El volumen lleva por título 'La Plaza de Cuba. 85 años de historia' pero su autora, Pilar González-Agàpito, dice que ha sido una coincidencia que se haya acabado publicando en motivo de esta efeméride. La historia del último siglo a Mataró en macro no se puede entender sin entrar en las vivencias en micro de su primer mercado cubierto y todavía hoy el más importante. Una plaza con encanto y llena de historias, algunas de las cuales ayudan a configurar las 365 páginas del libro.
La factoría literaria e histórica de Pilar González-Agàpito sigue funcionando con precisión y puntualidad: a libro por año, ir repasando espacios, realidades e historias de Mataró a partir de los relatos orales, de las memorias generacionales compartidas, de las familias de cada negocio, de los herederos de cada alcurnia. El de la Plaza de Cuba y ya hace semanas que ha llegado a las librerías. Los estrictos protocolos Covid han hecho que los actos de presentación hayan tenido que hacerse con aforo controlado y todas las plazas ocupadas. Hay interés porque es mucha la gente de Mataró que tiene una relación especial con la plaza, por familia, vecindad, hábito o por simple curiosidad. El que se recoge al volumen los hará las delicias.
Con meticulosidad, la autora recoge y glosa la gestación de la plaza con un informe del entonces arquitecto municipal Josep Monte y Cadafalch o la adquisición de los terrenos a los recelos que levanta en la Plaza Grande o cómo el proyecto se acaba atrasando. "El mercado está acabado a finales del 1935 pero no lo quieren inaugurar porque los paradistes dicen que no está en condiciones. Acaba inaugurándose el 36 poco antes de la guerra y se produce un movimiento por el cual muchas tiendas de la ciudad optan para ser presentes, para no perder ventas", dice González-Agàpito.
La vida del mercado
Al relato de la autora se le nota la ascendencia de una familia con parada. El lector se adentra talmente en la Plaza de Cuba de los inicios "con muchas paradas, de gruita, de verdura, de gallina, carne o menudències, donde el movimiento empieza muy pronto cuando llega el género, con carros y caballos que esperan", relata. En paralelo, y comparado con otros espacios que la propia autora ya ha pasado por su criba de historiografía oral, la Plaza de Cuba "provoca más relaciones en común, más ambiente de plaza, por ejemplo al final de la jornada cuando se suyo y se comenta cómo ha ido el día, sin plegar tarde". Una plaza, la que resigue el libro, que no dejan de ser dos en una: la interior con las paradas y la del exterior, con las tiendas o el mercado de labradores.
"En aquella Plaza de Cuba de los inicios hay 300 paradas y mucha oferta variada, por ejemplo solo de gra cocido hay tres. Hay sastres, las tiendas otros puntos quieren ser alrededor, el mercado y los entornos acaban para ser el principal centro de compras de la ciudad. Es una época en qué todo el mundo compra al día y por lo tanto se va al mercado a menudo. Esto despierta este ambiente especial". La Plaza en estos 85 años ha sufrido cambios y reformas, incluso integrales, pero hay que imaginárselo entonces estructuralmente como por ejemplo por fuera, con una gran altitud que, aseguran todos los testigos, hacía pelarse de frío en invierno.
González-Agàpito repasa nombres, negocios y peripecias. Merece la pena la lectura para volver a pasear por la plaza y encontrar detalles, reminiscencias y elementos que el libro posa en contexto y que yendo a comprar no pares atención. El esgrafiado de la banda de mar, el reloj, las anécdotas o el interrogante del porque del nombre son algunas. Con fotografías antiguas y relatos, el libro reconstruye estos 85 años. La escritora histórica se mira el mercado de ahora, acontecido un epicentro 'trendy' a pesar de mantener la esencia de las paradas, el hervidero de gente y los dos mercados semanales. "Los impulsores si levantaran el cabo y vieran la plaza de ahora no lo entenderían, pero este aprovechamiento de los espacios y del producto en la línea de la Boqueria a Barcelona es una vía válida", dice la Pilar. Que además añade "la pandemia ha vuelto a posar la necesidad del mercado sobre la tabla, las paradas han hecho piña y venden juntas por ejemplo a demanda. Se ayudan para progresar". Hay cosas que no cambian mucha en 85 años.
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