad de pasar los días de Las Santas a la Casa Grande.
Todo ello un auténtico despropósito de un gobierno mediocre, ignorando y torpe que prefiere obviar la importancia de su fiesta mayor (también dentro del panorama festivo catalán) por miedo a los quién los puedan tildar de irresponsables, inventándose un nuevo festival porque no se los pueda acusar de no reactivar la actividad cultural, con el agravante que, tal como está planteado, no satisfará los deseos de gresca (sobre todo de los más jóvenes) con las posibles problemáticas que esto pueda comportar.
Lo quiera el gobierno de la ciudad o no (y sin olvidar todos los conciudadanos que se lo estén pasando mal) seguro que todos quienes quieran vivir y sentir la Fiesta Mayor, este año, encontrarán alguna forma de celebrar Las Santas y hacer que simbólicamente existan de alguna manera. Y que haya campanas, olor de pólvora y ruido de morterets, y que se guarnan los balcons y se luzcan las camisetas, y que a las casas se beba Juliana y la gente cante hasta 15 y salte a ritmo del Bequetero. Y que las figuras estén presentes y que llamamos muy fuerte que "No hay bastante", y, un golpe más, Mataró se sentirá orgullosa de acabar el siempre caluroso julio con la fiesta dedicada a sus patronas.
Porque, por suerte, Las Santas superan los gobiernos y sobre todo aquellos quienes las querrían empequeñecidas e irrisòries.
"Este lugar ceñido de mar, cerros, sènies y rieras, volverá a hacer fiesta principal, como hace tantos años, por voluntad del pueblo."
"Que tengamos todos buena fiesta mayor y que seamos de nuevo protagonistas, al grito que más expresa el que sentimos, que en Mataró es: Gloria a Las Santas!"
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