Los más de 30.000 vehículos diarios de la N-II, una de las carreteras con más riesgo de accidentalidad de Cataluña, se reducirían notablemente si la autopista C-32 quedara libre de peajes. Una demanda que se repite año tras año en el Maresme pero que este 2019 se ha respondido como siempre, con una subida de los precios, que llega a ser de casi el 3% al peaje de Vilassar de Dalt. Algo especialmente sangrando teniendo en cuenta que la C-32, antigua A-19, es la autopista de peaje más antigua del Estado español, que en 2020 cumplirá el 50è aniversario de su entrada en funcionamiento.
"El desvío de tránsito que comportaría la gratuidad de la C-32 tendría una incidencia notable, pero por si suele no haría disminuir en exceso el riesgo de accidentalidad de la N-II", avisa Massot. Esta reducción, según la Cabeza de Estudios de Movilidad del RACC, pasaría por una adecuación de la vía a su realidad urbana. "Un nuevo redisseny de acuerdo con las nuevas necesidades que se plantearan", añade. Es decir, que se adaptara al carácter de vía urbana con el que todos los ayuntamientos del Maresme quieren dotarla cuando pasa por sus términos municipales. Pero mientras la N-II siga ejerciendo de única alternativa gratuita a la C-32, esto será imposible. La concesión de la autopista acaba el 2021.
El año 2017 lo entonces consejero de Territorio y Sostenibilidad, Josep Rull, anunció en el Parlamento que no se renovaría la concesión. Pero desde entonces no se conocen más detalles de las intenciones de la Generalitat, más allá de las manifestadas de implementar el sistema de 'viñeta', que tiene que sustituir los peajes de barrera. La viñeta es una especie de tarifa plana para poder circular durante un periodo determinado (semanas, meses o un año), pagado a modo de impuesto.
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