La UE torna a la rigidesa financera
La UE torna a la rigidesa financera

La Unión Europea vuelve a la rigidez financiera

Las nuevas reglas suponen devolver a los objetivos fiscales previos a la crisis de la covid-19, que fijan un déficit inferior al 3 % y una deuda por debajo el 60 % del PIB

La próxima legislatura europea será la del regreso a las reglas fiscales, la de los objetivos de déficit y deuda pública que pretenden evitar que los estados lleguen a una situación financiera insostenible. Después de tres años y medio de "barra libre" para aplacar los efectos de la pandemia sobre la economía, las instituciones han acordado nuevos límites y sanciones para los incumplidores. Las formaciones socialistas y conservadoras defienden que las nuevas normas otorgan "más flexibilidad y autonomía" en los estados, mientras que la izquierda advierte de un retorno a las políticas de austeridad. Todo ello, en un contexto en que el objetivo de consenso es avanzar en autonomía estratégica y competitividad ante los retos que plantean la Xina y los Estados Unidos.

Las nuevas reglas suponen devolver a los objetivos fiscales previos a la crisis de la covid-19, que fijan un déficit inferior al 3 % y una deuda por debajo el 60 % del PIB. La diferencia respecto a las anteriores es que, esta vez, los estados tendrán que presentar planes a la Comisión Europea a cuatro años vista detallando cómo se lograrán estas cifras, teniendo en cuenta la situación de cada país. Además, Brusselas ofrece la posibilidad de ampliar este periodo a siete años si los estados se comprometen a aplicar reformas e inversiones más prolongadas.

Después de que los 27 llegaran a un acuerdo a finales de 2023 -con las disparidades habituales entre los frugales liderados por Alemana y un bloque liderado por Francia que pedía más flexibilidad-, el Parlamento Europeo dio luz verde a las normas el mes de abril pasado. A favor de ellas votaron las formaciones conservadoras, liberales y los socialistas, mientras que los Verdes y la Izquierda las rechazaron (finalmente salieron adelante con 359 votos a favor, 166 en contra y 61 abstenciones).

Precisamente la bancada socialdemócrata -que era quien tenía la clave para decantar la balanza- consideró "una gran noticia" el consenso y rechazó la idea que las reglas supusieran un "austericidi". "Son reglas necesarias para orientar las políticas fiscales de los estados", defendió entonces el eurodiputado del PSOE, Jonás Fernández.

A pesar de que algunas formaciones avisan que la entrada en vigor de los objetivos comportará grandes recortes -al Estado se le exige un ajuste anual de 7.300 millones de euros para reducir el déficit, por ejemplo- y que no generan suficiente margen para continuar avanzando en la transición verde, los expertos coinciden con la lectura que hace la mayoría del arco europarlamentario. "Las nuevas reglas son mejores y más equilibradas que las anteriores, porque ofrecen en los estados más tiempo para ajustarse", defiende la experta del think tank Bruegel, Rebecca Christie.

Sin embargo, la académica también pone en entredicho que los objetivos de déficit y deuda se acaben cumpliendo, precisamente a raíz de esta "flexibilidad". "Cómo que el periodo de cumplimiento es muy amplio, los estados pueden ir introduciendo cambios en sus planes sin lograr su objetivo final", apunta.

Relación con la Xina y los Estados

El regreso al cumplimiento de reglas fiscales será una de las grandes novedades de la legislatura, pero los expertos identifican la relación de la Unión Europea con la Xina y los Estados Unidos -y su autonomía estratégica- cómo el principal reto de futuro en materia económica. "Europa tendrá que desarrollar más capacidades en tecnologías e industria punteras como la inteligencia artificial, la computación cuántica o la seguridad energética", señala la economía de Bruegel.

Para estar a la altura, hará falta que la UE aplique reformas en cuestiones cómo las ayudas de estado, y más ante grandes paquetes de inversión multimillonaria cómo los que han aprobado los Estados Unidos a través de la llamada Ley de Reducción de la Inflación (IRA, por sus siglas en inglés). Así lo constata el expresidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, a quien se le encomendó la elaboración de un informe sobre el mercado único y la competitividad.

