Público apostando por la cultura segura al festival Nosotros. Foto: Andrea Rigalós
Público apostando por la cultura segura al festival Nosotros. Foto: Andrea Rigalós

Cugat Comas

La cultura de Mataró despierta del letargo

El sector cultural hace de tripas corazón ante las restricciones y los protocolos y las entidades salen adelante su actividad después del fuerte golpe de la pandemia

El 2020 tiene números para ser uno de los años en que más se habrá hablado de la cultura y menos haya podido haber. En Mataró y en todo el país. La cultura, entente como espacio compartido de artes, como sector profesional, como ecosistema de entidades, como vector social ha sido una de las víctimas propiciatòries que ha recibido más, y más de lo lindo, con los estragos de la pandemia de la Covid-19.

La agenda cultural de Mataró se ha pasado muchos meses prácticamente vacía

Cuando a medio marzo todo va cerrarse, la cultura se confinó y recluir. Se hizo sentir a través de pantallas y, de hecho, fue incluso la principal compañía a modo de entretenimiento en aquellos tiempos de reclusión. Cuando se abrieron las puertas -por turnos- de las casas, la cultura quedó colgada de un hilo. Con unas pautas de actuación y unos requisitos para su día a día que, bajo el paraguas de la exigencia de seguridad sanitaria, suponían de factor imposibilitar la práctica mayoría de actividades. La agenda cultural de Mataró es un buen testigo de los efectos que ha tenido la pandemia. Durante medio año ha sido prácticamente deserta con algunas honroses excepciones. Un letargo evidente (según el diccionario: "Son anormal, profundo y continuado, durante el cual, si se pregunta nada al enfermo, este sólo puede dar algunas respuestas vagas, sin despertarse completamente ni guardar ningún recuerdo") se había apoderado de la ciudad y su cultura.

Que la cultura es segura, en un contexto social de temença y restricción al contacto, ha acontecido una etiqueta en las redes sociales y un clamor por parte de todos los actores que comparten una escena, la cultural, que ya llegó a esta crisis con evidentes problemas estructurales como la precariedad laboral generalizada, la exigua inversión pública en comparación con otros países o la carencia de equipamientos. Problemas, estos y otros, que se pueden concebir en general o en concreto: Mataró y su cultura son paradigmáticos de estas tres carencias. Cuando llegó la parada de la Covid-19, todo va quedar colgado.

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Un momento de la clausura del segundo Panòptic

Nuevo curso, el despertar

En los últimos meses la norma ha sido la de mantener esta somnolencia inducida, pero hay que resaltar las excepciones que ha habido. Una de las evidentes, el festival Nosaltres impulsado por la cooperativa Clack que recuperó el Pati de Can Marchal como espacio de cultura, con conciertos, recitales y teatro. Cristina Madrid, codirectora del certamen, razona que "ha supuesto todo de cosas buenas poder hacer el festival en plena pandemia: activar la cultura en un momento en que está sufriendo más que nunca y ofrecer en la ciudad de Mataró y el Maresme un festival nuevo, de propuestas variadas, en formato pequeño".

Sala Cabañas fue pionera al recuperar el teatro

Por un canal diferente avanzó otra de las propuestas, 'Los Otros', que quería ser un ciclo en patios y espacios agrícolas de la ciudad en la línea de iniciativas como el Pati Pla de Sant Cugat y que finalmente se aplazó. Pau Benítez, uno de sus impulsores, explica que 'Los Otros "es un festival para ayudar los artistas y técnicos que han tenido muy poco trabajo, un festival altruista con diferentes disciplinas que esperamos poder hacer más adelante". La limitación del número de personas que se pueden reunir hace imposibilitar la celebración en las fechas que correspondían.

Hace dos semanas era la Sala Cabanyes, la que levantaba el telón después de medio año con 'Un Déu Salvatge'. Su director y actor Enric Lucena explica "poder abrir Sala después de seis meses cerrados y con socios de la entidad que nos han dejado, es muy emocionante y más encontrarte 80 personas sentadas". Poco a poco la ciudad parece recuperar el latido cultural y el pasado fin de semana, por ejemplo,se hacía la segunda edición del festival Panòptic de cine. Su portavoz Eli Triadó cree que la sola celebración del festival ya es un hito que en algunos momentos no estaba segura: "Dudamos, cambiamos el formato, hemos apostado en paralelo por el on-line y finalmente, cuando abrimos la convocatoria, recibimos 3.000 cortometrajes: hay una necesidad evidente de acontecimientos culturales".

