Algo más de una década después del inicio de la última gran crisis económica llegó la siguiente estracanada. Si la Covid fue un aguacero intenso que lo atragantó todo, las rieras y caudales que ha originado se han llevado por adelantado buena parte de la arquitectura económica tan familiar como pública que apenas se estaba recuperando de la anterior crisis. Los expedientes de regulación temporal de ocupación pasaron a ser de la familia hasta el punto que el nombre de ERTO ha estado presente a prácticamente todas las familias. Con una economía tan condicionada y con sectores económicos de la importancia del turismo habiendo saltado por los aires casi por completo, el importe exacto de la factura del que ha supuesto este trasbals tardaremos tiempo a saberlo.
Los ERTO han estado generales y las economías se han
Han sufrido empresas, sectores, autónomos, industria. La crisis golpea fuerte y tan solo algunos indicadores macroeconómicos como el ahorro familiar de las familias parece que puedan hacer el papel de brote verde o esperanzador. También es cierto que los economistas fíen a la recuperación puesto-vaccí del propio virus una posible recuperación económica que, a nivel local y comarcal, también puede pasar para acelerar los procesos de transformación económica.
La crisis ha empujado a los márgenes inferiores de la dependencia a cada vez más familias mataronines, ha evidenciado la creciente desigualdad económica latente a la sociedad y, por otro lado, ha situado elementos como el consumo en el centro del día a día de forma que se ha podido apreciar un cierto consumo estratégico o una apuesta incipiente por nuevos modelos económicos. La sensación, pero, es que el peor de la tormenta ha amainado pero todavía tienen que caer gotas durante tiempos. El mullader económico costará mucho de secar.

1. Aires de reconstrucción
Reconstrucción, desde un punto de vista económico pero también social es la palabra repetida como un mantra desde que acabó el confinamiento y se empezó a ver el alcance del que había pasado, el saldo de la destrucción. Con una ciudad singularmente afectada por todo el impacto económico de la crisis (véase datos de apertura de esta revista) el Ayuntamiento convocó a todos los grupos municipales, a la patronal y a los sindicatos en la constitución de una Mesa por la Reconstrucción en la cual se concierten las acciones para paliar los efectos de la crisis e incentivar las salidas posibles. La Mesa se ha ido reuniendo y llegando a acuerdos, pero tiene bastante recorrido por delante.

2. La dependencia cada vez es más tendido
Son datos hechos públicos la última semana pero que ilustran una realidad que quizás no ha tenido la atención y el foco otros. En un año, desde el inicio de la Covid-19, un total de 7.924 mataronins y mataronines han requerido de apoyo alimentario. Es una cifra que da grima, y que afecta cada vez a perfiles familiares más plurales y diferentes. Se trata de un 6,14% del total de la población de la ciudad. La cifra se ha incrementado muchísimo respecto al año 2019; en concreto los recursos de apoyo alimentario actividades desde Bienestar Social del Ayuntamiento han subido en un 57,04%. La atención a estas personas tiene que ser una prioridad para evitar la exclusión.
3. Los recursos vuelven a salir del ciudadano
Con un impacto brutal a las finanzas municipales, bien pronto el Ayuntamiento emitía señales de SOS económico por las afectaciones tanto al capítulo de ingresos como en el de gastos. En medio año se han hecho dos modificaciones presupuestarias y se ha aprobado gracias a la mayoría absoluta del bipartito local PSC-ECPM unas ordenanzas fiscales con las cuales se sube un 6% el coste del IBI. Si en junio el alcalde ya advertía que no habría dinero para todo, ya a inicio de otoño el gobierno hacía números, calculaba el coste de la Covid-19 y minimizaba el aumento calificándolo de 4 euros por domicilio a pesar de que esto no le ha ahorrado ni críticas ni reproches. Al final las misas siempre las paga el ciudadano.
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