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Cugat Comas

El debate de Capgròs muestra más diferencias que discrepancias

Una Sala Cabanyes llena asiste en un debate de Capgròs sereno y sin tiranteces con los temas típicos y tópicos de protagonistas

La Sala Cabañas se llenó a tope jueves 18 por la tarde por el debate decisivo de esta campaña electoral a Mataró. No es habitual ver los políticos iluminados ante una platea y un anfiteatro oscurecidos y expectants, con la grazna de cada uno y también público passavolant. Sí que era corriendo, previsto y previsible que los temas que protagonizaran el intercambio fueran los de más comentario a la ciudad. Seguridad, ocupaciones, promoción, movilidad. Carpetas que todas las opciones llevan estudiadas al por menor. El debate moderado por Vern Bueno no salió del guion ni va guixar fuera de la raya.

Se suele asociar el concepto de debate electoral a un intercambio pugilístic pero muy pocas veces pasa esto. Y es más, cuando pasa no es muy agradecido de ver ni de digerir. Los debates son píldoras de colores diferentes, una plaza con paradas que gritan por colocado su género, un escaparate del día a día con los cuadros pintados sobre el presente y las trazas de futuro según cada partido-artista. Y lo Mataró que se vio a la Sala Cabañas, por suerte, no tiene la altisonància por banda sonora.

  • El debate electoral es una iniciativa impulsada por Capgròs Comunicación, que cuenta con el patrocinio de la Escuela GEM, Àkteon, Aluminios Iluro y Clínica Dental Monblanc. La producción del streaming corre a cargo de Alarona Studio.

El debate fue sereno y se pudieron ver las diferencias entre partidos sin que se abrieran muchos esvorancs de discrepancia. Un debate suave? Depende. Las normas eran comunes y cada cual intentó sacar el cabo por allá donde los han dicho que lo tienen que hacer.

Son disciplinados los alcaldables mataronins. No es fácil estarse una hora y tres cuartos sentado en un taburete alto, pero a esto han venido. Son los cinco candidatos de los cinco partidos que han estado en el Ayuntamiento estos cuatro años. Se los conoce y se conocen. Están habituados a tratarse y a debatir. En un mandato de arco parlamentario corto (5 partidos, la mitad que dos mandatos atrás) tuvieron turno para responder preguntas y también replicarse. Ordenados y educados prácticamente todo el rato.

La Sala Cabanyes, plena de gom a gom. Foto: R. Gallofré
La Sala Cabañas, atestada. Foto: R. Gallofré

 

Pocas sorpresas

Si el debate va sobre temas que todos han masticado antes y además ya se saben unos y otros que pasa, que al espectador el que lo acaba llamando la atención es el diferencial, los tantos que intentan marcarse unos y otros. Situado en medio, un alcaldable que parece el alcalde porque de hecho ya lo ha sido. David Boto, del PSC, solo deja al final (en una intervención sobre seguridad con revoluciones un poco subidas) su tono habitual que exuda un cierto relaxament. Otros quieren el mango pero de momento quién marca la temperatura de la paella es él. Cuándo en un debate de alcaldables un fa de alcalde (por acción suya o reacción de los otros) domina la escena.

Vamos al gra. Boto acusó ERC de esconderse de haber apoyado a lo Anilla Ciclista y lo hizo diciendo que Pim Camprubí había mentido. Aquí hubo tema, porque el alcaldable de ERC saltó en directo y en diferido (dos veces) a la que vio la manera de proyectarse como la antítesis del socialista. Acusó el socialista de envolver la troca, incluso con el dedo escénicamente arriba. La campaña de los republicanos es binaria: Boto o ellos y el candidato Pim optó para hacer 'palmo pum'.

No fue el único dissens, ni mucho menos. Al final de la parte sobre seguridad y ocupaciones Sergi Morales presentaba enmienda y reclamaba debatir sobre vivienda más allá del discurso de los sucesos y posaba el aval de su apuesta en una cartera que han llevado y querrían seguir ostentando si el gobierno prosiguiera. Mezclar a la olla ocupaciones y el problema habitacional acostumbra a llevar a puntos así, de la manera que asistimos a una disertación conceptual sobre si todas las ocupaciones son iguales, sobre quién son las víctimas o sobre la necesidad de dejar claro "que la propiedad privada es propiedad privada" cómo dijo una Cristina Sancho que usó dos lenguas y dos caras. Es quien más quería desmarcarse de la foto de cinco cuando los discurso se asemejaban.

Alfons Canela quedaba a la izquierda de todo y se puede decir que fue de los más elocuentes a la hora de describir y proponer. Tiene un verbo, el candidato de Juntos, propen a coloquialismos como decir "nosatrus" en lugar de nosotros pero que cuando concreta propuestas más diferenciales como espaciar Can Cruzate en lugar de edificar o reconvertir la plaza de las Tereses se hizo escuchar. Y, de hecho, un detalle que no puede pasar por alto es cómo David Boto se comprometió en temas como la movilidad de esta plaza (ahora de moda de hablar) o el futuro de lo Anilla Ciclista a recuperar fotografías de unidad.

Vern Bueno i els cinc alcaldables. Foto: R. Gallofré
Vern Bueno y los cinco alcaldables. Foto: R. Gallofré

 

Ser o no ser el Bronx, esta es la cuestión

Abocados al bloque de seguridad y ocupaciones, fue curioso que en todo el debate no se hablara de ninguno otro barrio que el Centro (porque había un bloque sobre el PICO) y que el único topónimo que saliera y de manera reiterada fuera lo del Bronx de Nueva York. Morales, vitalista y optimista, dijo que describiendo con catastrofismo la situación de la seguridad a Mataró se compraba el marco de la ultradreta y que "esto no es el Bronx" mientras pedía más prevención y atención comunitaria en materia de seguridad. A aquí se abrazaron desde Sancho, que lo quiso ridiculizar diciendo que proponía dar medicinas a una persona con un infarto de coro y un Alfons Canela que recurrió al Bronx para criticar que había sido el mismo gobierno municipal el que a medio mandato había querido explotar la situación de las ocupaciones y había propiciado un efecto grita.

También en esto el contraste fue evidente con David Boto remarcando el eslogan que Mataró es la ciudad que más desocupa y reprochando a quien lo acusaba de criticar los Mozos que él nunca ha criticado los agentes ni el cuerpo, sino quien los gobierna.

Morales no quería "que se haga la bola más grande del que es" y entre él y Pim Camprubí intentaron discernir las diferencias entre ocupaciones, posando el foco en el drama de las familias vulnerables y acusando el resto de no hacerlo. Cuando la cosa ya iba de debates más supramunicipales como la ley de la vivienda el tiempo dictó que tocaba minutos finales. 6 de grabados y 5 arriba del escenario. 11 minutos para acabar de hacerse una idea de las opciones para escoger consistorio. 11 colores diferentes a la paleta de donde tiene que salir el esquema político hasta el 2027.

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