El espectacular resultado de las Municipales del 26-M ha cambiado el Ayuntamiento de Mataró. La situación política actual -general y local-, con el efecto Pedro Sánchez y la coincidencia con las europeas han traído a una alta participación. Un 10% más de votantes que hace cuatro años ha dado una nueva composición: un ganador claro, un segundo destacado y cinco formaciones en lugar de las nueve que había hasta ahora. Un Ayuntamiento menos complicado de gestionar y con previsión de menos sacudidas, de entrada.
El físico David Boto es el hombre de las sorpresas. Lo fue el 2014 al ser propuesto como alcalde para los comicios del año siguiente. Una decisión valiente y quizás arriesgada, por parte de la nueva dirección del PSC mataroní. Sorprendió al mismo partido y causó perplejidad a los militantes históricos. Los que lo propusieron acertaron, porque se trataba del candidato más adecuado entre las nuevas fornades de jóvenes socialistas, por sensato y responsable, formación y actitudes.
Dio la sorpresa el 2015 al ganar con pocos regidores y un migrat ventaja respecto a los otros partidos. La aritmética resultante hacía obligado el pacto con los segundos, entonces CiU. A raíz de los hechos del 1-O, la ejecutiva nacionalista impuso a sus regidores romper el pacto. El transfons real era la preocupación -poco confesada- que, si se mantenían en el Gobierno municipal, ERC los avanzaría todavía más en votos, como ya estaba pasando.
Al salir CiU del Gobierno dejaron el alcalde Boto con sólo cinco ediles, una minoría humanamente muy difícil de gestionar. Pero se ha demostrado que se sale más el responsable y aplicado que el astuto y el calculador. El trabajo llevar, la buena voluntad y una práctica sincera del diálogo los han permitido a acabar el mandato con suficiente solvencia. La aprobación de los cuatro presupuestos (hecho que el alcalde Mora no consiguió nunca) ha sido otro de los éxitos de Bote y su equipo.
Desde todo el independentismo se acusó Boto que impedía votar el 1-0, cuando había locales de la Generalitat disponibles y abiertos para el referéndum, al final fue consulta, de cariz voluntarista y explícitamente prohibida. La campaña contra Boto ha sido immerescuda e injusta. Se lo ha increpado con protestas y malas maneras. La abucheada al último llamamiento de la Fiesta Mayor -malogrando la imagen de la ciudad en uno de los días más representativos del mataronisme-, cuando quedó el alcalde solo al balcó, en connivencia con algunos funcionarios municipales, fue de vergüenza ajena. Un hecho que, en contra del que buscaban sus promotores, comportó adhesiones a Boto, que todavía se comentan.
Dejando el alcalde solo en el gobierno se lo quería debilitar, pensando que no podría acabar el mandato y que su equipo no se saldría. Se le han puesto muchos palos a las ruedas, pero al final ha salido reforzado. Las decisiones de los rivales -que querían ser estratégicas- se han convertido en la punta de lanza, en el impulso que lo ha catapultado a una amplia mayoría.
Hay grupos que hacen mucho ruido, pero no tienen la mayoría social. Las cuatro opciones independentistas han sumado el 38,83% de los votos del pasado domingo; quizás es mucho, pero ni de lejos son la mitad. Por otro lado, las derechas defensoras del "Mataró se queda en España", con nutridas manifestaciones en la calle, sólo pueden identificarse claramente en dos regidores del nuevo consistorio. Algunos hablan mucho democracia. Si democracia es votar, que dicen algunos –en puritat democrática no es nomes esto; son más cosas-, la votación del domingo es clara y se tiene que aceptar y respetar.
Un apunte final. El nuevo plenario municipal es mucho más de izquierdas que el anterior. Aquel era de 16 regidores sobre un total de 27 y ahora es de 23 regidores de los partidos que se definen de izquierda. El 2015 hubo 18.217 votos de centro-derecha por 26.778 de izquierdas; ahora, 11.420 votos de centro-derecha por 42.957 de las izquierdas (no cuento Primarias, más transversal). Todo ello es efecto de la gran subida del PSC y de ERC. Pero no nos engañamos, Mataró no es tan de izquierdas como parecería. Mucho voto ha ido a estos dos formaciones por razones "identitarias", más allá de las ideologías y de las propuestas programáticas.