En este calendario nostrat y compartido, que este 2022 viene a ser cómo una gira de regreso triunfal de todas las fiestas y citas que hemos añorado durante dos años de Covid y restricciones, el mes de mayo nos convoca con motivo y nombre proveniente del santoral. Santo Ponç, Mataró, Plaza del Ayuntamiento. Todo vuelve a ser cómo era este fin de semana del 14 y 15 de mayo.
Dichoso Santo Ponç, que debería de ser patrón de algo. A Mataró se lo asocia con la buena despensa, con el buen producto, con la artesanía alimentaria. Es una de aquellas citas que si te preguntan qué tiene de diferencial no sabes qué responder. A buen seguro la feria como tal o las paradas por separado te las puedes encontrar en otros momentos o ubicaciones o localidades. Pero quedan todas guapas, en mayo, al cuadrilátero feo de tipo que delimita el Ayuntamiento, el Callejón, la calle de Can Palacio y Can Cruzate . Santo Ponç es un aire de feria de pueblo en medio del coro de la ciudad.
Dichoso Santo Ponç, que nos devuelves el género que se te implora. De origen más bien relacionado con las hierbas curanderas, el abanico de la oferta propia de la Feria Mercado ya hace tiempo que se abrió y estandaritzar-se. Paradas haciendo gala de procedencias y topónimos que ayudan a redondear a la alza la sensación que te hace el producto y también su precio venden a quienes quieren ir o venden en base de confituras, membrillo, miel, hierbas medicinales, caramelos, galletas, cocas, quesos, embutidos, óleos...
Buen producto que se hace pagar
Dichoso Santo Ponç, del que tampoco puedes hacer demasiado caso. Seamos claros: el precio del género va caro y solo para venderse en esta Feria parece que todo se tenga que pagar de más. Conviene apaciguar impulsos primarios iniciales y hacer bien la paseada exploratoria antes de echar de tarjeta o ahorros. Se recomienda identificar de forma oportuna qué es, del que se vende, el que solo podemos encontrar a Santo Ponç. Dedo de otro modo, busquemos el extraordinario y único. No compramos el que podemos encontrar al xarcuter de cerca de casa.
Elementos típicos de Santo Ponç, que casi que se pierden es aquella pega dulce de verdad, negrura y gusto dulce propio puros. Boca bruta y presión alta. Sensacional. También los sidrals más esperados, aquellos que también se tienen que tomar a lo largo de los días puesto que el exceso te puede dejar la boca cómo de ataque epiléptico. A la Feria encontramos aquellos greixons buenos, más secos o menos, las secallones o lomo seco de gran calidad. Quesos para lamerse los dedos, mieles de aquellas que entiendes que aquello que encuentras envasado es muy bien otra cosa o cocas dulces y saladas de excepción que hacen bono aquel principio gastronómico tanto catalán que si los ingredientes son buenos no hace falta complicarse la vida.
Santo Pongo puede ser quedar con la pandilla, pasear y comprar y cenar o comer del buen género. Uno hierve de lengua, aquel pan de hígado, quizás morcilla. También es provisionar por la añada. Herbetes, trucos, especies. Es pan hecho in situ. Es todo bueno aunque sea eminentemente caro.
Santo Ponç tiene de todo y no tiene de nada. Genuino? Más bien tradicional. Felices para recuperarlo? Sí, mejor que esté. Y que incluso podamos pasear sin rascar-nos- el bolsillo, solo para saber qué se vende, echar de olfato y volver a casa con la felicidad simple de que, al menos, tenemos otra cosa recuperada. Dichoso Santo Ponç, para hacer de Luuk de Jong y marcarle otro gol a la Covid. Remontamos y ganaremos!
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