"Las otras regiones ya no obedecen las reglas y están diseñando activamente políticas para mejorar su posición competitiva; en el mejor de los casos, estas políticas están pensadas para redirigir inversiones hacia sus economías en perjuicio de las nuestras, mientras que en el peor de los supuestos, están siendo diseñadas para hacernos permanentemente dependiente de ellas", advirtió en un discurso a Brussel·les este último mes de abril.

Un ejemplo de política en esta dirección fue la medida que se llevó a cabo a principios de este 2024, cuando la Comisión Europea autorizó Alemana a impulsar una ayuda de estado que igualaba una oferta de los Estados Unidos para atraer una fábrica de baterías a la Unión. Entonces, la vicepresidenta del ejecutivo, Margrethe Vestager, justificó la decisión subrayando que la producción de equipamientos que contribuyen a la transición ecológica son "de interés estratégico" y añadiendo que "una parte de la producción de los sectores más críticos tiene que estar a Europa".

El papel de los fondos de recuperación

Una de las grandes apuestas de la Unión para avanzar en la transición verde y digital es el Fondo de Recuperación y Resiliencia, un sistema de préstamos y ayudas directas por valor de unos 725.000 millones de euros y que los mismos estados miembros ponen en marcha a través de sus planes de recuperación nacionales.

La llegada de los fondo -dividida en diferentes tramos- está condicionada al cumplimiento de ciertos objetivos e hitos. A España, por ejemplo, el desembolso ha sido sujete a aspectos cómo la reforma de las pensiones, la reforma de los subsidios por desocupación o la reducción de la temporalidad al sector público, entre otros muchos.

Si bien los países han ido desbloqueando diferentes tramos a buen ritmo, el paso de recibir la financiación continúa siendo un reto. En el caso español, el Estado tan solo ha recibido 38.420 millones de euros de los 163.000 millones que tiene asignados, y el plazo porque expire la vida del fondo de recuperación se agota en 2026.

Por Rebecca Christie, la puesta en marcha del Fondo de Recuperación ha supuesto "todo un éxito", porque implicó romper el tabú de la financiación conjunta. "Es un gran paso, porque manda un mensaje muy serio para acudir a los mercados", subraya.

Sin embargo, también apunta que el cumplimiento de algunos objetivos en los diferentes estados miembros se entrevé "complicado", tanto en la forma cómo en los 'tempos', impidiendo así que las cantidades lleguen de forma parcial. En este sentido, alerta que el desembolso final previsto quizás "no sea tan grande cómo se pensaba".

Mirada al futuro

La pregunta que se tendrá que hacer la Unión un golpe expire el Fondo de Recuperación es "que pasará en el futuro", indican desde Bruegel. Los expertos apuntan hacia nuevos proyectos de interés común, a pesar de que los países tampoco quieren ceder sus competencias en todos los campos. "No veo que los estados unan sus capacidades para construir un ejército común; para líneas ferroviarias, interconexiones o plantas de producción sí, pero para un ejército cada cual prefiere ir a lo suyo", vaticina Christie.

En paralelo, habrá que avanzar en la Unión de Mercados de Capital, una herramienta que tiene que facilitar el flujo de dinero -tanto de inversión cómo de ahorros- en todo la UE para beneficiar a consumidores, empresas e inversores independientemente de su localización. Instituciones cómo el Banco Central Europeo (BCE) ya han subrayado la importancia de avanzar en este campo para facilitar las inversiones que tienen que acelerar la transición verde y digital a la Unión e impulsar la autonomía estratégica de los 27.

Precisamente en referencia a esta cuestión, la Comisión Europea y el Consejo encargaron un informe al exprimer ministro italiano, Enrico Letta, un documento que pretende ser una guía para la consolidación del Mercado Único de cara los próximos años. En un discurso reciente, Letta identificó la defensa, las telecomunicaciones, la energía y el sistema financiero cómo los "cuatro pilares" que hay que posar en el centro del mercado único y exigió más ambición. "Hasta ahora hemos visto que la dimensión nacional ha prevalecido, pero si ponemos en marcha este gran cambio, habrá más integración", resumió.

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