En nuestra época digital, la preocupación sobre los efectos de las pantallas en los niños y adolescentes ha generado debate y angustia entre padres y educadores. Aun así, una revisión exhaustiva de estudios realizada por expertos destaca que los efectos de su uso son, en general, pequeños y no justifican una alarmante restricción. A través de los siglos, cada nueva tecnología ha provocado aprehensión, desde la imprenta hasta la televisión, y las pantallas no son una excepción.
En el siglo XVI, Conrad Gessner expresaba su preocupación sobre la "confusión" causada por los libros imprimido, comparándolo con las inquietudes actuales sobre las pantallas. A pesar de las aprensions, los expertos instan a no condenar los dispositivos sino a evaluar cómo se utilizan. En la actualidad, muchos padres se movilizan para limitar el uso de aparatos electrónicos entre los escolares, pero los estudios revisados indican que la preocupación generalizada puede ser desmesurada.
El estudio, que alcanza 2.451 investigaciones y casi dos millones de participantes menores de 18 años, revela que los efectos de los dispositivos son mixtas. A pesar de que pasar más tiempo ante las pantallas puede tener un ligero impacto negativo en la lectura y la escritura, los anuncios de comer rápido en medios digitales podrían influir en su consumo. Por otro lado, ver televisión con los padres mejora las habilidades de lectura y escritura, y el uso de pantallas para programas educativos con realidad aumentada tiene efectos positivos en el aprendizaje.
Taren Sanders, investigador de la Universidad Católica de Australia, asegura que los efectos encontrados no justifican una gran preocupación general: "No creo que el tamaño de los efectos que hemos encontrado en este artículo apoye [que las pantallas] sean una preocupación tan grande". A pesar de esto, reconoce que el campo de investigación cambia rápidamente y es difícil para los investigadores seguir el ritmo de los cambios tecnológicos.
En cuanto a los efectos negativas, el uso de redes sociales muestra una fuerte relación con comportamientos arriesgados y otras conductas peligrosas. Aún así, los autores destacan que algunas compañías admiten que sus productos podrían tener efectos negativos en la salud mental de los jóvenes. En el versando positivo, las intervenciones que utilizan pantallas para fomentar el aprendizaje o hábitos saludables son consideradas beneficiosas, posando la èmfasi en el uso que se hace.
Borja del Pozo, coautor del estudio e investigador de la Universidad de Càdiz, anima a una perspectiva más equilibrada: "Ni los efectos negativos son tan grandes, ni toda pantalla es mala, es más complejo que esto". Además, insta a adaptar las recomendaciones de uso de pantallas, cómo las de la OMS, para promover aplicaciones educativas o videojuegos, en lugar de prohibirlas de manera indiscriminada.
Los expertos invitan a la calma
En conclusión, los expertos invitan a la calma y a una aproximación más ponderada ante la creciente inquietud sobre el uso de pantallas en los jóvenes. Aunque los ejemplos históricos muestran una tendencia a preocuparse por las nuevas tecnologías, se insiste en la evaluación científica antes de generar pánico y restricciones innecesarias. A medida que este campo de investigación evoluciona, la tarea de entender cómo las pantallas afectan la salud y el aprendizaje de los niños continúa siendo un desafío en constante cambio.
Fuente: elpais.com/salud-y-bienestar
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