Hablar de la Fiesta Mayor de Mataró es hablar de la Familia Robafaves. En Robafaves y la Giganta, junto con su hija Toneta y su marido, en Maneló, acontecen los protagonistas indiscutibles de la fiesta, saliendo a la calle cada día al compás de melodías, bailes y saltos. Los acompañan todos los mataronins, que se contagian del ambiente y se acercan a ellos con el aprecio y la admiración que sienten por las figuras. Como cada año por estas fechas ya se están preparando de lo lindo. La pandilla la conforman por 28 portadores de Gigantes, siendo 7 portadores por cada figura (uno, que es el que la puerta adentro, y los otros seis, que van afuera).
Toni Vidal, uno de sus miembros, explica que los ensayos empiezan aproximadamente tres semanas antes de Las Santas: "Desde finales del mes de junio y hasta el inicio de la fiesta mayor la pandilla se reúne dos veces en la semana, martes y jueves, a Can Marfà para ensayar los bailes". Vidal apunta que tienen que pulir todos los actos de Santas y que "se ensayan básicamente las coreografías, se enseña a la gente que no lo sabe y se acaban de pulir los defectos o los últimos detalles ". A primeros de cada ensayo la pandilla ensaya sin las figuras, para recordar los pasos y comprobar que todo va bien, y después "llega la prueba de fuego, hacer el baile con el gigante encima, que no tiene nada a ver a hacerlo sin", añade en Toni. Es también una preparación física, puesto que los esperan cinco días intensos donde el tiempo que pasa cada portador con la figura puede ser bastante largo, dependiendo del ambiente que haya o de la música o pieza que toque bailar.
El acto más multitudinario
El Desvelo, la noche de 25, uno de los emblemas de Las Santas, es el acto más especial para la pandilla. También el que se sufre más "Como portador no lo disfrutas bastante, puesto que es el día que más tienes que estar por la figura y velar sobre todo porque la gente pueda tocarla pero lo haga con cuidado", explica en Toni. Tanto este cómo lo "No hay bastante" son actas donde el talante de la gente hace que los miembros de la pandilla tengan que estar mucho más atentos que el resto de día. Aún así, en Toni recuerda que "somos siete portadores por figura y con esto se garantiza que los seis que están fuera puedan hacer el que convenga porque no le pase nada al gigante".
A pesar de todo, reconoce que es un privilegio poder participar de una noche como esta: "Es muy guapo y una suerte poderlo vivir desde el corazón del acto, como portador de gigante". Desde el interior de uno los gigantes de la familia Robafaves no se es consciente de la masificación que el acto ha tomado en los últimos años. "Lo vivimos tanto desde dentro que no vemos todos los problemas que hay afuera, cuanto más te alejas de los gigantes".
"Un honor y una suerte"
Traer un Gigante de la Familia Robafaves durante los actos de la Fiesta Mayor de la ciudad es una de las experiencias más enriquecedoras por los miembros de la pandilla, en el ámbito personal y como mataronins. Comporta además una gran responsabilidad, puesto que la Familia Robafaves es uno de los símbolos históricos de la ciudad y que despierta más admiración entre los mataronins. "Yo sólo lo defino así: es un honor y una suerte poderlo hacer", explica en Toni.