Cinco años después del estallido de la covid, que obligó a confinar gran parte del mundo, el teletrabajo se ha estabilizado como una opción para el 16% de los ocupados, pero con una tendencia a reducir los días de trabajo en remoto. Si bien en 2021 los empleados que trabajaban desde casa la mayor parte del tiempo duplicaban a los que solo lo hacían ocasionalmente, en 2023 la tendencia ya se había revertido. En los últimos meses, la presencialidad ha ganado peso en todo el mundo, con empresas como Amazon o Dell anunciando el retorno a la oficina. Aunque en Cataluña no se detectan retrocesos generalizados, instituciones como la Generalitat lo han retirado para los altos cargos. Además, hay empresas que amenazan con retirar el teletrabajo como una forma de despidos encubiertos.
La pandemia de covid-19 confinó gran parte del mundo y causó 7 millones de muertes, lo que obligó a cambiar las dinámicas laborales e imponer el teletrabajo. Con la entrada en vigor del estado de alarma el 15 de marzo de 2020, el trabajo en remoto se disparó con un salto del 8,6% al 17,7% del total de ocupados en Cataluña en un año, según la Encuesta de Población Activa del INE.
La obligación de trabajar desde casa durante los meses de mayor impacto de la covid cambió dinámicas y digitalizó rápidamente muchas tareas presenciales, como las reuniones. “Fue una medida aplicada de forma rápida, urgente, algo anárquica, para dar respuesta a una situación crítica que vivíamos con una alta intensidad de afectación de la pandemia”, ha dicho Josep Ginesta, secretario general de la patronal Pimec.
En 2021 se alcanzó el máximo histórico hasta ahora de esta modalidad (18,8%), y desde entonces se ha moderado, registrando de media en 2023 un 14,2%, aunque los últimos datos trimestrales del INE apuntan a un repunte en 2024 hasta el 16%. Durante toda la postpandemia, Cataluña se ha situado entre uno y dos puntos por encima del conjunto español en teletrabajo. Los datos incluyen a los autónomos que trabajan desde casa.
El teletrabajo ocasional ya supera al habitual
La secretaria de Acción Sindical de CCOO, Cristina Torre, señala que el teletrabajo habitual ha disminuido desde el estallido de la pandemia, pero, en cambio, ha aumentado el esporádico. “El teletrabajo esporádico es un elemento valorado muy positivamente como una medida de flexibilidad y de poder organizar mejor la vida familiar y social”, ha dicho.
En este sentido, los datos reflejan una tendencia a la reducción de los días de teletrabajo entre quienes lo practican. Si bien en 2021 quienes declaraban trabajar desde casa la mayor parte del tiempo duplicaban a los que solo lo habían hecho ocasionalmente, en 2023 la tendencia se había revertido: los que lo habían hecho puntualmente pasaban en dos años del 6,5% al 7,8%, y los que lo hacían la mayor parte del tiempo caían del 12,3% al 6,4%.
En este sentido, en espacios como los coworkings han notado cómo desde 2020 ha habido una evolución hacia un modelo que combina la presencialidad con el teletrabajo, con las empresas haciendo esfuerzos para atraer a los trabajadores a las oficinas.
“La mayoría de nuevas contrataciones vienen con un modelo híbrido”, apunta el responsable de la gestora de coworkings Wojo en la península ibérica, Fernando Sánchez-Crespo. Los espacios de coworking y oficinas como el que gestiona Wojo en Poblenou, desde hace dos o tres años han pasado de tener unos 600 trabajadores de martes a jueves a tener una cincuentena los lunes o viernes.
“La gente se ha acostumbrado al teletrabajo y hemos visto que un espacio antes de la pandemia era para 10 personas y ahora puede ser para 30 porque la gente rota. Hemos notado una presencialidad muy elevada en las oficinas los martes, los miércoles y los jueves, pero cada vez está viniendo más gente a la oficina; hace dos años venían un día o dos y ahora ya estamos entre los tres o cuatro”, afirma Marta Gràcia, consejera delegada de la empresa de coworking y oficinas privadas Cloudworks.
