Torre Barceló, a punt d'inaugurar se
Torre Barceló, a punt d'inaugurar se

Torre Barceló: la historia del "monstruo" y por qué era inevitable construirlo

El polémico edificio de 26 plantas, a punto de completarse, está planeado desde hace más de 25 años, y no hacerlo habría supuesto una indemnización millonaria para los propietarios del solar, inasumible para el Ayuntamiento de Mataró

Mataró ha comenzado a trabajar en la elaboración del nuevo Plan de Ordenación Urbanística Municipal (POUM), documento clave en la planificación urbana de la ciudad. Transmitir a la ciudadanía la importancia crucial de este proceso es complicado, ya que hablamos de una herramienta de marcado carácter técnico, muy compleja y pesada. Pero de ella se desprenden iniciativas y acciones que acaban teniendo un impacto muy directo y visible a ojos de todos. El mejor ejemplo que se puede poner en este sentido es la Torre Barceló, probablemente el edificio más polémico de la historia de la ciudad. El conocido como "monstruo" por una parte considerable de la población es hijo directo del POUM vigente y de los criterios que este plan estableció en su momento para el crecimiento de la ciudad. De aquellos polvos, estos lodos.

El POUM de 1996 preveía la ronda Barceló como nuevo eje central de Mataró

El Plan de Ordenación Urbanística actual, que ahora se trabaja para sustituir, data de 1996. Es decir, de hace prácticamente 30 años, cuando el paseo marítimo de Mataró aún no se había completado, el Puerto era una construcción reciente y casi totalmente desconectada de la ciudad (no existía Laia l'Arquera ni su paso subterráneo) y sectores como Vía Europa-Nuevo Parque Central o Camino de la Sierra ni siquiera estaban dibujados en el plano. Uno de los planteamientos más destacados de aquel documento situaba la ronda Barceló como una nueva centralidad urbana, clave para la conexión del núcleo histórico de la ciudad con los nuevos sectores en desarrollo en el frente marítimo de levante, como el Puerto, Iveco y El Rengle.

Concurso público de ideas

Dos años más tarde, en 1998, en base a lo que dictaba el POUM, el Ayuntamiento convocó un concurso público de ideas para reurbanizar la ronda Barceló. El proyecto ganador planteaba poner en valor un punto singular de la ciudad, allí donde el circuito de rondas se encuentra con el frente marítimo. En este cruce se colocaba un "hito", una torre de 20 plantas de altura. Una apuesta arquitectónica radical que quería dotar a Mataró y su frente marítimo de un nuevo punto de referencia y un elemento identificativo de la ciudad. El cruce de la ronda Barceló y la avenida Maresme, de hecho, es el punto central exacto del frente marítimo, el cual presenta un desequilibrio bastante marcado con el lado norte plenamente desarrollado desde hace décadas y el sur, con los nuevos sectores de Iveco-Renfe y El Rengle en pleno crecimiento. 

La propuesta resultaba rompedora para Mataró, tal y como se ve 25 años más tarde en su materialización, pero no presentaba ningún esquema especialmente novedoso, ya que existen ejemplos en todas partes, del presente y de muchos siglos atrás, de edificios que se elevan mucho por encima de su entorno para cumplir, entre otras, una función identitaria. Un ejemplo cercano en el espacio y en el tiempo es la Villa Olímpica de Barcelona, proyectada a principios de aquella década, que cuenta con dos torres gemelas (Hotel Arts y Torre Mapfre) como referente simbólico y reconocible al instante. 

La torre de 20 plantas estaba vinculada a un paso subterráneo entre la ronda Barceló y el Puerto

Una vez escogido el considerado mejor proyecto entre todos los presentados en aquel concurso, el Ayuntamiento comenzó a trabajar en su plasmación, y aquí es donde se iniciaron los problemas de todo tipo que han hecho que aquella torre, ya dibujada sobre plano a finales del siglo pasado, tardara más de cinco lustros en erigirse en la ciudad. Lo explica muy bien el arquitecto Isidre Molsosa en un artículo reciente en capgros.com. La cuestión clave es que, además de la torre, la propuesta urbanística ganadora también planteaba un gran paso subterráneo que conectara la ronda con el puerto, sorteando la N-II y las vías del tren, para enlazar el puerto con el conjunto de la ciudad. 

¿Quién debe asumir el coste?

Como preguntó Josep Pla en su visita a Nueva York, observando el skyline de la ciudad desde un barco: "Muy bien, pero ¿todo esto quién lo paga?". Según lo que estableció inicialmente la modificación puntual del plan general urbanístico que concretaba el planeamiento de la Torre Barceló, el coste del acceso de peatones al puerto, estimado en más de 6 millones de euros, lo debían asumir los propietarios y promotores de los solares, a cambio de más edificabilidad en la zona, incluido un aumento del número de plantas de la torre. 

