"La nueva asociación, formada por gente más joven, ha nacido con mucha fuerza, es muy dinámica y ha fomentado la participación. Se ha hecho una Serenata que ha mantenido toda la esencia de la tradición y, además, hemos ganado empujón. habrá futuro." Joan Radó hace veinte años que vive en Sant Ramon y valora así la última Serenata de la calle, una fiesta histórica en este lugar de la ciudad. La vieja guardia, "encargada de mantener viva la fiesta durante años realmente complicados", quiere apuntar Radó, se ha retirado y ha dejado a una generación de jóvenes de la calle con ilusión porque la llama de la vecindad luzca con fuerza. Este sentimiento de pertenencia es uno de los aspectos que dota de personalidad al barrio. La Asociación de Vecinos de La Habana también "tiene mucha vitalidad" y todo ello configura un barrio cohesionado.
El actual director de Càritas de Mataró destaca el sentimiento de pertenencia de los vecinos del barrio de La Habana
Joan Radó es el director de Càritas de Mataró y trabaja codo en codo con la Biblioteca Antoni Comas, punto emblemático del Matadero: "En la biblioteca hacemos actividades para los niños. Ellos nos ceden el espacio. Además, allá también hacemos entrega de los diplomas un golpe acabados los diferentes cursos que organizamos". Radó es responsable del área de formación de Càritas, una entidad con vocación de servicio que, en este ámbito concreto, procura varios talleres a personas adultas que a menudo no tienen estudios. Radó también se encarga de un programa para la infancia que incluye refuerzo escolar, deporte con valores o control de las emociones, más allá de clases de catalán y de castellano para personas recién llegadas. Càritas es todo esto y muchas cosas más, porque también trabaja en otras necesidades básicas como la alimentación, la ropa o la vivienda.
Sea como fuere, la tarea de la entidad y de su director como motores de transformación y cohesión social también son, en cierto modo, un reflejo de aquello que ha sido La Habana-Matadero a lo largo de su historia.