El 31 de agosto de 2021 se levantaron las barreras de la autopista C-32 del Maresme, la más antigua del Estado, así como de AP-7, AP-2 y la C-33, después de décadas de pago para acceder a las vías de circulación rápida. La concesión de estas vías acababa a la medianoche de aquel día y el gobierno estatal hacía meses que había anunciado que no se renovaría. Su retirada, pero, ha comportado contratiempo cómo el aumento del tráfico y de los accidentes. Un año después, los expertos apuestan por medidas cómo la velocidad variable o el impulso del Corredor Mediterráneo, mientras que Europa reclama un nuevo modelo de pago en función de los kilómetros recorridos y las emisiones de los vehículos.
Uno de los puntos donde se ha notado más desaparición de los peajes es lo Maresme. Allá, el tráfico que circulaba por la carretera N-II atravesando los pueblos se ha reducido notablemente. Según datos del Servicio Catalán de Tráfico, la reducción es de entre el 30 % y el 40 %, en función del tramo. El trasvase más notable de una vía a la otra se mujer al extremo norte de la comarca. La N-II al alto Maresme ha perdido un 33 % de su tráfico habitual, unos 11.000 vehículos, y de estos hay 8.500 que ahora utilizan la autopista para desplazarse. Esto supone un aumento del 40 % del tráfico a la C-32. "La autopista es una buena alternativa y se ha notado muchísimo", celebra el regidor de Movilidad de Calella, Josep Torres.
Cerrados los peajes, otra de las transformaciones pendientes es el reaprofitament de las estructuras, ahora abandonadas. En estos meses se han eliminado las cabinas centrales de pago y se han definido los nuevos carriles, pero a ambos lados de la vía todavía queda el recuerdo físico de la antigua C-32 de pago. El Gobierno tiene un proyecto para convertir estos espacios en plantas fotovoltaicas, pero hay ayuntamiento que también quieren decir la suya. Es el caso de Arenys de Mar, que ha enviado una propuesta al Departamento de Territorio y Sostenibilidad para poder gestionar un espacio que consideran "infrautilitzat".
Nuevas vías de pago
En el momento de la retirada de los peajes, la titular del ministerio de Transportes, Raquel Sánchez, ya dijo que el pago se recuperaría "en un futuro", con un sistema "no asimilable al peaje tradicional". Según indicó la ministra, el ejecutivo español contemplaba empezar a aplicar el nuevo sistema de pago a partir del 2024, a pesar de que el mecanismo todavía está para concretar.
La retirada del pago ha tenido consecuencias negativas en forma de retenciones, accidentes y empeoramiento del mantenimiento. Por los ingenieros industriales de Cataluña hay varias medidas a tomar para mejorar el servicio que ofrecen hoy las autopistas. Entre estas, piden hacer más inversiones en infraestructura y tecnología, aumentar el mantenimiento de las carreteras con concursos o concesiones a empresas privadas e instaurando medidas cómo la velocidad variable. "Bajar la velocidad progresivamente a 100, 80 o 60 km/h hace que el flujo pueda moverse despacio, pero sin pararse y que en momentos sin congestión, cómo la noche, se pueda volver a 120", apunta Luciera Puerto, presidente de la Comisión de Movilidad del Colegio de Ingenieros Industriales de Cataluña.
Àlvar Garola, profesor de la UPC y miembro de la comisión de economía territorial y urbana del Colegio de Economistas de Cataluña, se pronuncia sobre la retirada de los peajes. "No se hizo la reflexión que se tendría que haber hecho sobre que pasaría en el momento en que acabas el periodo concessional de las grandes autopistas", apunta. Así, cita los casos de la AP2 o la AP7, las "grandes autopistas" que vertebran Cataluña. "Habría sido muy bien hacer un planteamiento estratégico. Queremos mantener el peaje? Queremos que sean gratuitas? Se han tomado las decisiones seguramente demasiado sobre la marcha", expone.
A parecer suyo, el futuro pasa por un modelo de peajes que sea "integral" y afecte a todo el estado español, tanto autopistas cómo autovías de alta capacidad. "Al final a la larga tenderemos a un sistema de pago, porque nos lo pide Europa y por un tema de recursos", añade. Por otro lado, reconoce que la retirada de los peajes a las autopistas catalanas no han tenido un efecto especialmente notable por la competitividad del país, puesto que, de hecho, su coste tiene un peso muy reducido a un cómputo del transporte donde cada vez pesa más el precio de los combustibles.