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Ramon Bassas

La Plaza Primero de Octubre de Mataró

El principal problema de la propuesta del grupo de CiU (o cómo se diga) al Ayuntamiento de Mataró para cambiar el nombre de la plaza de España por plaza del 1 de octubre no es, por ejemplo, la afectación postal y documental (notarios, etc...) que tendrán que sufrir una pandilla de ciudadanos que no tienen ninguna culpa. Tampoco lo es la introducción de más combustible innecesario a la ya tensa relación entre el bloque independentista y el resto de partidos que hay en nuestra ciudad. Tampoco creo que sea lo principal problema la fijación neuròtica con el concepto "España" (un día nos roba, el otro lo estimamos, etc.). Ni siquiera lo es que la propuesta recuerda demasiado, especialmente a los más grandes, al primero de octubre que cada año se celebraba con motivo del Día del Caudillo, con la entusiasta participación de algunos de los ancestros de los que ahora lo celebran por otras razones, como bien sabemos los mataronins de toda la vida.

No, el riesgo más grande, por mí, es que se ha abierto la veda a saltarse el consenso que, desde la restauración de la democracia municipal, había habido a Mataró para designar su nomenclador. De hecho, ya se abrió con la insensata propuesta de ERC, otro de los del bloque, ahora hace dos años, por desborbonitzar las calles (no decían nada de las otras dinastías). El uso partidista (es decir, que sólo satisface una parte) de los símbolos tiene también sus episodios en la colocación de pancartas y lazos a la fachada del ayuntamiento, con acuerdos de pleno incluidos, que el alcalde, tanto porque es él el competente y no el pleno como porque sabe que es el alcalde de todos, omite. Este consenso, que ha ido funcionando finos hace muy poco, permite que, sea cual sea la mayoría de turno, y al menos en el más simbólico, la institución represente el conjunto de los ciudadanos y no tan sólo una parte. Ahora imaginaos que las mayorías absolutas de las izquierdas hubieran impedido el nombre de prohombres de derechas a nuestras calles, por ejemplo. O que los socialistas hubieran impuesto una plaza 28 de octubre porque recuerda la primera vez que ganaron en España.

Bien. Y esto es un gran problema? Sinceramente, si sólo fuera que se tocan los nombres de las calles, lo seria, pero no grande, esclar. El problema de fondo es el de la ruptura de la idea de consenso. Sobre todo, porque puede girarse en contra. Por ejemplo, yo soy de los que pienso que el más crítico de la victoria de Ciutadans a las elecciones autonómicas de diciembre, también en Mataró, es que este partido no está sólo en contra de la independencia, sino, sobre todo, que torpedina la mayoría de consensos básicos en que se ha sustentado la sociedad catalana desde la democracia acá. Básicamente el modelo cultural (desde las subvenciones a las asociaciones a Tv3), el modelo educativo y la normalización lingüística. Si el principio de consenso no impera ni en el campo simbólico (la fachada, el nomenclador...), ¿queréis decir que durará demasiado en el campo de la cohesión social que estos tres modelos han intentado perseguir? Dedo de otro modo, ¿la politización de las calles no creará la misma desafección hacia el catalanismo que han conseguido -a parecer mío- la politizació de la televisión pública o la lengua?

Pues esto. Enjabonan tanto Cataluña que los resbala. Y así estamos.