iStock 503439377
iStock 503439377

Elna: una escapada de tranquilidad y memoria bien cerca

Más allá de la conocida Maternidad de Elna, la villa norte-catalana merece visita por su calma, patrimonios cómo la catedral o el claustro...

La Cataluña Norte es mucho más que Perpinyà, que la parte más pirenaica con la magnética imponència del Canigó sobre todo y todo el mundo. Tiene calma mansa más allá de la Marenda, su costa propicia y especial que viene a ser la continuación de la Costa Brava línea divisoria administrativa allá. Ir a la parte norte del país, cruzar el Albera, puede ser sugerente yendo a parar a otros destinos y pocas nos permiten hacer una escapada tan completa cómo Elna.

Elna es un nombre precioso y significado. Más de 910 catalanas se dicen, según la Idescat. Por ellas y sus familias, ir a Elna es imperativo. Para todo el resto, una escapada más que recomendable. Elna es una estampa preciosa, una villa medio encaramada sobre un cerro, con muralla. En una buena foto con perspectiva, tiene aires de fondos de pantalla.

La Maternitat d'Elna, visita obligada

La Maternidad de Elna, visita obligada

La Maternidad, parada obligada

El nombre de Elna remite con buena lógica a la Maternidad. A raíz de la derrota republicana del 39 y la ruta del exilio, por la proximidad con los campos de concentración y después también hasta el 1944 por la Segunda Guerra Mundial y antes de ser cerrada por la Gestapo nazi, el antiguo castillo de Baron acogió una de aquellas historias que emocionan. La mataronina Assumpta Montellà ha escrito y estudiado casi más que nadie otro. Libros, series y películas han tratado.

La Maternidad de Elna es una visita obligada que mujer poso de conciencia a quien se escapa a la preciosa villa de la Cataluña Norte. Allá conoces y te empapas de la historia y la memoria de la Elisabeth Eidenbenz. Una joveníssima suiza que impulsó una institución que permitió chispas de vida en medio de los tiempos más oscuros. nacieron 597 niños, hijos de refugiadas de la Guerra Civil española que estaban internadas en los campos próximos a Elna. La museïtzació intacta de la Maternidad tal y cómo era convierte su visita en un ejercicio de conciencia, memoria y gratitud histórica. Id y recomendadla. Son tiempo de brandar todos los "nunca más" de aquel entonces, conociéndolo.

iStock 935324790

Rincones preciosos para pasear


Patrimonio monumental

Elna fue durante tiempo un tipo de capital por la Cataluña Norte. No tenía entonces el desajust poblacional y económico que en la actualidad tiene con Perpiñán. En todo el atlas mundial de ciudades de cierta monumentalidad manda una norma: mira donde hay obispo y encontrarás patrimonio. A Elna había obispo, a Elna hay catedral, a Elna se nota en el centro el aire cautivado del centro de pueblo calmado y benestant que a Francia (desengañémonos) saben mantener mejor que no aquí. De lejos puede remitir a un Besalú, paseando por dentro en un centro adoquinado presumido de aires gerundenses.

Haciendo hacia Elna, en cierto modo. En pareja, familia o amigos, es cómo si reuniéramos diferentes ingredientes que ya funcionan por sí solo. La emotividad y el aprendizaje de la Maternidad, la cautivadora visita a la catedral y uno de los mejores claustros de todo el territorio catalán, el pasear por el centro, el hechizo de Saint-Jacques. Pero también la cultura.

Elna le guarda un pequeño museo a Esteve Terrús, hijo de la localidad. Un acuarelista especializado en paisajes que era culo y mierda con el propio Matisse y que tiene una obra bastante reconocida. Dentro del olvido norteño, el arte es de los casos más flagrats desde el sur del Albera: gente cómo Terrús es obviada desde aquí. Y hay quién se piensa de Arístides Mallol que ve a saber de donde era. Falta consicència!

iStock 1384286121
La catedral y su espectacular claustro


Pasear, dormir, ir a mar


Elna es un rincón de tranquilidad, cómo si sintiera pequeña e insignificante al regazo del Canigó. No molestamos a la piedra, es cómo si dijera. Paseando, notamos que del antiguo acento agrario se ha pasado bastante al turismo. Hay lugares apañados y arreglados para tomar algo o para comer. Asequible para ser Francia, la mayoría. Menos si no cambias el chip de aquí, porque todo se hace pagar allá.

Los anocheceres, con cierta fresca, son el momento propicio para el paseo especialmente si es primavera. sentirás alguna palabra de catalán, incluso, con el precioso acento rossellonenc. Si sopas a la hora de los europeos, el paseo posterior puede ser precioso. Y si te preguntes de donde viene una cierta brisa salabrosa es porque tienes la Marenda bien cerca. Y el día siguiente, cuando te quites, incluso puedes ir a ver despuntar el día en una de las mejores costas del mediterráneo. A Santo Cebrià, por ejemplo. Una albada sobre la arena de aquellas playas es del mejor y más asequible que podemos disfrutar, bien cerca, si hacemos caso a las recomendaciones y nos escapamos a Elna.

Comentarios (2)