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Muere el entrañable señor Olcina de Correos

Enrique Olcina Segura fue jefe de la Oficina de Correos de Mataró e impulsor de su segunda oficina de la ciudad en el barrio de Cerdanyola

La ciudad de Mataró despide con tristeza a Enrique Olcina Segura, conocido afectuosamente como el señor Olcina de Correos, que nos ha dejado a la edad de 99 años. Su figura es indisociable del servicio postal de la capital del Maresme, donde ejerció una larga y ejemplar trayectoria, marcada por el compromiso, la eficacia y un carácter humano que le valieron la estima generalizada de trabajadores, empresas y vecinos.

Nacido en el año 1925, el señor Olcina inició su carrera en Correos a los 18 años, después de haber aprobado las oposiciones, y pasó por numerosos destinos hasta llegar a Mataró el 24 de enero de 1961. Aquí asumió la responsabilidad de administrador de la Oficina de Correos, cargo que desempeñó con una gran dedicación hasta ascender a Jefe de Administración de Correos y Telégrafos, un reconocimiento reservado solo a un reducido grupo de oficinas en todo el Estado.

  • Sobre el señor Olcina escribió este artículo Josep Puig Pla

Su paso por Mataró supuso una auténtica revolución en la organización y modernización del servicio postal. De carácter sencillo y mentalidad abierta, el señor Olcina se ganó la confianza de su equipo dejando espacio para que cada uno desarrollara su trabajo con responsabilidad y autonomía. Su gestión eficaz se combinaba con una gran cercanía con los trabajadores, que siempre destacaron su consideración y respeto.

Uno de sus grandes legados es, sin duda, la creación de la segunda oficina de Correos en Mataró, en el barrio de Cerdanyola. Con una población en pleno crecimiento, Olcina fue sensible a las demandas de los vecinos y luchó incansablemente para lograr la apertura de una nueva estafeta en el barrio. Con perseverancia y habilidad para tejer complicidades, consiguió el apoyo de figuras políticas como Joan Majó y el gobernador civil Fernández Díaz, haciendo realidad el proyecto en 1989, después de once años de intensas gestiones.

Hasta los últimos años de su vida, Enrique Olcina continuó siendo una persona activa y vinculada a su querida ciudad de Mataró. Con un catalán-valenciano impecable, fruto de su esfuerzo por aprender la lengua, y una memoria prodigiosa, evocaba con orgullo su trayectoria, definiéndose con una frase que resume perfectamente su vocación: “Soy un animal postal.” Con su marcha, Mataró pierde una figura entrañable e imprescindible en la historia de su desarrollo social y económico.

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