Joan Palomer 'Pal' amb el llibre 'Mataró anònim 2'
Joan Palomer 'Pal' amb el llibre 'Mataró anònim 2'

Cugat Comas

Artur Palomer: "Mataró funciona porque todos somos anónimos"

Entrevista a Artur Palomer, 'Pal', que ha publicado el segundo volumen de ilustraciones 'Mataró anònim 2' más de 40 años después de la edición del primero

Artur Palomer, conocido como Pal, lo ha vuelto a hacer. En 1981 publicó un volumen titulado ‘Mataró anònim’, con dibujos de diferentes lugares de Mataró. Es uno de esos libros de coleccionista y de culto, guardado con celo en distinguidas estanterías, totalmente descatalogado. De ahí saltamos a 2024, 43 años después. Pal ha dibujado 40 escenas mataroninas en un libro mayúsculo, un auténtico tesoro local. Son alrededor de cuarenta láminas, con sus personajes y su historia. Cada escena va acompañada de textos a modo de glosa y reflexión de Jaume Calsapeu, la mejor pluma local tras Manuel Cuyàs. Santi Carreras firma el prólogo y ha sido el otro cómplice necesario para este ‘Mataró anònim 2’.

Pal es dibujante, ilustrador, maestro, pintor y, básicamente, un mataronense de mirada aguda y trazo privilegiado. Dibujando, explica la ciudad y admite que, a su edad, básicamente, se lo ha pasado en grande haciendo este libro. Hojearlo, fijándose en cada uno de los detalles, es un ejercicio magnético. El Mataró anònim es la ciudad de todos, la que siempre está llena de gente y donde cada uno es él mismo, pero básicamente forma parte de la escena. Pal no ha dibujado los espacios tal como son, sino como los percibe. Y nos ha dibujado a todos y, al mismo tiempo, no ha caricaturizado a nadie. ‘Mataró anònim 2’, autoeditado, es un diamante que se suma a su predecesor y a otros dos volúmenes más en la corta pero espectacular aportación de Palomer a la colección de ‘libros mataronenses’.

De verdad, ‘Mataró anònim 2’ es lo mejor de lo mejor, hecho por uno de los grandes nombres del arte local.

¿Cómo surge el proyecto de hacer un segundo ‘Mataró anònim’?

Empezó como una obsesión. Yo siempre dibujo, nunca le digo que no a demasiada gente y trato de mantenerme activo. Me planteé cómo ha cambiado el Mataró que conozco desde el otro libro… y empecé a hacer y a animarme con escenas y personajes. Unos cuantos comentarios a favor de alguien que conozco y así hasta llegar a las 40 láminas. Al principio no pensaba en editarlo porque es caro por naturaleza y de hecho no quiero ganar ni un duro con esto. Pero al final sí.

Hay un momento en que el divertimento se convierte en libro. Con dibujo y textos.

Hablando con Jaume Calsapeu, buscamos los lugares y sitios que yo conozco y tratamos de darle sentido. Es Jaume quien me ordenó un poco todo, y entonces le pedí que, a diferencia del primer libro, en este sí quería que hubiera un texto. Se hizo de rogar y estuvo dudoso, pero dijo que sí. El encargo era que no explicara el dibujo, porque no hacía falta. Que el dibujo fuera por un lado y el texto por otro. Le di total libertad, y realmente lo que hizo con carta blanca es fantástico. Jaume ha escrito lo que ha querido a partir de las muestras y realmente ha hecho una gran aportación porque añade mucho valor al libro.

¿Cuál es la técnica de dibujo?

Dibujo con rotulador permanente porque así, cuando pones tinta aguada después, no se estropea. Lo hice dibujo a dibujo, tensando la lámina con papel engomado. Y del original al libro sí que he hecho algún cambio con ordenador. He tenido que eliminar personajes y en algunos casos añadir elementos, para que funcionara a nivel de volúmenes. Pero es la excepción.

Los espacios que dibujas los trabajas a partir de fotografías.

Con Santi Carreras hicimos tres o cuatro recorridos por la ciudad haciendo fotos. Yo le pedía cómo la quería y él, que sabe, hacía la instantánea. Necesitaba que la foto fuera a la altura visual, sin picados, para tener perspectiva humana. Fuimos encontrando los ángulos que yo quería y, a partir de sus fotos, pasadas a fotocopia en papel vegetal, me servían de base para ir añadiendo los personajes.

Hablemos de los personajes. ¿Cómo creas las escenas en el espacio?

