portada opinió f. Masriera
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La escultura 'Mataró' de Manuel Cusachs y Xivillé

Francesc Masriera y Ballescà elogia en este artículo la escultura pública de la Plaza del Ayuntamiento de Mataró

En 1962, el Ayuntamiento de Mataró se había comprometido a urbanizar el espacio que había quedado medio en ruinas, unas casas detrás de la casa consistorial. La Caja de Ahorros de Mataró, viendo que el proyecto no progresaba, solicitó permiso para hacerse cargo de impulsarlo. Así se configuró la plaza Pío XII, parte de lo que hoy es la plaza del Ayuntamiento. Era una placita con un gran y bonito esgrafiado mural, obra de Santiago Estrany. La plaza fue conocida como plaza de los muñecos. Acompañando al mural, en la parte baja, en 1963 la Caja promovió la erección de una réplica en bronce de la escultura de la Flora de Damià Campeny, escultura hoy trasladada a la Ciudad Jardín. Más adelante, se llevó a cabo la desaparición del mural de Santi Estrany, debido al derribo de la antigua panadería, sede de la Escuela de Artes y Oficios desde 1886. Este hecho generó opiniones contrapuestas, como siempre ocurre cuando se altera la configuración urbanística de la ciudad.

En 1988, con motivo de la conmemoración del 125.º aniversario de la Caja de Ahorros de Mataró, posteriormente Laietana, se erigió la escultura Mataró que preside la plaza. Es una figura de bronce de Manuel Cusachs i Xivillé, situada en la parte alta del gran espacio rectangular. Ondulante y airosa, llena de vida como es habitual en la obra escultórica del artista mataronense. Es un placer contemplarla siguiendo los cambiantes claroscuros tonales del paso del día. Confiere esa elegante placidez que tanto se agradece.

Tuve trato con el escultor Manuel Cusachs i Xivillé, y siento por él una especial deferencia por su obra tan nuestra, tan contagiosa que no deja indiferente. Obra de un artista sensible, exigente, con la constante preocupación de hacerse entender. Cusachs, admirador de su maestro, el dibujante mataronense Manuel Cuyàs i Duran, no abandonó esa elegancia alejada de la rigidez plástica a la que estamos acostumbrados. La obra escultórica de Cusachs siempre respira por los cuatro costados.

En el caso de la escultura Mataró, juvenil y atractiva, la ciudad y el país están presentes sin grandilocuencia. Mi amigo Pere Tió, el sabio ambulante en el mejor sentido de la palabra, me ha explicado muy bien la decisión de la Caja de situarla en un lugar preferente de la plaza, sobre un sólido pedestal de granito donde están inscritos unos fragmentos del poema Mataró de Josep Punsola, poeta emblemático de nuestra renacimiento de posguerra.

La plaza es a menudo un lugar de paso para mí, y la esbelta escultura nunca deja de interesarme: la joven avanza iniciando el paso, brazos en alto con bandera y ramo de retama. Siempre bella y nunca igual, las luces del día juegan en ella constantemente: a mediodía refleja su sombra en la fachada del Museo de Can Serra (una magnífica fotografía de Ramon Manent es testigo de ello), y al atardecer se perfila en el dulce contraluz del poniente.

Es una hermosa representación de Mataró que debemos valorar y preservar, una realización artística de primera magnitud de Manuel Cusachs i Xivillé, identificativa e icónica de nuestra ciudad.

L'escultura 'Mataró' de Manuel Cusachs i Xivillé, a la Plaça de l'Ajuntament
La escultura 'Mataró' de Manuel Cusachs y Xivillé, en la Plaza del Ayuntamiento

 

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