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"En Rocafonda somos igual de santeros que los del Centro"

Hablamos con Mohamed L'Ghacham, autor del cartel de Les Santes 2024 que desgrana y reivindica los elementos propios del mural que ha pintado en la plaza de Rocafonda

patrocini Finques Guillem Santes

Mohamed L’Gacham es el autor del cartel de Les Santes más conceptualmente disruptivo en mucho tiempo: un mural pintado en una medianera en la plaza de Rocafonda. Este muralista de 31 años, con obra expuesta en todo el mundo, plasmó una escena cotidiana llena de detalles y mensajes. Nos recibe días después de finalizarlo en la propia plaza, donde los niños que salen de la escuela no paran de saludarlo. También nos interrumpe la conversación la Policía Local y una persona que nos pregunta si vendemos o sabemos quién vende droga. “Esto es Rocafonda”, dice riendo Moha, vecino de la calle Pablo Picasso y antiguo alumno del Menéndez y Pelayo, el Thos i Codina y el Satorras. Está satisfecho con la obra que ha presentado y, sobre todo, cree que el hecho de ubicarla en su barrio y sacarla de los canales y lógicas más típicas y tópicas de Les Santes es un bien para la ciudad.

¿Estás satisfecho de cómo ha quedado el mural?

Tengo sentimientos contradictorios. Estoy muy satisfecho porque es el cartel de Les Santes y yo soy de Mataró, es una pintura mural y yo soy muralista, y es en Rocafonda y yo soy de Rocafonda. Pero al final también es inevitable que cuando terminas una obra te sientas un poco abrumado, te falta una mirada fresca. Necesitaré unos meses para acabar de asimilarlo, pero las sensaciones son muy buenas y estoy contento. Me siento reconocido y el trabajo final supera mi inseguridad o exigencia.

Explícanos esa necesidad de alejarte después de pintarlo.

Emocionalmente pasa que cuando estás pintando un muro te obsesionas. Estás pensando en ello todo el día. He estado más de una semana totalmente metido en una cosa y me pasa como cuando escuchas demasiado una canción y terminas odiándola. Creo que esto cambiará cuando comiencen Les Santes, porque ya estará la ciudad llena de carteles y todo tendrá mucho más sentido.

¿Quién idea que este año el cartel de Les Santes sea un mural?

De entrada, soy reticente cuando me llaman y me dicen de hacer el cartel de Les Santes. Tengo la suerte de que hace unos años me llaman para hacer mi trabajo y no una idea concreta. No soy una mano ejecutora. Cuando me llaman, me explican que no es un cartel por encargo, sino de autor, y entonces abro la perspectiva. Me piden un enfoque personal sobre Les Santes y sin directrices más allá de respetar la fiesta. No soy un artista transgresor ni polémico. La idea del mural fue cien por cien mía, pero tuve varios altibajos. No trabajo con muchos bocetos, sino que encuentro una idea y la formo. El Ayuntamiento nunca supo cómo sería el cartel. Sabían que era un mural y que estaría en Rocafonda, pero ya está. La ubicación salió de ellos, yo lucho porque también sea así. En Rocafonda también somos santeros: una chica de la calle Picasso es tan santera como una de la calle d’Argentona, y muchos de los que vivimos en barrios como este y que nos sentimos muy de aquí nos hemos sentido alejados de las fiestas porque todo se hace en el Centro. Ubicar un mural-cartel aquí es un orgullo y ese fue el principal motivo para hacerlo.

¿Y la idea de lo que se refleja, cómo la desarrollas?

Me gusta contar historias con las paredes y el mural tiene una narrativa propia, con diferentes detalles. Me gusta representar el costumbrismo, tomar elementos cotidianos y pintarlos en grande. Los murales no tienen que ser publicidad o personas famosas, también sirven para reivindicar el día a día. Quería plasmar una escena cotidiana que podría ser cualquiera de nosotros. Pero al mismo tiempo, había que entender que era un cartel de Les Santes. Sabía que quería hacer una escena real. Hicimos un proceso participativo y recibí muchas fotos. Aquí apareció una figura que ha hecho mucho por el barrio y por las personas recién llegadas, como es María Majó, exprofesora que enseñó a mi madre a hablar y escribir en catalán y que, gracias a ella, se sintieron mataroninas. Ella me dio 2.000 fotos de Les Santes. Fui investigando y tenía la historia más o menos encaminada.

Un cartel donde las figuras tienen un rol claramente accesorio.

Desde las instituciones políticas y artísticas se suele tratar al público como si fuéramos tontos: todo masticado y fácil de entender. La gente no es imbécil y no hace falta que en el cartel de Les Santes salgan siempre los Gigantes o la Momerota. Puedes contar la misma historia de manera sutil, nostálgica o emocional, y es lo que he tratado. El mural no es un spot publicitario de Les Santes, es una historia dentro de la Fiesta Mayor. Que sea atemporal y que la gente lo identifique por diferentes generaciones. Las figuras están ahí, pero las de plástico que tienen los niños. Añado otra generación a partir de una historia real. He buscado esos elementos intergeneracionales como la colección de figuritas que tienen muchos niños como juguete.

Y está el cartel de Les Santes 1936 en la pared.

Me tomé muy en serio el proyecto y cuando estuve mirando los carteles históricos como inspiración y para saber un poco lo que se había hecho, vi uno que me llamó especialmente la atención. Y veo que es el de 1936. Busco, veo una noticia de Capgròs y descubro que es un cartel que nunca vio la luz. Y entonces decido que lo quiero incorporar, que lo quiero hacer popular y que la gente lo conozca. Ponerlo en un mural en 2024 me parecía genial: tomar el cartel más desconocido de todos, rescatarlo y homenajearlo. Soy una persona que cree que la pintura debe contar historias, y la de este cartel merecía ser contada. Un homenaje a una generación que se quedó sin fiesta y a la que le estalló la guerra. Y el cartel preside la conversación entre una abuela y un nieto. El mural puede contar muchas cosas.