Pero la cosa no funcionó. Los propietarios presentaron decenas de alegaciones al proyecto y lo llevaron a los tribunales, lo que paralizó el proyecto durante muchos años. Hasta que en 2009 un juez dictaminó que no debían asumir las citadas cargas externas, lo que incluía el coste de la construcción del acceso subterráneo y la reurbanización de las calles del entorno. Como recuerda Molsosa, se suprimió la obligación de costear el paso subterráneo, pero no la mayor edificabilidad, de modo que los propietarios obtuvieron más plusvalías sin tener que dar ninguna contraprestación a la ciudad.

Más problemas y retrasos

A todo ello se añadió otro enredo muy propio de la época: la quiebra de promotoras y la corrupción urbanística. En el año 2008 Construccions Riera, que debía encargarse de gestionar la construcción de la torre en terrenos propiedad de Residencial Aurum, presentó concurso de acreedores. La firma, además, se vio relacionada con el Caso Pretoria, con numerosos políticos salpicados y vinculado a presuntos sobornos y blanqueo de capital en torno a varios proyectos en Santa Coloma de Gramenet o Llavaneres, entre otros.

Finales de la primera década del siglo XXI tampoco era el mejor momento para impulsar proyectos faraónicos como este. La crisis del ladrillo acababa de estallar, y las promociones inmobiliarias se frenaron en seco, en Mataró y en todas partes. El proyecto de reparcelación del sector que aprobó el Ayuntamiento en el año 2009, que eximía a los propietarios de las cargas externas que debían asumir inicialmente, nunca llegó a concretarse en nada, y durante toda la siguiente década la ronda Barceló fue un erial.

Finalmente, coincidiendo con una cierta recuperación económica y con un nuevo auge de la construcción que volvía a hacer posible el desarrollo de la zona, el Ayuntamiento aprobó en el año 2018 un nuevo plan de mejora urbana de la manzana de la Torre Barceló. La planificación desvinculaba la torre del nuevo acceso al puerto, después de que el TSJC hubiera sentenciado en varias ocasiones que no se podían imputar los costos a los propietarios.

Torre Barceló 2018

La Torre Barceló, según el diseño circular de 2018

Entre los años 2018 y 2020 se acabó dibujando el proyecto actual

Tambien se introducen otros cambios. Si en el año 2009 se preveía la torre en una plaza pública deprimida respecto a la ronda de Barceló, a la que se accedía mediante una rampa desde el paso subterráneo de conexión con el Puerto; el nuevo plan de 2018 eliminaba la plaza deprimida y reordenaba un espacio libre al mismo nivel de la ronda de Barceló y la avenida del Maresme. La torre, por su parte, se adelantaba unos metros hacia la fachada marítima y ganaba esbeltez reduciendo su base, incrementando la altura original prevista de 22 pisos a un máximo de 26 plantas, que son las que finalmente ha tenido el edificio. Entonces, se previó con planta circular.

El plan, sin embargo, tampoco prosperó, ya que tras ser aprobado inicialmente, no se continuó tramitando porque los promotores del edificio desistieron de llevar adelante el proyecto. Pero sí que sirvió de base para la siguiente planificación, del año 2020, que ha terminado siendo la definitiva. Entre los nuevos cambios introducidos, el más destacado era el perfil del edificio, que abandonaba su forma circular y se planteaba como un rascacielos que se descomponía volumétricamente, con plantas que se retiraban de forma sucesiva, de manera que tenía mucha más amplitud en la base que en su culminación. También se modificaba la relación del edificio con el entorno, planteando la ronda Barceló como una zona de paseo respetando su anchura máxima, y aumentando el espacio de uso público en el entorno del edificio protegido de La Farinera.

La ronda Barceló y la nueva estación

"Imaginemos cómo de diferente sería la percepción social que hoy tendríamos de la torre si estuviera asociada y se construyera al mismo tiempo que el gran paso subterráneo previsto inicialmente", señalaba el arquitecto Isidre Molsosa en su artículo. Como el Ayuntamiento no tiene capacidad económica para asumir el costo del acceso peatonal, pero sigue viéndolo necesario a nivel urbanístico, se ha ideado como solución vincularlo al proyecto de la nueva estación ferroviaria de Mataró. De este modo, es ADIF quien acabará financiándolo, si todo va bien, porque además de conectar la ciudad y el puerto, también servirá de acceso peatonal a la futura estación.

