Cataluña se ha consolidado cómo una de las comunidades del Estado español con un mayor consumo de comida procesada, un fenómeno que, según los expertos, está erosionando tanto la salud cómo las habilidades culturales y culinarias de sus habitantes. Este cambio en los hábitos alimentarios se ha visto impulsado por el aumento del coste de la vida, que ha hecho que muchas familias opten por productos más económicos pero menos saludables.
Según el último Informe de Consumo Alimentario a España, publicado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, el año pasado los catalanes consumieron una media de 630 kg o litros de comer y bebida por persona, con un gasto de 2.001 euros per cápita. A pesar de que este volumen es superior a la media estatal de 574 kg o litros por persona, el coste también es más elevado, situándose en 1.730 euros per cápita al conjunto del Estado.
El informe destaca que solo el 37,6% de la cesta de la compra a Cataluña estaba compuesta por productos frescos, mientras que el resto correspondía a alimentos procesados. Esto indica una tendencia preocupante hacia la simplificación de la dieta, con un aumento significativo del consumo de platos preparados, como conservas, congelados, sopas, cremas y pizzas.
El director general de la Fundación Alícia, Toni Massanés, ha alertado sobre este fenómeno, destacando que "estamos dejando de saber como gestionar nuestra alimentación de forma sana y sostenible". Según Massanés, la dependencia creciente de los alimentos procesados está menguando la capacidad de las personas para cocinar y comprender qué alimentos son saludables y sostenibles. Esta pérdida de habilidades culinarias pone en riesgo no solo la salud individual, sino también la pervivencia de la rica tradición gastronómica catalana y mediterránea.
Uno de los aspectos más destacados del informe es el aumento del consumo de platos preparados, especialmente entre la población joven y la gente mayor que vive sola. En Cataluña, cada persona consume una media de 21 kg o litros de platos preparados anualmente, una cifra superior a la media estatal de 16 kg o litros. Este aumento se ha traducido en un gasto de 75 euros per cápita en este tipo de productos, un 9,7% más que el año anterior.
Además, la simplificación en la preparación de las comidas es otra tendencia creciente. La cocina a la plancha, que requiere menos tiempo y habilidades, se ha convertido en la preferencia del 34% de los consumidores, mientras que el uso de productos elaborados como salsas o caldos envasados también ha aumentado significativamente. Esta simplificación refleja una pérdida de hábitos culinarios tradicionales que podrían tener consecuencias a largo plazo para la salud y la cultura gastronómica.
Recuperar la dieta mediterránea
En este contexto, Massanés destaca la necesidad de recuperar y preservar la dieta mediterránea, que ha sido reconocida como una de las más saludables del mundo. Esta dieta no solo promueve la salud, sino que también garantiza una mayor sostenibilidad y diversidad en el sistema alimentario.
Así pues, el aumento del consumo de comida procesada en Cataluña no es solo una cuestión de preferencias alimentarias, sino un indicador de cambios profundos en los hábitos culturales y culinarios de la sociedad. La recuperación de estas habilidades es esencial para asegurar la salud y la pervivencia de la rica tradición gastronómica catalana.
Fuente: ccma.cat
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