Marina Membrillo, estudiando de 2n de bachillerato en Mataró, siguiendo el curso desde casa. Fotos: cedidas
Marina Membrillo, estudiando de 2n de bachillerato en Mataró, siguiendo el curso desde casa. Fotos: cedidas

"En realidad tenemos menos trabajo, pero me cuesta el doble de tiempo hacerla"

Los estudiantes de Mataró y el Maresme se adaptan como pueden en la educación a distancia, una realidad por la que ni ellos ni nadie estaban preparados

Estudiantes de todas las edades y condiciones se han visto absolutamente afectados por el cierre de los centros educativos debido a la crisis del coronavirus. Pero especialmente los alumnos de 2n de Bachillerato, que tienen que preparar la Selectividad . Este año las PAU se han atrasado hasta el 7, 8 y 9 de julio para dar más tiempo de preparación a los alumnos y para facilitar que, un golpe controlada la pandemia, se puedan hacer sin que las medidas de distanciamiento social las imposibiliten. Pero para los alumnos no deja de ser un trasbals.

"Esperamos que en la evaluación de las pruebas tengan presente todo el que ha pasado", explica Farners Burguera, estudiando de 2n de Bachillerato al Instituto de Argentona. Burguera habría agradecido que "recortaran un poco el temario" que entrará a las pruebas, puesto que afrontará "con menos seguridad" el que pertenece a este último trimestre de curso. Marina Membrillo, que afronta las últimas semanas del bachillerato tecnológico al instituto Damià Campeny de Mataró, se muestra optimista. "La situación no nos afectará en negativo, la Selectividad no es hasta julio y por lo tanto tenemos más tiempo para prepararla, y a esto se suma que tenemos todo el día, confinados en casa, para estudiar las materias que más nos convienen", constata. Membrillo añade que ella trae un buen ritmo de estudio pero que hay compañeros que "estos días se han soltado más, sobre todo porque las evaluaciones no eran puntuablees".

"Es la primera vez que nos pasa algo así y nadie sabía como reaccionar. No existe una solución ideal"

Las dos estudiantes coinciden al afirmar que las primeras semanas a sus respectivos institutos fueron "bastante caóticas" pero ahora se muestran satisfechas por la rutina que han establecido. Para Burguera lo principal problema es que le cuesta trabajar en casa. "Siempre iba a la biblioteca a estudiar y ahora la encuentro muchísimo a faltar. En realidad tenemos menos trabajo que antes pero me cuesta el doble de tiempo hacerla". El argentonina se define como "muy poco tecnológica", así que los primeros días lo pasó bastante mal para adaptarse. Pero añade que no tiene motivos para quejarse. "Es la primera vez que nos pasa algo así y nadie sabía como reaccionar. No existe una solución ideal".

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Guillermo Sáenz, estudiando de 2n de Bachillerato al instituto Sunsi Mora de Canet de Mar

Otro alumno que afrontará la selectividad en julio es en Guillermo Sáenz, argentoní que estudia al instituto Sunsi Mora de Canet de Mar. "Todo el que ha pasado nos ha roto los esquemas, tanto a los profesores como a los estudiantes", explica. En su caso, después de que los alumnos pusieran el grito al cielo ante la cierta carencia de organización de los profesores, ya hace semanas que trabajan bajo criterios más establecidos. Cómo en la mayoría de institutos, se ha establecido un calendario común, donde se dan clases virtuales de una o dos horas en la semana de cada materia, más todas las tareas que se tienen que hacer como deberes. "Cada profesor hace la clase a su manera", explica Sáenz. Hay quién utiliza la plataforma Google Meet, mientras que otros profesores prefieren compartir un vídeo diario de media hora o bien se limitan a encargar y corregir deberes.

"Con las clases virtuales no puedes comentar nada con los compañeros ni aclarar dudas con los profesores de manera inmediata, y cuesta mucho más concentrarse"

"Seguir las clases online se hace extraño, así que cada vez que tenemos una me conecto con un amigo a whatsapp vídeo y vamos hablando cómo si estuviéramos compartiendo pupitre al aula; así se hace algo más soportable", explica el estudiante. La actividad se centra sobre todo al realizar modelos de examen de selectividad. "Con este método cogemos más mecánica de exámenes, pero nos está costando más lograr los conceptos", relata Saenz.

A veces con los exámenes

Al instituto de Canet han resuelto que no se pueden hacer exámenes de evaluación del trimestre. "No pueden garantizar que desde casa no copiamos o miramos las respuestas en Internet", explica Saenz. En otros centros educativos, pero, sí que han hecho, como es el caso del Instituto de Argentona. "Para evitar que copiamos hay profesores que nos hacen controles tipos test con tiempo limitado por cada respuesta, o nos piden respuestas más elaboradas y con puntos de vista personales. Otros, en cambio, confían que no copiarás, y ya lo detectan si la respuesta es demasiado idéntica a la del libro de texto o sí es calcada de la de un compañero", destaca Burguera.

La experiencia universitaria

Los estudiantes universitarios también han visto rotas todas sus rutinas. Paula Logrosan es una mataronina al tercer curso del Grado de Geología de la Universitat Autònoma de Barcelona. Y la experiencia del confinamiento por ella no está siendo mucho positiva. "Nuestra carrera está muy enfocada a la práctica, y todos los campamentos de geología que teníamos previsto hacer este año los estamos perdiendo", explica. La alternativa que los ofrecen es muy pedestre: hacerlos a través de Google Maps o Google Earth. "Cómo te puedes imaginar, no tiene nada que ver con la práctica sobre terreno real" constata Logrosan, que se muestra preocupada porque quizás no saldrá de la carrera bastante muy preparada. "Cuando vean que somos los de la promoción del coronavirus quizás tenemos más problemas para encontrar trabajo", resuelve.

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La mataronina Paula Logrosan, estudiando del grado de Geología a la UAB

Las clases teóricas tampoco están siendo la panacea. "Traíamos un mes y medio confinados y había profesores que no habían dado todavía señales de vida", lamenta la mataronina, a pesar de que otros "se han esforzado muchísimo a pesar de no ser mucho amigos de las nuevas tecnologías". Para Logrosan, estudiar desde casa es "una experiencia muy diferente" a hacerlo con clases presenciales. "Algunas clases virtuales se alargan mucho más que el horario establecido, pero no aprendes ni la mitad, porque no puedes comentar nada con los compañeros ni aclarar dudas con los profesores de manera inmediata, y cuesta mucho más concentrarse", constata.

A la ESO, más tranquilos

Jaume Limpiadera estudia 2n de ESO al Instituto Laia el Arquera de Mataró. "De momento el instituto se está oganitzat bastante bien, el método que están usando lo encuentro muy adecuado y por mí es bastante confortable", explica. Cada lunes y martes los envían una parrilla con todas las tareas que nos encarga cada profesor. En teoría es trabajo para hacer durante toda la semana, pero él normalmente lo termina toda entre lunes y martes por la mañana. "Y el resto de los días de la semana, tengo mucho tiempo libre que puedo dedicar a hacer cosas que me gustan" explica, contento. Al instituto no estamos dando clases virtuales, puesto que la indicación del Departamento de Enseñanza es que no se avance temario, sino que se refuerce el que ya hemos hecho durante el curso. "Sí que hacemos videoconferencias semanales con los profesores para comentar dudas y también comentar como nos va todo. Más para compartir experiencias en un momento como este que no para dar clase normal", apunta Limpiadera.

Lee el reportaje sobre cómo se vive en Mataró y el Maresme el "curso virtual" 2019-2020

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