"El territorio es un campo de batalla entre intereses contrapuestos, los populares por un lado y los de los promotores de la otra. Sólo se logra un equilibrio entre los dos cuando hay una organización civil fuerte". Con esta frase de Manuel Molina se resume la gigantesca tarea que durante décadas ha hecho la Asociación de Vecinos de Cereza, que él y Miguel López, entre otros, constituyeron en 1989, cogiendo el testigo de anteriores entidades vecinales.
Cereza no sería tal como es hoy si sus residentes no hubieran hecho frente para defender sus derechos. "Si es un barrio que ha ido de menos además, es gracias a la capacidad de lucha de los cirerencs", resuelve López. Él y Molina recuerdan como batallaron hasta convencer el Ayuntamiento de cambiar el planeamiento de Vía Europa, después de que la propuesta original tapara y aislara todavía más el barrio. O como presionaron el consistorio hasta que se construyó una nueva escuela Cuna, la Riereta, y un casal de abuelos. El Ayuntamiento sigue notando el aliento a la nuca de la asociación vecinal, ahora por cuestiones como la urbanización del sector de la antigua Abanderado, donde los vecinos consideran que sequieren construir demasiadas viviendas; o la cuestión de la CABEZA del barrio, que quieren que se amplíe en ninguna parte que seconstruya un de nuevo al lado.
Bregados en la reivindicación vecinal, Molina y López se muestran orgullosos de aquello logrado y esperanzados que la lucha se mantendrá. "La participación ciudadana es capital para lograr cohesión territorial, cuando el trabajo de las asociaciones de vecinos declina, surgen problemas como el incivismo y otras actitudes que minan la comunidad", constata Molina.
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