Del alquiler a la compra

Uno de los elementos más destacados de la promoción, tal y como se destacó en su presentación, es que las 192 viviendas que contenía serían todas de alquiler, para paliar la falta de oferta en este ámbito. Pero esta pretendida vertiente social de la torre se desmoronó cuando en mayo pasado la promotora anunció que todas las viviendas en realidad se pondrían a la venta. A pesar de que no se dieron detalles sobre este giro de 180 grados, fuentes del sector lo vincularon al rechazo de las promotoras inmobiliarias al índice de tope del precio del alquiler aprobado por la Generalitat ese mismo año.

De alquiler a compra

Uno de los elementos más destacados de la promoción, tal y como se destacó en su presentación, es que los 192 viviendas que contenía serían todas de alquiler, con el fin de paliar la falta de oferta en este ámbito. Sin embargo, este pretendido carácter social de la torre se desmoronó cuando el pasado mes de mayo la promotora anunciaba que todos los apartamentos en realidad se pondrían a la venta. Aunque no se dieron detalles sobre este giro de 180 grados, fuentes del sector lo vincularon al rechazo de las promotoras inmobiliarias al índice de tope del precio de alquiler aprobado por la Generalitat el mismo año.

Carteles contra Bote y la Torre Barceló

Carteles contra Bote y la Torre Barceló

El coste político del proyecto para el alcalde

Sea como sea, este cambio ha aumentado la controversia en torno al edificio, que genera escepticismo o rechazo entre una parte importante de la ciudadanía. Muchos señalan al alcalde, David Bote, como el principal responsable de permitir que se construyera el edificio, ya que al fin y al cabo es el alcalde en el momento en que se está construyendo. A finales del año pasado aparecieron unos carteles contra el edil, acusándolo de fomentar la especulación urbanística e impedir que haya vivienda accesible en la ciudad, y vinculando el proyecto de la Torre Barceló con el asunto Can Fàbregas. Un fotomontaje grosero caracterizaba a Bote como un caganer sobre la mencionada torre.

El mismo día que se anunciaba que todos los pisos serían de venta, se organizaba una visita para autoridades y prensa a la torre. Bote la aprovechó para defender el edificio, definiéndolo como una "obra emblemática" y "disruptiva" y asegurando que pone "la ciudad en el mapa". "Esta torre plantea retos y suma: no debemos tener miedos, debemos aprovechar las oportunidades", concluyó.

Visita de obras en la Torre Barceló. Foto: R.Gallofré

Visita de obras en la Torre Barceló. Foto: R.Gallofré

"No hacer la torre habría tenido un coste para los ciudadanos", recordó el alcalde

Las declaraciones de Bote, sin embargo, también tuvieron un contrapunto, que ha ido repitiendo tanto en público como en privado, cuando se ha referido al edificio. "Hay que explicar a la ciudadanía que no hacerla habría tenido un impacto económico importante y un coste para los ciudadanos", señaló. Es decir, que haber frenado el proyecto, haber impedido la construcción del rascacielos, habría supuesto una indemnización inmobiliaria a los propietarios que el Ayuntamiento no se podía permitir. Bote recalcó que esta torre "estaba en el planeamiento desde hace muchos años", recordando el citado concurso de ideas de 1998 y los planes urbanísticos que se derivaron de él.

Dicho de otra manera, Bote estaba atado de manos y pies por los compromisos previos adquiridos durante las décadas pasadas por el Ayuntamiento (gobernado, eso sí, casi siempre por su mismo partido, el PSC), y no ha tenido más remedio, durante su mandato, que seguir adelante con el proyecto, trabajando para que encajara lo mejor posible tanto en el skyline de la ciudad como en su entorno más inmediato.

GRANDES PROYECTOS FOTO GRAN Torre Barceló. Foto: R.Gallofré
Construcción de la Torre Barceló. Foto: R.Gallofré

"Seguro que hay gente a la que no le gusta", añadió Bote. Una evidencia que, según el alcalde, debe servir para “generar un debate de la ciudad que somos y de la que queremos ser". "Mataró debe tener recursos para regenerarse, para transformarse y para dar respuestas en forma de vivienda accesible y sin cambiar nada no podemos responder a estas necesidades", agregó. Una referencia a la necesidad, precisamente, de impulsar un nuevo POUM que sustituya al actual, y que, según se podría interpretar de las palabras del propio edil, plantee soluciones urbanísticas, arquitectónicas y de políticas de vivienda para la ciudad diferentes a las de una torre de 26 plantas con casi 200 pisos a precios de lujo (260.000 los de una habitación, más de 500.000 los de tres) que a falta de pocos retoques para ser finalizada, ahora por ahora no convence a casi nadie en Mataró.

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