La mitad de los que podrían teletrabajar por el tipo de trabajo no lo hacen
Las cifras sobre la posibilidad que ofrecen las empresas para trabajar desde casa se mantienen estables en los últimos años. En números redondos y según la encuesta sobre equipamiento y uso de las TIC del INE, seis de cada diez empleados no han desarrollado su actividad laboral desde casa porque el trabajo que realizan no lo permite, una proporción que prácticamente no se ha movido desde la pandemia. Alrededor de dos de cada diez han teletrabajado el último año y los otros dos restantes no lo han hecho, pero tendrían la posibilidad de hacerlo por el tipo de actividad que desempeñan. Es decir, la mitad de los que podrían hacerlo por la naturaleza de su oficio no lo hacen.
El motivo de esta circunstancia, según la misma encuesta, en la mayoría de los casos (56,2%) es que la empresa no tiene medios tecnológicos para aplicar el teletrabajo, y el resto se dividen entre quienes dicen que su hogar no está preparado para ello (31,7%) y quienes se encuentran con la negativa de la empresa (8,9%).
“Lamentablemente, la situación de los alquileres en Barcelona no ayuda a que la gente pueda teletrabajar. Nos encontramos con personas que viven en pisos de dimensiones reducidas y que no tienen un espacio físico para teletrabajar, y nuestro edificio suple esas carencias”, detalla el responsable del coworking Wojo en la península ibérica.
El teletrabajo como despido encubierto
Si bien no se han registrado retrocesos generalizados en el teletrabajo en Cataluña, sí hay empresas que han ido más allá de eliminarlo y lo utilizan como una herramienta para despidos encubiertos. Es el caso de Orange, según denuncia CCOO, que ha presentado un expediente de regulación de empleo (ERE) en el que afecta a 455 trabajadores, el 80% de los cuales teletrabajan.
Desde el sindicato critican que la compañía los quiere despedir alegando causas organizativas y de producción, cuando hasta ahora no les había exigido presencialidad. "La empresa dice que si no vienen a la oficina, no los necesitan, pero antes sí que los necesitaban", denuncia Cristina Torre, de CCOO. El caso de Orange ha sido llevado a la Audiencia Nacional.
Otras empresas han intentado eliminar el teletrabajo sin despidos, pero con presión. Desde UGT señalan que algunas compañías han aumentado la carga de trabajo presencial para que los empleados renuncien voluntariamente al teletrabajo, o incluso al empleo. "Hay empresas que obligan a venir a la oficina cuando tienen la infraestructura para trabajar en remoto, para que la gente acabe yéndose", lamenta Laura Olías, portavoz del sindicato.
Los altos cargos de la Generalitat pierden el teletrabajo
El Gobierno catalán no ha dado marcha atrás en el teletrabajo de manera generalizada, pero sí ha eliminado esta modalidad para los altos cargos de la Generalitat. El pasado mes de octubre, el Departamento de Presidencia decidió retirar el teletrabajo a secretarios, directores generales y otros cargos de responsabilidad, con el argumento de que debían estar más accesibles presencialmente.
Para el resto de empleados públicos, la Generalitat mantiene el sistema híbrido, con un máximo de dos días de teletrabajo a la semana. Sin embargo, desde los sindicatos alertan de que en algunos departamentos hay dificultades para acceder a este derecho debido a la falta de recursos tecnológicos.
El teletrabajo sigue siendo un elemento clave en la organización del trabajo, pero las empresas y administraciones lo están modulando según sus necesidades y estrategias. Mientras algunos lo ven como una herramienta de conciliación y flexibilidad, otros lo utilizan como una forma de reducir costes o presionar a los trabajadores.
El futuro del teletrabajo sigue siendo incierto, con tendencias que varían según el sector, la empresa y la situación económica. Lo que está claro es que ya no es una medida excepcional, sino una realidad laboral que sigue evolucionando.
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