"Felices Navidades, a pesar de todo!". Parecía que no, pero por segunda vez seguido desde que la maldita Covid vino a estropearnos la existencia, al deseo cándido y consuetudinario de desearnos los unos a los otros las felices Navidades hay que añadir una cueta. Este "a pesar de todo", quizás. O un ilusorio "y que el año que viene sea mejor". O un sencillo y complaciente "y que al menos os podéis encontrar". Felices Navidades por unos, felices Navidades por los otros, sí. Pero con el òmicron aigualint de lo lindo el que todo el mundo había previsualitzat cómo un Nadal casi normal. No lo será. Por más que la palanca de los rituales, las comidas, los encuentros familiares, las tradiciones, los niños y todo el que hace del espíritu navideño algo más que un eslogan comercial se pueda activar, no serán las fiestas que nos pensábamos que viviríamos hace pocos días y semanas.
La pandemia ha vuelto con fuerza en vigilias de las fechas más esperadas del año, junto con las del descanso estival. El patapum es innegable. El varapalo en forma de nueva oleada y nueva variante es de las que hace daño. Las restricciones de la Generalitat, la situación en los hospitales, el tono grave otro golpe de las noticias. Puede hacer basarda y es ciertamente desalentador, pero es el que toca. Tenía que ser un Nadal mucho mejor que el del año pasado y derecho a ley del que se tiene que hacer según nos restringen y recomiendan la mejora es mínima. Hay una diferencia clave, pero. Y es la mortalidad. Seamos conscientes que gracias a la principal novedad del último año (la vacunación) los índices más altos de contagios y hospitalizaciones presentan niveles de gravedad y mortalidad muy inferiores a las de las oleadas de hace meses. Aprovechémoslo y basura más Nadal.
El objetivo, pues, tiene que ser tener unas felices fiestas. Posar en valor el que se puede hacer y disfrutándolo. Siendo responsables pero también conscientes que hay que aprovechar el significado de las fiestas y compartirlo. Sabiendo que vuelve a ser restringido, que las tablas alargadas a copia de suplementos y caballetes tendrán que esperar. Otra Navidad con este rudimentario concepto de 'burbuja de convivencia' hurtándole espacio vital a la familia extensa que siempre se ha asociado a los encuentros de estos días.
Por los pequeños y por los abuelos
Una Navidad de concentrarse en los menuts de casa y su ilusión y mirada esperanzada. Una Navidad por los abuelos y abuelas, que no se estén solo. Una Navidad de familia y compañía. De encontrarse y cantar, decir el verso, reír, charlar y compartir. Más Nadal que cuando hace un año nos decían que nos videotruquéssim y fuera. Un Fin de año para cenar pocos y aprovechar las horas. Y un día de Reyes que, al menos de momento, las restricciones no nos volverán a negar.
Se trata, pues, de disfrutarlo. De resiliencia y adaptabilidad. De posar más valor a saltar el obstáculo de los "malgrats" que no de lamentarse que el camino no es planer. Porque sí, hace subida y enfada.
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*A pesar de la sexta oleada
La sexta oleada de la pandemia está totalmente desbocada. Los índices epidemiológicos están del todo disparados, la transmisión comunitaria es evidente y la variante òmicron se ha revelado cómo la es contagiosa de todas las que se han conocido hasta ahora. La explosión de casos de las primeras semanas de diciembre sitúa el sistema sanitario otro golpe contra las cuerdas y ha provocado el regreso del relato del día a día a un Covid-centrismo que los últimos meses habíamos conseguido desplazar un poco. -
* A pesar del regreso de las restricciones
La fartanera de todo el mundo cuando se han anunciado las nuevas restricciones es lógica. La pantalla del toque de queda, de las reuniones limitadas, de los aforos y de los cierres parecía felizmente enterrada y cada vez que vuelve es más desconcertando. Limita mucho el ámbito de actuación y envía a parir panteras las previsiones de sectores económicos enteros cómo la restauración o el ocio nocturno, que tiene que cerrar. Otra Navidad bajo el yugo del marco restrictivo. -
*A pesar de que no habrá noches
Dos de las nuevas restricciones aprobadas atacan la noche, como concepto, como periodo, como reverso de los rituales de estos días. Con toque de queda y el ocio nocturno vallado, ya no es con solo que los jóvenes y no tanto jóvenes no puedan salir a bailar y xalar, es también decapitar las sobre-tablas de las cenas que se alargan porque el día siguiente no se trabaja, la ir de casa de una a casa de los otros, la locura celebrando de Fin de año o esperar a los Reyes haciendo de las noches días.
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