La reavivación de la cultura, en ejemplos

  • Músicas Tranquilas: El ciclo de La Casa de la Música volvió al Casal la Alianza, para mantener la cita musical con un concierto al mes, en formato de comunidad, como una experiencia que tiene su público asegurado.
  • Festival Panòptic: La segunda edición de este certamen de cortometrajes que aglutina cine y reflexión tuvo lugar el pasado fin de semana. También hay una exposición del mismo a Can Palacete.
  • Sala Cabanyes: 'Un Dios Salvaje' es la primera obra de la temporada del teatro, que se estrenó el pasado sábado. 'Los Pastorcillos' o 'Mary Poppins' son otras citas destacadas de la temporada.
  • Casa de Andalucía: La entidad ha podido retomar su actividad de baile de sevillanas, adoptando un protocolo estricto y recuperando buena parte del alumnado. Por suerte, han recuperado el 90% del alumnado.
  • Maresme Sound: Humedal Recuerdos y Dòria Libros recuperan a partir del 17 de octubre el que quedaba pendiente del festival. Eso sí, cambian de ubicación y pasará a celebrarse en el patio de Can Arenas.
  • Festival LAVs: La exposición de realidad virtual correspondiente al Festival de Venecia que el festival y el MAC organizaron a Can Palauet fue un éxito de público, con el 99% de los tickets vendidos.
  • Festival Nosotros: Clack hace una muy buena valoración del festival que ha redescubierto el Patio de Can Marchal y espera que tenga continuidad. "Hemos hecho un tastet del que puede ser y queremos seguir programando", dicen.
  • Cronopis: El espacio de circo de Can Fugarolas recupera la normalidad con los cursos, a partir de octubre, abiertos a todo el mundo quien se interese. La actividad no para en una compañía de referencia.
  • Gospel Sons: La coral ha encontrado después de mucho buscarlo un espacio donde poder recuperar los ensayos presenciales, la única manera de ensayar viable para 80 personas. Será a las Escuelas Pías de Santa Anna.
  • La Destilería: El espacio se ha tenido que ir adaptando, y mantiene su vertiente formativa y la de galería de arte. "Tenemos espacios amplios y hemos tenido que encontrar nuevas maneras y volcarnos en internet", dice Agit Baqué.
  • Els Altres: Los promotores del ciclo, que quería ser una alternativa "a los seguros, el Procicat y las programaciones oficiales" según Pau Benítez esperan poder iniciar la programación en enero.

La apuesta por la seguridad, más que una obligación

Muchos de los agentes culturales se sienten especialmente señalados por el actual marco normativo que restringe la vida social y los acontecimientos. En paralelo a esta sensación (que contrasta el peligro epidemiológico del transporte público o bares y restaurantes llenos a rebosar con las exigencias que se aplican a los espectáculos) la cultura ha sabido predicar con el ejemplo y no sólo insiste con la etiqueta #CulturaSegura sino que, sobre todo, es complidora de tipo.

Los espectáculos culturales se rigen por un protocolo explícito

Los espectáculos culturales se rigen por un protocolo explícito (que no hay que confundir con las limitaciones de reunión generales de los encuentros de personas) que exige control de acceso, aforo limitado, control de asignación de sillas, separación entre personas, uso de mascareta, accesos esglaonats, itinerarios diferentes o hielo hidroalcohòlic para las manos de los asistentes. En algunos de los casos, además, se necesita un permiso especial de las autoridades. Ayuntamientos y Procicat pasan a formar parte de la carambola necesaria para posibilitar la jugada de un acto cultural. Y todo y este laberinto, la cultura encuentra salida.

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Mascareta y distancia, también cuando se puede entre los protagonistas

El sector que más cumple

Oriol De Ramon, uno de los miembros del conocido grupo mataroní The Tyets, que todo y la cancelación generalizada ha podido hacer 7 conciertos este verano explica que "en todos los pueblos donde hemos sido, en todos, el cumplimiento de las medidas de seguridad ha sido totalmente estricto. Es espectacular y hay que agradecer como entidades todavía se envalentonen a programar cultura con todo el que hace falta para cumplir".

En una línea similar, la codirectora del festival Nosotros Cristina Madrid asegura que "Ha habido mucha limitación a la cultura, y en ninguna parte ha habido tanta seguridad como en los actos culturales, en todos los actos culturales que se hacen dónde he ido he visto control de personas riguroso, distancias de seguridad, hielo hidroalcohòlic… he visto gente midiendo con el metro para cumplir, controles para llevar la mascareta, no permitir la gente levantarse o suprimir las barras y en ninguno otro entorno he podido apreciar este grado de cumplimiento".

La cultura sabe que se la juega y es por eso que ha habido tener capacidad de polivalencia y adaptabilidad para salir adelante. "Nos tenemos que acostumbrar todos juntos a la nueva situación es un poco empipador pero vale la pena salir adelante" explica Raul Sala d'Aiguamolll. "Nos toca aplicar protocolos y transmitir seguridad", asegura Ángel Espartero, de la Casa de Andalucía.

 

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