Siempre, en cada lámina, hay uno que no lo parece, pero es quien origina el problema. Alguien que tropieza o que provoca que pase todo lo demás. Este empieza, y a partir de él, los demás. La escena va creciendo a partir de personajes que he visto, que tengo en mente, que me los imagino. Buscando siempre un toque humorístico.

¿Es humor o sarcasmo lo que desprende tu trazo?

Es humor, sarcasmo e ironía, todo es parte de la salsa. Cuando hacíamos ‘La pipa d’en Roc’ ya iba por ahí. Cuando participaba en la segunda época de ‘El Maresme’, también. Yo no sé dibujar por dibujar: si no aporto mi punto de vista, no me pongo.

Y todas las escenas están siempre repletas de gente.

Es que el Mataró por donde me muevo siempre está lleno de gente. En cada uno de los espacios que dibujo pongo mucha gente porque la veo. O pongo mucho transporte, gente cargada yendo de un lado a otro, porque lo observo así. Puede ser recurrente, pero es fiel a la realidad.

¿Quién es más Mataró anònim: la propia ciudad, los personajes, tú como dibujante?

Yo no soy anónimo porque me he dibujado a mí mismo, aunque no pongo mi nombre. La idea es que todos los personajes son anónimos. Hay alguno que puede tener un toque de personas concretas y reconocibles, pero son la excepción. Y es solo un toque, un aire. Nunca una caricatura. Y si he dibujado a un personaje anónimo que a quien lo ve le recuerda a alguien que yo no he identificado, mejor. Es entonces cuando funciona este ‘Mataró anònim’ que es como la ciudad. Se trata de dibujar la situación y no las personas. Todos son anónimos y al mismo tiempo no son nadie.

¿Hay una crítica implícita a Mataró en estos dibujos?

No lo pretendo. No soy nadie para criticar nada de mi ciudad. A nivel público, cuando presento un trabajo, no puedo criticar. ¿Puede alguien percibir algún toque como crítica? Puede ser. Hay espacios que han cambiado respecto a cómo los fotografiamos o cómo he querido recordarlos. Hay detalles históricos que recuerdo y que ahora ya no están. En ese sentido, quizás sí existe la voluntad de dibujar ese Mataró nuestro que hemos ido perdiendo.

¿Hay espacios dibujados que son auténticos puntos de encuentro?

Es que, por ejemplo, el Frankfurt o Correos. Yo veo una mezcolanza de gente tan diferente que siempre me pregunto qué van a hacer allí. Aquí también pongo un toque en cada uno. Son esas historias las que me interesan. Las de dibujar personaje a personaje. Y también, si te fijas, dibujo muchos animales. Me gustan, pongo perros y gatos… y también palomas. Estas sí que con un poco más de intención, porque ¡vaya que ensucian!

En la parte final del libro te acuerdas de Pepe Novellas.

Con Pepe éramos hermanos. No biológicos, pero hermanos. Nos hicimos desde que éramos muy pequeños, y llegó un momento en el que la comprensión y conexión entre nosotros era total. Esto solo me ha pasado con él y lo echo mucho de menos. Había una magia entre los dos, podíamos estar hablando de lo que fuera… y conectábamos. Tenía muy claro que quería recordarlo como lo he hecho. Ya que me he autoeditado, quería recordarlo.

Con respecto a la vida cultural y artística de Mataró, has dado un par de pasos atrás.

No estoy muy implicado. Desde que cerramos el grupo de ‘Dimarts del llimoner’, obviamente mantengo el cariño y la amistad con gente como Perecoll y toda la gente del ‘mundillo’, pero de mi quinta muchos estamos más deteriorados y apenas los veo, como Ricard Jordà, Yago Vilamanyà o Parés de Mataró, por mencionarte tres. Con la gente joven tengo una conexión diferente porque, en muchos casos, han sido alumnos míos en el Satorras. Pienso en Sit Cantallops, Carla Aledo o Mohamed L'Ghacham. Que gente que ha pasado por tus clases haga trayectoria es algo que hace gracia. Yo, como profesor, no tenía un aula, sino un taller. El arte se enseña haciendo trabajar la cabeza y manchándote las manos, y verlos años después que se puedan dedicar a ello, como alumnos, te reconforta.

En el prólogo, Santi Carreras dice que ‘continuará’...

Santi ha escrito lo que le ha dado la gana y ya está bien. Tengo una edad, ya. Pero nunca se sabe.

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