Apenas llegado en Mataró, tomó posesión del cargo el 24 de enero de 1961. Traía ya una larga trayectoria al Servicio, 33 destinos: Manlleu, Móra d'Ebre, Sitges, dos sucursales de Barcelona; y también Cocentaina, junto a su Alcoi, donde durante la guerra vivió siete bombardeos. Nacido el 1925, trae los apellidos Olcina y Segura: el primero muy alcoyano; el último, de origen vasco, pero procedente de xuetes mallorquines trasladados por su seguridad a las comarcas alicantinas el 1609. Mucha historia detrás.
Instalado en Madrid con la familia a partir de 1939, estudió al Colegio SEK de los Jesuitas el Bachillerato. A los 18 años aprobó las oposiciones de Correos, fue destinado a Quintanar de la Orden (Toledo) y depués de un año a Alcázar de San Juan (Ciudad Real). El 1958, trabajando en Barcelona, se ofreció para montar la Oficina postal de verano del campamento de Los Castillejos de las milicias universitarias. había unos 3.000 estudiantes aspirantes, más de 1.000 militares de graduación y, además, soldados valencianos de leva. Recuerda este trabajo con satisfacción, ya le comportó un buen reconocimiento profesional. Por la Jura de bandera compartió comer con las autoridades, el capitán general de Cataluña y el arzobispo de Tarragona Arribas Castro.
Destinado en nuestra ciudad como administrador, después pasó a Jefe de Administración de Oficina Técnica y finalmente ascendió a la categoría de Cabeza de Administración de Correos y Telégrafos, cuando la oficina logró este nivel, que sólo tenían unas veinte en todo España (Sabadell, Badalona, Elche, Baracaldo, Gijón). Un trabajador actual de Correos, hijo de cartero, dice que no se ponía con los trabajadores, que dejaba hacer, mientras el trabajo saliera. Sin duda dejó un buen recuerdo en la casa. Su antecesor, don Ausencio Gómez, decía que por encima de él sólo había el alcalde y el juez. Era una persona más autoritaria y a quien gustaba figurar, según testigos que me han llegado personalmente, a pesar de que el señor Olcina en habla bien. Un talante muy diferente del suyo, responsable y eficaz, de carácter sencillo y mentalidad liberal.
La Oficina de Mataró era, y es, importante. El aumento de población y de la actividad económica generaban mucho trasiego. Un buen día en la sede de la calle Naupacto se le presentaron unos vecinos de Cerdanyola quejándose del servicio. El barrio ya tenía unos 25.000 habitantes y él se propuso de solucionarlo. Le costó tiempo, muchas gestiones y escritos a sus superiores. Lo planteó al alcalde Joan Majó y también en una visita en la ciudad al gobernador civil Fernández Díaz. Un encuentro casual con Joan Majó, entonces ministro, a la pastelería de Argentona desencadenó la solución. Le dijo que se pusiera en contacto con su secretario Josep Fradera, a quien encontraría los sábados por la Riera.
La estafeta de Cerdanyola, en la calle de Calassanç Marqués, se inauguró finalmente el 6 de abril de 1989 y la cabeza fue el señor Montero. Había pasado once años desde la primera petición. Está agradecido por sus gestiones a los alcaldes Joan Majó y Manuel Mas y a los funcionarios municipales Fradera y Siquier, como también a los trabajadores a sus órdenes y a los actuales, por el buen servicio que dan. A sus 92 años, en plenas facultades y en su valenciano-catalán correctísimo, después de los cursos a Òmnium Cultural y muchas lecturas, explica que siempre pedía destinos superiores y que el trabajo no lo ha asustado nunca. Hace de él mismo una definición que me sorprende y que lo define mucho: "Soy un animal postal". Por muchos años, señor Olcina!
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