El grande Rovira-Requesón creó la escultura monumental de Laia la arquera, inaugurada en 1998, como representación de la unión entre el hombre y la tierra. Dos décadas más tarde, el símbolo ineludible de Mataró, que recibe orgullosa locales y visitantes al entrada sur de la ciudad, ha acontecido tan efectivamente como simbólica un nexo entre intelecto y materia, un punto de confluencia de tres ejes que representan oportunidad, presente y futuro de Mataró: el binomio universidad-emprendida, el potencial de la industria, el comercio y servicios y, por último, el mar.
La estrategia de la arquera es y será el caballo de batalla de los próximos años. Al suyo cercando tenemos los elementos necesarios para generar riqueza y puestos de trabajo, de aquí la necesidad de explotar de la manera más acertada esta pieza vital de la ciudad.
En cuanto al eje universidad-emprendida, ya se ha demostrado que TecnoCampus es un referente catalán, con 3.530 estudiantes matriculados este curso (el 83% de los nuevos alumnos han elegido sus grados como primera opción), 121 empresas alojadas al parque tecnológico con 782 trabajadores y 82 empresas creadas al último año. Su crecimiento potencial se tiene que considerar más allá del desarrollo del sector de Iveco-Pegaso. Actualmente hay 195.000 m² de techo disponible porque se instalen empresas y servicios en el entorno del TecnoCampus, pendiente de construir o sin actividad, si sumamos la oferta a disposición de futuros inversores a los sectores de La Ringlera, Iveco-Pegaso, Las Huertas del Camino real, Pla de en Boet, Balançó y Boter y al Puerto. Hay que apostar por todos ellos para potenciar la actividad productiva y su relación con el polo de atracción del TecnoCampus. Con el apoyo de herramientas como el Plan de Acción integral de mejora de los Polígonos de Actividad Económica, que nos proporciona dos millones de euros para invertir, y el nuevo planeamiento que ordena los usos y actividades a los polígonos industriales tenemos que ser capaces de implantar o atraer nuevas actividades relacionadas con el parque tecnológico en piezas estratégicas ahora sin actividad, como el edificio singular de Bankia en el polígono de Pla de en Boet –antigua sede de Caja Laietana–, con 30.000 m² de techo destinado a oficinas y almacenes.
Haciendo confluir la industria, el comercio y los servicios con el eje marítimo, el gran reto pendiente es abrir la ciudad al mar. La dinamización del Puerto, especialmente de su zona comercial, el traspaso de la carretera N-II y su reconversión en un vial más urbano y amable, el proyecto para integrar la estación de Renfe al futuro paso de la ronda de Barceló, iniciativas como Mar en valor y la apuesta por la economía azul forman parte de las estrategias para conseguirlo.
Insisto, la estrategia de la arquera es global. Es incuestionable que el desarrollo del sector Iveco-Pegaso tiene que contribuir a la conectividad de la ciudad no sólo con TecnoCampus sino también con el mar, pero no es menos cierto que hay que renovar el antiguo polígono de Balançó y Boter por relligar los tejidos productivos de ponente con el TecnoCampus y el resto de la ciudad a través del eje del Camino real. La ciudad no se puede permitir el lujo de menystenir ninguna pieza. Tenemos que unir, relligar, en definitiva, conectar la ciudad con sus activos.
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