Mohamed L'Ghacham, davant del seu mural. Foto: R. Gallofré
Mohamed El Ghacham, ante su mural. Foto: R. Gallofré

También aparece la camiseta del cartel de Martí Ansón, de Les Santes 2008. ¿Por qué?

Esto tiene historia. De la misma manera que tenía una narrativa clara, días antes de comenzar el mural yo era todo inseguridades. De hecho, dos semanas antes, entro en pánico y creo que no estoy capacitado para hacer un cartel que represente a tanta gente. Es entonces cuando tengo un momento de miedo escénico, el síndrome del impostor, y me digo a mí mismo que no estoy preparado y que no lo haré. En ese momento hay una persona clave, Gisel Noé, que me llama y me cuenta la historia del cartel que era una camiseta del Mataró que hizo Martí Ansón diciendo que todos éramos del mismo equipo. Me pide que sea fiel a mí mismo y que no quiera contentar a todos. Sin conocer a Martí, su ejemplo me anima y por eso simbólicamente quise ponerlo. El artista de Les Santes es una cabeza que piensa y la idea de estar todos juntos en el mismo club era muy buena y una buena sensación: por primera vez fuimos todos del mismo equipo. Yo reivindico esa idea y también mi idea de que este mural sea de todos.

Otro detalle que es lo último que pintaste: el 304.

Es cuando empiezo a pintar el mural que empiezan a venir los niños y niñas del barrio, que veo que tengo que hacerlo. Yo he crecido en Rocafonda y sé lo que es hacerlo en un barrio con un estigma que incluso nos ponemos nosotros mismos. Cuando eres niño sientes mucho esta especie de vergüenza mal entendida de ser de donde eres, y en cambio también se percibe muy claramente cuando se está orgulloso de ello. Ver una figura como Lamine Yamal y lo que ha popularizado con el 304 es muy potente. Si no hubiera triunfado, Lamine sería un moro de mierda, y en cambio ahora es un gran futbolista mataroní marroquí. Antes de triunfar, Lamine era un moro más que jugaba a fútbol aquí en la calle y ahora de repente los políticos cambian el discurso. Para los chicos de Rocafonda tener un referente surgido de aquí es muy importante. He hecho muchos talleres y he visto que el 304 es muy potente para ellos. Ya no es un código postal, es una denominación de origen y celebran todo con el 304. Los niños venían a verme pintar el mural y me decían que faltaba algo del barrio. Y se hacían fotos haciendo el gesto: decidí hacer la guirnalda y poner los números. Esto quizás es más de consumo interno, pero por una vez hay una cosa concreta nuestra: ya no es ese tópico que dice que Les Santes son de todos y luego resulta que en el barrio no se hace nada. Recibo con un abrazo las críticas de a quien moleste, pero pintando el mural vi que tenía que hacerlo al ver a los niños. Que los chicos de Rocafonda estén orgullosos de su barrio es muy importante. Está Lamine Yamal, está el grupo 304 Collective, hay grafiteros, músicos, los profesores de las escuelas, el carnicero, la tendera, los dominicanos... todos somos Rocafonda y debemos sentirnos orgullosos. Yo mismo he tenido el estigma de un barrio con alguna gente conflictiva, pero muchísima gente trabajadora que se lo merece. Que Lamine salió de aquí y un día se hizo el cartel de Les Santes me parece más que positivo. Y que algunos tengan que venir a Rocafonda a ver el cartel es bueno para Mataró porque cambias la narrativa del barrio. Debemos acercarnos más.

¿Para qué debe servir el mural?

Me gustaría que el mural no fuera algo estético. Que sea una herramienta y a la vez un símbolo. Cuando me vienen a saludar y ven que un chico de aquí ha ido fuera y luego el mural de Les Santes, yo soy muy feliz. Muchas veces entrar en la prensa y solo leer cosas malas estigmatiza mucho. Ya estamos bastante mal como para que el resto de la ciudad nos dé más la espalda. Conecto mucho con la idea de que aquí somos pobres pero no pobrecitos: hemos sido gente de pocos recursos, pero nunca debemos ir con la cabeza baja ni con vergüenza. Me siento representado por la figura de Lamine Yamal por cómo puede inspirar a un niño que juega a la consola y mete un gol con el videojuego y ve a su ídolo hacer el 304. Los niños y niñas deben tener la idea de intentarlo. Quiero contribuir simbólicamente a que una nueva generación de chicos de aquí salga adelante. Mi pintura no es revolucionaria, pero puede ser un revulsivo. Ahora dicen “quedamos donde el mural” cuando antes podría haber sido una plaza mal vista.

¿Qué dirías a los que dicen que el mural no es lo suficientemente 'santero'?

Eso ya pasó en las jornadas. Es que yo solo entiendo ser santero si es sinónimo de ser de Mataró, no si sirve para clasificarnos. El segundo día de las jornadas participativas surgió el tema y parecía que ser santero fuera formar parte de una comparsa, como si fuera un carnet por puntos. Les Santes son de todos. Ser santero es disfrutar de tu ciudad y de tu ciudad real, que es plural. A unos les gustan unas cosas y a otros otras. Hay mil maneras de serlo y el mural ha buscado representar un poco a todos. No soporto la condescendencia de quien se cree más que los demás. Si eres de Mataró y disfrutas las fiestas, eres santero. Aislar y etiquetar solo hace que pierdas al público y el sentimiento de la ciudad. El mural es un homenaje a la ciudad.


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